Si en algo todos nos convertimos en expertos a temprana edad sin nada de entrenamiento, es en perder el tiempo. No se tiene que sufrir de ningún tipo de déficit de atención para distraerse fácilmente, tiene más bien que ver con los hábitos que adoptamos a lo largo de nuestras vidas y que muchas veces sin darnos cuenta se apoderan completamente de nuestro funcionamiento. Muchos dicen que para crear un hábito solo hace falta repetir las cosas por unos 30 días de la misma manera, es decir, que la mejor forma de abandonar un hábito es dejar de hace lo mismo por esa cantidad de tiempo, o“sobreescribir” la mala costumbre con una nueva y más saludable.
Esta lista de cosas que describo a continuación son malos hábitos que he dejado atrás. Esto me ha servido para ser más productiva, evitar distracciones y tener más control sobre mi propio tiempo. Mis experiencias pueden o no servirte a ti, pero en todo caso vale la pena compartirlas con los lectores, pues una o todas podrían serle de ayuda a cualquiera.
Abusar de la multitarea
Los humanos tenemos la terrible costumbre de creer que somos más productivos si hacemos muchas cosas al mismo tiempo, creemos que si somos capaces de llevar una conversación mientras terminamos un documento de trabajo, vemos un vídeo de gatos y además preparamos nuestro almuerzo, estamos en la “zona de gloria del multitasking humano”. No, no, no, y mil veces no. Lo más probable en ese escenario es que no recuerdes nada de la conversación a los cinco minutos, el documento esté lleno de errores, tengas que pausar el vídeo 15 veces y ni lo disfrutes la mitad, la comida se te queme o te olvides a ponerle sal.
Las personas somos terribles en la multitarea, no estamos “fabricados” para procesar demasiados datos a la vez, necesitamos concentrarnos en una sola cosa para poder hacerla bien. Hacer las cosas mal, o a medias por no prestarles la suficiente atención nos hace trabajar doble, y malgastar tiempo repitiendo tareas que podían haberse hecho bien desde un principio. Intenta dedicarle el tiempo necesario a las cosas, tanto en tu trabajo como en tu vida personal, o vas a terminar todos los días más agotado de lo normal y con la sensación de que no terminaste nada.
No establecer prioridades
Esta también tiene que ver un poco con la de arriba. No saber que cosas necesitas hacer primero o son más importantes es trágico para al productividad. Si hacer varias cosas al mismo tiempo termina por convertirte en alguien que ofrece resultados mediocres, darle prioridad a las cosas menos importantes también te hará quedar mal. Muchos cometemos el error de creer que podemos hacer rápidamente algunas tareas sencillas antes de empezar a ocuparnos de las labores más complejas y tediosas pero que son más importantes. Al final casi siempre las “cosas simples” te toman más tiempo de lo que esperabas, y cuando terminas te das cuenta que ya llevas retraso en lo que necesitaba prioridad.
Crea un lista de tareas y asigna su lugar dependiendo de su prioridad, cuando haces las cosas que deben hacerse primero, primero, parece que te sobra tiempo para hacer las demás o que todo es aún más liviano luego de levantar las pesas más pesadas por un rato.
No hacer listas de tareas y creer que vas a recordar todo lo que tienes que hacer
Al cerebro déjale el trabajo creativo, y a las notas, tu memoria.
Lo anterior me lleva a esto, creer que nuestro cerebro especialista en distraerse y olvidar cosas es capaz de recordar todas y cada una de las tareas que necesitamos hacer y cuáles deben hacerse primero, es de locos. Así de simple. Usa un cuaderno, una aplicación, una pizarra, post-its, lo que mejor te parezca, pero anota las cosas por fuera y ten siempre tu lista a la mano.
Hay infinidad de métodos para tomar notas en papel, o aplicaciones para organizarse mejor, lo importante es que no dependas solo de tu memoria. Al cerebro déjale el trabajo creativo, y a las notas, tu memoria.
Invertir demasiado tiempo haciendo listas de tareas y nada de tiempo haciendo las cosas
En el momento en el que te conviertes en un adicto a las listas de tareas debes empezar a ponerte límites, a más de uno le pasa que invierte horas del día en organizar sus quehaceres en una libreta, y nada de tiempo en ir a hacer las cosas. El procrastinador ama las listas de tareas, son su droga de elección. “Anotaré todas estas cosas aquí, les asignaré prioridades, fechas, horas, las adornaré con colores, mejor ¡planificaré todo por los próximos diez años!…” No exageres, planifica tareas a corto plazo, anota lo que debes hacer esta semana, o las citas importantes dentro de más tiempo que no recordarás, pero si no tienes que hacerlo por dos o tres meses no llenes tu lista con ello.
La listas de tareas demasiado largas nos hacen sentir abrumados, y con tantas cosas que hacer no sabremos cuáles hacer primero, no entra la parálisis causada por el dilema de la elección.
Dejar que tu smartphone te controle
La vida es hermosa cuando no gastamos ni 10 segundos de nuestro día, mirando notificaciones de solicitudes de Candy Crush
Esto debo agradecerle en parte a Javier Lacort, quien escribió hace poco sobre como pasó a dominar a su iPhone para que este dejara de dominarle a él. De ese genial artículo lo que más se quedó conmigo es como las notificaciones pushson completamente innecesarias. Decidí desactivarlas casi todas, y el silencio que llegó a mi smartphone fue tan grande que no podría regresar a escuchar todas esas insignificantes, ruidosas, y molestas notificaciones cada 5 minutos.
Nadie necesita alertas de Facebook, Instagram, Twitter, etc., al instante. Lo único que hacen es distraerte y hacerte perder el tiempo revisando el móvil incansablemente. La vida es hermosa cuando no gastamos 10 segundos de nuestro día, varias veces al día, mirando notificaciones de solicitudes de Candy Crush en Facebook. Aunque sigo revisando mucho más de lo que debería las notificaciones de mi teléfono, actualizando manualmente lo que quiero ver, la diferencia es abismal. Solo mantengo las de el cliente de mensajería que más uso (Telegram), las de Slack (mensajería de trabajo), y el correo electrónico (y de este solo activo la sincronización un par de veces al día).
Revisar el correo antes de dormir o al levantarte
Este hábito lo abandoné hace poco, y es una consecuencia directa de lo anterior. Noté que revisar el correo justo al levantarme, o antes de dormir, no me trae nada bueno. Al levantarme porque antes de ir a ocuparme de lo que dicen mis emails necesito terminar de despertar, bañarme, desayunar, etc., y para el momento en el que llego a mi PC a ocuparme de las cosas ya olvidé que correos debía responder o cuáles eran importantes, y, sin embargo, malgasté mi tiempo en la mañana revisando correos.
Antes de dormir no deberías ni mirar el móvil, pero ese hábito es más difícil de romper. Antes de dormir no vas a responder correos o al menos ni deberías hacerlo, estás cansado, no piensas con claridad, y somos más propensos a tomar malas decisiones. Antes de dormir si no planeas responder e igual vas a tener que revisarlo todo al otro día, solo estás perdiendo tu tiempo mirando el correo. ¿Tiene sentido o no?
Con información de: Hipertextual