Este miércoles se cumplen 10 meses desde que estalló la guerra entre Israel y el grupo islamista Hamás, que controla la Franja de Gaza. La región se encuentra en un momento crítico con crecientes temores de un posible ataque de Irán y sus milicias aliadas contra Israel.
La tensión en Oriente Medio ha aumentado en la última semana después de que Irán y sus aliados prometieran venganza por la muerte de dos líderes importantes. Fuad Shukr, máximo líder militar del grupo chií Hizbulá, fue asesinado en un bombardeo israelí cerca de Beirut el 30 de julio, y el líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, murió en un ataque en Teherán el 31 de julio, incidentes que Irán culpa a Israel.
El presidente israelí, Isaac Herzog, expresó su preocupación por el creciente odio y radicalismo de sus enemigos, que han prometido nuevos ataques. En respuesta, el primer ministro Benjamín Netanyahu intentó calmar a la población, afirmando que Israel está preparado para defenderse y atacar si es necesario. Netanyahu instó a los ciudadanos a mantener la calma y a seguir las recomendaciones de seguridad mientras se evalúa un posible “ataque preventivo” contra Irán.
A pesar de la falta de instrucciones específicas del Ejército israelí a la población, las autoridades en el norte del país han aconsejado a los residentes mantenerse cerca de los refugios y evitar aglomeraciones y viajes innecesarios, en preparación para una posible escalada del conflicto.
Desde el inicio del conflicto el 7 de octubre del año pasado, tras un ataque de Hamás que resultó en la muerte de aproximadamente 1,200 israelíes y la captura de 251 personas, la Franja de Gaza ha sufrido grandes pérdidas. Se han registrado al menos 39,677 muertes palestinas, en su mayoría niños y mujeres, 91,645 heridos y unos 10,000 desaparecidos bajo los escombros debido a los intensos bombardeos israelíes.
En un desarrollo relacionado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado el envío de 1.2 millones de vacunas contra la polio a Gaza. Estas vacunas están destinadas a inmunizar a 600,000 niños menores de ocho años, tras la aparición de una variante del virus en la región en conflicto.