Cada que el PRI necesita vapulear mediáticamente a adversarios u atribuido a la diputada Rosa María Huerta. En el boletín, la legisladora cumple la hazaña espontánea de cortar en Juliana la reputación de quien haya osado poner a caldo al candidato, criticar al partidazo o cuestionar a la administración estatal.
No es una práctica nueva esta. La replicadora oficial del tricolor es ahora la señora Huerta, con sólo unos meses de empleo por delante que no eran su escenario deseado y aspiraciones muy respetables de continuar prestando servicios a su formación. En otros sexenios de dominio priista hubo voces defensoras que lo mismo despitorraban con lima gruesa a opositores e embestida, que subrayaban las bondades de cuanto proyecto sostenía el gobierno,aún con los “argumentos” más hilarantes,cínicos o estúpidos.
Todos estos replicantes han tenido un perfil similar: lenguaraces, poco ilustrados, procaces, de preferencia obscenos hasta el rubor ajeno y con una piel de neopreno absolutamente impermeable. La fama de insultarios ambulantes es la gracia que mejor les va.
Como hace unos días la vocería insistiera por teléfono a un medio que tomara en cuenta una de estas obras, el medio le explicó que no interesaba su comunicado porque no tenía nada noticiable y era sólo una colección de insultos sin ton ni son contra una adversaria. El joven priista se justificó, en tono de súplica: “Es que así está el nivel de las campañas”. Sincero dicho, sin duda.
Ni “la madre de todas las reformas electorales” consiguió que las campañas y los procesos electorales elevaran un poco la bandera. Los propios partidos se quejan de restricciones absurdas e inútiles y ya se ve que la siguiente legislatura federal le vuelva a meter mano a las normas y códigos, e igual nos venderán que es por fin la refor-
ma definitiva.
El tope de gastos de campaña es pura simulación y lo librará quien se consiga al contable o auditor más capaz para hacerlo. El uso de recursos públicos se disfraza pero no se abandona. A veces se les cuatra-
pean las tareas y se exhiben solos porque entre grabaciones comprometedoras, añejos pleitos familiares revolcados; intromisiones en la vida privada; acusaciones desde el mismo correo personal de donde envían un boletín de Carreras, emitirán más tarde uno de actividades del alcalde capitalino Mario García.
La guerra ya no es sucia, es sucísima, opinadores incómodos, su vocería emite un tronante comunicado
Los primeros en darse cuenta que el nivel de las campañas es muy pobre son los propios partidos y sus militantes. Y así lo van a mantener porque la opinión de los ciudadanos los tiene perfectamente sin cuidado. Elegiremos gobernador tras un periodo de proselitismo anodino y de frigorífico en supermercado.
El PRI se esfuerza para conseguirle a su abanderado que no pase incomodidades y el evento sea una suerte de juegos florales perfectamente irrelevantes de enriquecimiento inexplicable; acoso y golpes a operadores en las colonias; incentivos económicos por “atraer” familiares y amigos a votar; uso de recursos públicos y extorsión vil a alcaldes para que hagan o deshagan en pro o en contra.
Ya que los candidatos a diputados locales y federales andan en campaña, aunque sea al cinco para el final, lo honesto es que nos digan qué nos ofrecen para la reforma electoral que viene. Celebraremos procesos con las reglas existentes, sí, pero que nos revelen a los ciudadanos de una buena vez qué proponen en la materia. Nada de decir que es anticipado por que la verdad nunca sabemos qué se traen nuestros políticos en campaña hasta que topamos con la realidad del ejercicio del poder, menos en leyes electorales siempre insatisfactorias.
Se callan las tropelías de sus partidos para no perjudicar a los suyos. No han querido nunca los partidos hacer cambios de fondo en los procesos electorales porque se ven en riesgo de perder influencia. Temen que un cambio tectónico en la forma de elegir a nuestros gobernantes afectará la vida interna de los partidos, que a los ciudadanos nos cuestan un dineral.
Mientras los opositores quieren capitalizar sin esfuerzo un malestar difuso y pesado con los tres niveles de gobierno, el PRI está buscando que sea sólo una reválida electoral. La oposición no espolea lo suficiente y para muestra están los debates de candidatos a la gubernatura, donde el PRI se esfuerza para conseguirle a su abanderado que no pase incomodidades y el evento sea una suerte de juegos florales perfectamente irrelevantes.
Sin presión que le pese, hace el tricolor una campaña anodina a la gubernatura, de perfil bajo, con mucha promesa de futuro y hablando nada del cerro de corrupción e incompetencia bajo la alfombra.
Todos los candidatos quieren ganar un cargo para la siguiente tanda, qué hagan en él ni se lo han pensado. No sólo los políticos son responsables de esto, también los ciudadanos.
Hay que obligarlos a que no busquenganar un empleo, sino a asumir un compromiso real con los electores.
Fuente: Pulso.