Clic. Obturador se abre. La imagen se encuadra. Dispara.
Pum.
Es el cráneo de una niña siria de 6 años abierto por el derrumbe de un edificio en la ciudad de Aleppo.
Es tierra de nadie donde se pelean todos los días tropas insurgentes y soldados del ejército oficial de Bashar al-Assad.
El conflicto, de los más sangrientos y mortales de los últimos años, es incomprendido y lejano para miles, quizá para la mayoría de los mexicanos. Y las podrían ser claras ¿por qué interesarnos en él, si la guerra y el infierno se puede encontrar en las coordenadas que delinean nuestro territorio nacional?
Pero él se opone a esa idea.
“Nos debe de importar porque somos todos personas simples, y porque no hay realidades inconexas”, dice la voz pausada y ronca de Narciso Contreras, quien junto con Rodrigo Abd, Khalil Hamra, Manu Brabo, Muhammed Muheisen fue galardonado en la edición 2013 con el Pulitzer en la categoría Breaking News Photography.
El famoso fotógrafo Henri Cartier Bresson dijo que fotografiar es poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo punto de mira. Y Narciso confirma la frase.
Sus imágenes son crudas, sin pleitesía, ni distanciamiento disfrazado de indignación. Las fotografías de Narciso no piden perdón. No se alejan, ni lloran. Aceptan lo que ven como una realidad absoluta y pura, aunque contengan horror.
Para el fotógrafo y filósofo chilango de 37 años, el francés Cartier-Bresson resume mejor que nadie lo que es la profesión, en la parte final de un ensayo que se titula “Fotografiando el Natural” .
“La fotografía es una experiencia espiritual de un mundo, y esta experiencia es lo que nos permite comprenderlo”. Esa frase del ícono francés de la fotografía es pilar de la vocación y la vida de Narciso Contreras.
“Este es mi eje, un encuentro espiritual con el mundo a través de la fotografía”, dice Narciso desde Antakia, Turquía, donde hoy reside.
Queda claro, después de la larga charla con Narciso, que no se puede ser fotógrafo de guerra, solo por serlo. Y también se revela lo que resulta casi una obviedad: sí se puede ser mexicano, premiado, amante de su país y comprometido con la humanidad y con realidades que parecerían tan lejanas.
El 17 de abril, después de haber recibido la noticia de ser recipiente de uno de los premios de mayor prestigio en el mundo en materia de periodismo y fotoperiodismo entregado por la Universidad de Columbia, el Pulitzer, Narciso, inundado y probablemente abrumado por la marea de felicitaciones, halagos, desahogó su ideas sobre su muro de Facebook:
(…) No hay una razón para que yo me sienta orgulloso como fotógrafo. Sólo soy un testigo del mundo. Soy una persona simple que trata de recordar lo que observa y atestigua y esto no tiene nada de especial. Sólo sigo my ‘dharma’, mi propósito en la vida, y no hay recompensa o premio para esto.
No hay una victoria en esta profesión, y si la existe, es para los medios, el reconocimiento es para ellos. Mis colegas y yo solo somos testigos de un mundo con el que tratamos de relacionarnos.
Mi victoria depende del amor, amistad, entendimiento, Krishna.
No puedo clamar victoria cuando un fotografía relata el horror del sufrimiento, el horror del mundo. Pero sí puedo hacerlo cuando encuentro el significado del amor, más allá de la muerte (..)
Luego reconozco el coraje de todos aquellos que sufren las peores condiciones de vida, algunos de ellos sólo permanecen en este mundo a través de las fotografías que les tomé.
Por todos esos niños, mujeres, hombres, jóvenes, amigos y colegas, el mejor premio es poder encontrarnos una vez más y sonreír. Hemos sobrevivido al mundo.
“Es interesante en términos profesionales y del impacto que tienen en el trabajo profesional y cotidiano como fotógrafo, en ese sentido tienen su significado (..) pero lo que me preocupa mas allá de los premios es la fidelidad y la permanencia que puede tener la fotografía”.
El viaje apenas comienza
Filósofo por la UNAM, seguidor del hinduísmo, es hoy considerado uno de los mas grandes talentos mexicanos de la fotografía de guerra y fotoperiodismo, con sus imágenes publicadas en medios como el New York Times, the Guardian, TIME, Newsweek, der Spiegel, the Washington Post, entre muchos otros.
Pero para el amante del lente, el viaje apenas empieza.
Desde la universidad se interesó por estudiar las filosofías milenarias, de oriente que hoy se practican y en el 2008 decide tomar un avión a la India, y permanecer 18 meses en un monasterio.
Syria no es un tema local, incluso regional, tiene un impacto que excede estos límites geográficos como corazón del mundo musulmán, y esto es lo que le parece importante documentar y tratar de comprender, asegura el fotógrafo.
La información, la cobertura de noticias y temas esta íntimamente ligada a la información que fluye de los medios de Estados Unidos, y esto también tiene un impacto en lo que los mexicanos perciben sobre lo que pasa en el mundo.
“Por eso veremos que la cobertura de los atentados de Boston del pasado 15 de abril, que terminaron con la vida de 4 personas, fue extensiva en los medios nacionales e internacionales. La gente indignada, y horrorizada por las imágenes de los corredores estadounidenses ensangrentados”.
Pero la matanza de más de 200 civiles en Syria en los días anteriores a Boston no acaparó la atención ni el interés de la mayoría de los medios nacionales, sentencia. Esto porque la agenda de los medios también depende de la agenda política internacional, afirma, y la agenda política en México depende de la de Estados Unidos, entonces la información siempre va a fluir en ese sentido.
Pero no tiene porque ser así, recalca.
“Creo que es importante saber que lo que sucede en un país no esta desvinculado de lo que sucede en otros lugares, porque los conflictos afectan a las personas, sino de manera inmediata, si a mediano y largo plazo”.
El hombre de 37 años confiesa siempre ha tenido una vocación irremediable por “entender a los otros”, ha visto más sufrimiento, sangre, heridas, muerte, llanto del que muchas personas no verán en toda una vida.
“Para mi comprender el mundo es comprender a los que sufren”, confiesa. “Es parte de una vocación espiritual, o filosófica, una búsqueda, que esta estrechamente vinculado la idea de documentar parte de esta realidad”.
La paz interior y la aceptación de todo lo que esta realidad es, vida y muerte se revela en su mirada y su voz. Narciso relata un momento particular que marcó su vida. Un momento que nada tiene que ver con los cuerpos mutilados manchados de sangre que abundan en sus fotos.
Él habla de un atardercer pintado de azul en una calle famosa de Aleppo, con una hilera de edificios arruinados, y uno completamente demolido.
“El momento de tomarla fue muy presiónate para mi porque el edificio que está demolido, fue el que algún día fue el hospital Dar Al-Shifa, donde trabajé durante meses, tomando imágenes de las víctimas del conflicto, de alguna manera tenía vínculos íntimos con el lugar y las personas”, recuerda.
El hospital había sido derrumbado por un misil una semana antes de que el mexicano capturarala escena, ya que era una base rebelde y un objetivo importante del ejército porque ser un símbolo de la resistencia.
“Cuando me encontré con esta escena fue escalofriante, la tomé después de estar parado varios minutos, después de ver los colores, la sensación era de Apocalipsis. Desesperanzadora, y esa impresión fue muy poderosa”.