GALLARDO: Entre la popularidad y un verdadero desafío democrático.

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

El Radar

Por Jesús Aguilar.

El gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona (PVEM), se ha consolidado como un actor clave del bloque de la Cuarta Transformación (4T) pese a haber llegado al poder con una alianza local PVEM–PT. 

Desde el inicio de su mandato apoyó públicamente al ex presidente López Obrador, remedió con rentabilidad electoral sus entuertos previos y participó en reuniones de la 4T con otros gobernadores. Este alineamiento con Morena se reforzó el año pasado, cuando Gallardo respaldó a la dirigencia nacional de Morena en momentos críticos.

Sin embargo, el apartado de las alianzas en San Luis Potosí siguen siendo complejas: el PVEM fue capaz de ganar la gubernatura en 2021 encabezando su propia coalición con el PT y derrotando a Morena, lo que muestra la fuerza del proyecto personal de Gallardo en el estado.

Popularidad y encuestas recientes

Las mediciones de opinión más recientes ubican a Gallardo entre los gobernadores mejor evaluados del país. Encuestas de Mitofsky realizadas en marzo de 2025 lo colocaron en el segundo lugar nacional, con una aprobación ciudadana del 53.4%, solo por debajo de la gobernadora de Quintana Roo.En conjunto, estos datos reflejan un nivel de respaldo ciudadano excepcional comparado con la mayoría de los mandatarios estatales. 

Los analistas atribuyen esta popularidad a su énfasis en obras públicas, programas sociales y estímulos al empleo, señalando que su estilo provocador pero efectivo le ha ganado un “efecto rock-star” en actos multitudinarios.

No obstante, expertos como el politólogo Hugo Borjas advierten que estos números deben interpretarse con prudencia. 

Borjas señala que la posición dominante del Verde en San Luis Potosí está aún sujeta a decisiones federales: “la relación entre el PVEM y Morena está dictada desde la Federación… Gallardo está atado a las decisiones que emanan de instancias superiores”.

En otras palabras, aunque el gobernador goza hoy de alta aprobación, su capacidad de maniobra política local puede verse limitada por sus aliados nacionales. 

Sobre la coyuntura electoral, Borjas prevé que un rompimiento formal de la alianza PVEM–Morena sería “ficticio”: si Morena decide postular candidato propio en 2027 y Gallardo lo consiente, la ruptura sería aparente; de lo contrario, ambos tendrían que competir entre sí en un conflicto directo.

En cualquier caso, las encuestas favorables convierten a Gallardo en un factor a considerar de cara a la elección de 2027, especialmente si el PVEM define su estrategia sin la ayuda de Morena como parece ya un hecho consumado.

Debate sobre nepotismo y candidaturas familiares

Un tema que acapara atención nacional es la polémica contra el nepotismo impulsada desde el gobierno federal, que cobra relevancia en SLP. En el reciente Consejo Nacional de Morena se aprobó aplicar la prohibición del nepotismo desde 2027, antes de lo que exige la Constitución. Esta medida parece dirigida a casos como el de San Luis Potosí, donde se ve a todas luces que Gallardo impulsaría la potencial candidatura de su esposa, la senadora Ruth González Silva, para gobernadora en 2027. 

En la práctica, la reforma constitucional aún no impide la candidatura de González. El Senado amplió la entrada en vigor de la norma de 2027 a 2030, lo que, según medios, da vía libre a Ruth González para aspirar en 2027. El PVEM incluso anunció que cumplirá con la prohibición constitucional original de 2030. En consecuencia, legalmente la senadora puede buscar la gubernatura en 2027 sin contravenir la Carta Magna. Aunque González ha dicho públicamente que “por ahora” su tarea está en el Senado y que será “el pueblo” quien decida en 2027 su candidato, la posibilidad del relevo familiar genera un intenso debate político y ético. El diario El País destaca que la demora en la reforma antinepotismo recaía, en buena medida, sobre el PVEM y la expectativa de que “la candidatura de San Luis Potosí… sea heredada por Ruth González, esposa del actual gobernador”, pero con la popularidad que referimos, tampoco parece ningún mal negocio buscar la continuidad.

Esta tensión entre legalidad y legitimidad democrática ha atraído la atención de analistas. En Nexos, Javier Contreras resalta que en San Luis Potosí el gobernador se autopromueve como “el padrino” y a su esposa como “la madrina” en actos públicos, estableciendo una relación de padrino-ahijado en lugar de una relación gobernante-ciudadano. Advierte que la iniciativa antinepotismo de la Presidencia podría ser la herramienta para evitar dicho patrón, pero que “el Partido Verde en San Luis Potosí y su líder local replican viejas prácticas” patrimonialistas. Sin embargo su pragmatismo lo mantiene en una postura libre y acomodando su poder fáctico áun en el congreso federal en donde su partido es la segunda fuerza y eso no es cualquier cosa. 

Estrategias electorales hacia 2027: ¿Con aliados o solo?

En el horizonte de 2027 surgen interrogantes sobre la estrategia partidista. Hasta ahora, el PVEM local mantiene silencio sobre posibles coaliciones. Un reporte periodístico indica que el Verde no ha fijado postura respecto al anuncio de Morena de rechazar alianzas en SLP para 2027. En efecto, desde 2024 el PVEM no ha difundido acuerdos de coalición ni reafirmado la alianza con Morena, y sus dirigentes se centran en la organización interna y en promover figuras propias como la senadora Ruth González. En un escenario sin alianza, el PVEM competiría “solo”, lo cual tiene sus pros y contras.

• Ventajas: El Verde ya controla la gubernatura, numerosos ayuntamientos y espacios legislativos en SLP, y presume de contar con estructura territorial consolidada. Si confía en su popularidad local, podría reivindicarse como una fuerza autónoma capaz de gobernar sin Morena. Además, al no repartir candidaturas, podría postular a su mejor perfil (como la esposa del gobernador) sin negociar con aliados.

• Desventajas: Quedar fuera de la coalición 4T podría debilitarlo frente al bloque federal. Morena, al decir de Borjas, tendría que postular candidato propio si se separa, lo que obligaría a ambos partidos a competir por un mismo electorado potosino y dividirlo. También existe el riesgo de que Morena aproveche la vetusta prohibición moral y pida al electorado castigar la postulación de familiares (apoyándose en la resolución interna contra el nepotismo.

• Sin la etiqueta oficial del Gobierno federal, el PVEM debería demostrar que su proyecto es más que la figura de Gallardo para retener la confianza ciudadana.

• Parece poco probable que llegue al 5º año sin desgaste, la curva clásica del propio ejercicio de gobierno la determina y cargar en una transición directa con el mismo puede ser contraproducente.

El futuro acuerdo electoral dependerá en buena medida de decisiones nacionales: ninguna alianza local puede ignorar los intereses de los dirigentes nacionales. 

En este momento el Partido Verde parece inclinarse por construir su propio camino: anunció la formación de comités municipales en todo el estado (dirigidos por Ruth González) como señal de organización independiente. 

Analistas internacionales de partidos políticos han señalado que los partidos bisagra suelen usar estas etapas para mejorar su bargaining (poder de negociación) o para fortalecerse como alternativa autónoma.

Retos democráticos y la sombra del caudillismo

Más allá de cifras y alianzas, el caso Gallardo despierta reflexiones sobre la calidad democrática. El escenario potosino se describe cada vez más en términos de la persistencia de viejas estructuras de poder. Contreras (Nexos) ilustra cómo en las últimas décadas SLP transitó de un bipartidismo PRI–PAN a la emergencia de un tercer actor hegemónico. Sin embargo, advierte que esta apertura no bastó para enterrar el patrimonialismo: en San Luis persiste una cultura de poder personalista, como pasó antes con Torres Corzo, Sánchez Unzueta y Marcelo de los Santos. El mismo autor señala que el proyecto transexenal de la familia Gallardo apunta a concentrar cargos clave. Mientras la reforma antinepotismo corre riesgo de ser letra muerta hasta 2030, la praxis cotidiana muestra al Verde potosino fortaleciendo su figura mediante recursos públicos y redes clientelares, según críticos. Sin embargo la oposición prácticamente no existe y la aprobación por las nubes de la mayoría de la población le da márgenes para hacer y deshacer como quiera.

En conclusión, la figura de Gallardo Cardona simboliza las tensiones actuales de la política mexicana: por un lado, un mandatario con alto respaldo popular que impulsa la agenda de la 4T en su estado; por otro, el riesgo de reproducir prácticas de poder heredadas que desafían la renovación democrática y en las que debería tener mayor reflexión. La coyuntura política en San Luis Potosí invita a los ciudadanos y partidos a meditar sobre los límites entre la lealtad partidista, la ambición familiar y los principios republicanos. 

Ante todo, los próximos comicios estatales pondrán a prueba si la metodología política del “gobernante-padrino”encontrará resistencia en el electorado potosino o si, por el contrario, logrará consolidar una dinastía política bajo la bandera del Verde, la transición del movimiento Gallardista a un sistema estructurado más allá del caudillismo podría ser una opción sin embargo la tentación de la continuidad natural y sin ambages es mucha.

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp