Hoy se cumplen cuatro años del deceso de Diego, menor de 12 años ahogado en el balneario Woow, parque acuático al que llegó como parte de más de 250 niños inscritos en Campamento de Verano Infantil 2015, el último organizado por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) después de más de 30 ediciones anuales consecutivas.
Temprano, el 17 de julio de 2015, Diego y su hermano menor se levantaron alegres y muy animados porque ese día irían con sus amigos a nadar y divertirse al centro recreativo localizado en Jesús María, comunidad de Villa de Reyes.
Una tía pasó por ellos a casa de su hermana para llevarlos a la Unidad Deportiva Universitaria, donde fueron concentrados todos los menores para abordar allí una de las dos unidades en las que fueron trasladados al complejo acuático.
Diego sabía nadar y se metió a la piscina del tobogán más grande del parque. Al sumergirse fue atrapado en el ducto del extractor que canaliza el agua a la parte superior del deslizadero. El responsable del cuidado de los niños en esa alberca fue avisado por compañeros del menor: “¡Profe, se atoró un niño!”.
El coordinador deportivo de la Universidad, Luis Antonio Cuevas García, se lanzó al agua. Rescató a otro menor y, ante la imposibilidad de sacar a Diego, salió y gritó desesperado: “¡Apaguen esta chingadera!”. Así asentó el funcionario universitario en su declaración en la averiguación AP/PGJE/SLP/IE/0421/2015.
El mismo día, por la tarde, el entonces secretario general de la UASLP, David Vega Niño, ofreció una rueda de prensa acompañado por Sergio Hugo Vizcarra, jefe del departamento de Deportes en la Universidad, y el abogado general Juan Manuel Reynoso Sandoval, en la que reconocieron que el ducto extractor “no tenía rejilla” protectora.
Sergio Hugo Vizcarra dijo que, previo a la realización del campamento, personal de la Universidad realizó dos visitas de inspección al parque acuático y “vimos que todo estaba en orden”, pero aclaró que “no estaba prendido el tobogán”.
El paramédico Andrés Castro García confirmó en declaración ante el Ministerio Público que Diego fue rescatado sin signos vitales y que no reaccionó a las maniobras de reanimación, pero aun así lo trasladaron al hospital más cercano.
La madre de Diego, Socorro Ruiz Medellín, llegó al nosocomio. “Lo encontré en una bolsa gris e inmediatamente abrí el cierre; yo quería cerciorarme que no era Diego”. Al constatar que era su hijo “lo tomé (de la mano) y le pedí que se levantara”, narró en la queja que interpuso ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
La mamá, de profesión doctora, se quejó del trato insensible que recibió de parte de funcionarios universitarios, pues el rector Manuel Fermín Villar Rubio, esgrimió que la muerte de Diego fue “accidental”.
“Yo fui la que tuve que acercarme”, anotó en su queja. Días después de deceso le reclamó a Sergio Hugo Vizcarra: “Ninguno de ustedes han tenido la amabilidad de… explicarme qué fue lo que le pasó a Diego”.
En respuesta, el funcionario, le dijo: “A su hijo lo succionó un ducto de agua, se atoró, y entre cuatro personas no lo pudieron sacar”.
El 23 de julio de aquel año, la mamá de Diego presentó denuncia penal contra los dueños del complejo acuático y personal de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
El 11 de agosto de 2015, por primera vez en 30 años, la entonces LX Legislatura local le negó la entrega de la presea Plan de San Luis al rector.
El Woow reabrió ese mismo mes y cubrió el pago del seguro de vida, sin embargo hasta la fecha la Fiscalía General del Estado, antes Procuraduría, encabezada por Federico Arturo Garza Herrera, no ha deslindado responsabilidades respecto del incidente por el que Diego falleció ahogado hoy hace mil 460 días.