Por Luis Lauro Ramos Rodríguez. @lauroramosr.
En los casi dos meses que han transcurrido desde las pasadas elecciones, los mexicanos hemos sido testigos de una competencia discreta y amistosa por demostrar quién tiene más poder, si el presidente López Obrador o la presidenta electa Claudia Sheinbaum.
Algunos de los ejemplos más claros por demostrar su liderazgo se han evidenciado en parte de los nombramientos del próximo gabinete. Si bien la mayoría de estos son personas de confianza de la nueva presidenta, algunos cargos de alta relevancia son herencia y quizás mandato obradorista.
En el primer caso está Rosa Icela Rodríguez, quien ha sido desde 2020 la responsable de la seguridad pública de nuestro país. En este período ha dejado resultados más que cuestionables: este sexenio deja un saldo de más de 160 mil homicidios, siendo la cifra más alta desde el siglo pasado. Lo que es más, la deficiente gestión de seguridad pública quedó en evidencia cuando ni siquiera se nos avisó que en Estados Unidos estaban planeando la captura del narcotraficante Ismael Zambada García. La potosina será la próxima encargada de la Secretaría de Gobernación y tendrá bajo su responsabilidad el manejo de la política interior.
Un caso similar es el de Zoé Robledo, quien después de ser promovido en una conferencia mañanera, fue ratificado como director del Instituto Mexicano del Seguro Social. Deberá consolidar el sistema IMSS-BIENESTAR después de absorber el fracasado proyecto del INSABI, que si bien no es culpa suya, su ratificación será en vistas de poder darle continuidad a un proyecto que hasta hoy no ha visto buenos resultados.
Un tercer nombramiento que, de forma estratégica, tiene la mano de AMLO es, sin duda, el de la Secretaría del Bienestar, donde también fue ratificada la actual titular, Ariadna Montiel. Esto es más que evidente, pues esta secretaría ha sido fundamental para la construcción del proyecto obradorista y su marca política, comenzando por el cambio de nombre de Desarrollo Social a Bienestar y siendo esta la responsable de los apoyos sociales creados por este gobierno, los cuales han sido muy significativos para sus altos niveles de popularidad.
Estos tres puestos, me parece, son la más evidente presencia del actual mandatario en el inicio del siguiente gobierno. Todos responden a dependencias públicas en las que hay incertidumbre o cierta polémica. Lo cierto es que también sirven para proteger a sus titulares del escrutinio público de cara al siguiente gobierno.
Claudia ha hecho lo que ha podido para defenderse de estos achaques. El esfuerzo más evidente ha sido nombrar a Lázaro Cárdenas Batel como su Jefe de Oficina, en un evento en el que él fue el único protagonista, evidenciando la confianza que tiene con la nueva lideresa de nuestro país. Lázaro salió de la coordinación de asesores de AMLO en términos inestables, después de haber incluso faltado al respeto a su padre, Cuauhtémoc Cárdenas. Su reincorporación al gobierno federal es meramente claudista.
Un caso similar ocurre con Omar García Harfuch, quien será el relevo de la SSPC a pesar de la resistencia que intentó poner Andrés Manuel. Harfuch ha sido y será históricamente un protegido de Sheinbaum.
En esta serie de diferencias entre AMLO y Claudia, en las que se ha premiado la cordialidad, hay muchos más eventos que valdrá la pena mencionar en siguientes espacios, como lo son la serie de compromisos que el actual presidente ha hecho en público de cara al próximo sexenio. Entre ellos se encuentran una serie de reformas que incluye la supuesta para el poder judicial. Hablaremos de esto la próxima semana, pues merece su espacio completo.
JJOO
En esta edición de los Juegos Olímpicos, México tendrá representación con 109 atletas. Todos ellos estarán ahí a pesar de la CONADE y en ninguna medida gracias a esta. Máximo respeto y apoyo a todos los deportistas que han sabido sobrepasar una de las peores gestiones en nuestra historia reciente.