El juicio contra Sean “Diddy” Combs, exmagnate de la industria musical, comenzó en un Tribunal Federal de Manhattan con declaraciones contundentes por parte de la fiscalía, que lo señaló como un delincuente violento y sostuvo que el caso en su contra es de naturaleza criminal.
El fundador de la discográfica Bad Boy Records se declaró inocente de todos los cargos, incluidos tráfico sexual y asociación ilícita para cometer delitos sexuales. A lo largo de la audiencia inicial, el jurado —compuesto por 12 miembros titulares y seis suplentes— escuchó tanto las acusaciones formales como los primeros alegatos de ambas partes.
Durante su exposición, la fiscal Emily Johnson afirmó que Combs golpeó brutalmente a su expareja, la cantante Cassie Ventura, y la amenazó con publicar videos íntimos si desafiaba su autoridad. También lo acusó de una serie de actos violentos, entre ellos incendiar un automóvil, colgar a una mujer de un balcón, y someter a sus empleados y amantes a abusos extremos y exigencias inhumanas.

Johnson recalcó que el caso no tiene relación con las preferencias sexuales de Combs, sino con actos criminales respaldados por amenazas y violencia.
Por su parte, la defensa encabezada por la abogada Teny Geragos argumentó que se trata de una historia marcada por “amor, celos, infidelidad y dinero”. Describió a las acusadoras como “mujeres fuertes y adultas” y negó la existencia de tráfico sexual, al afirmar que las relaciones descritas eran voluntarias.
“Ser un participante voluntario en tu propia vida sexual no es tráfico sexual”, dijo Geragos, aunque también reconoció que hubo violencia doméstica dentro de la relación con Ventura, aclarando que ese no es el delito por el que se le acusa.
Diddy Combs llegó a la corte acompañado de su madre y varios de sus hijos, y vivió la primera jornada del juicio rodeado de familiares. El proceso apenas comienza y se espera que las siguientes audiencias incluyan el testimonio clave de Cassie Ventura, entre otros posibles testigos.

De ser declarado culpable, Sean Combs podría enfrentar una sentencia de cadena perpetua.