El cineasta inglés sigue dando de qué hablar, manteniéndose como figura de culto, alimentando el mito a través del suspenso recreado en sus películas y el misterio que rodeó su vida real.
Desde las húmedas cortinas de la ducha, dirigiendo una mirada indiscreta a través de su ventana, preparaba imperturbable su última escena, su muerte desde mil ángulos distintos, personificada y dirigida por él mismo, actor protagonista abusado y agotado por su alter ego: Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso.
La hora del reloj guindado en la pared de su cuarto de baño, marcaba las 9 y 17 minutos de la mañana, “hoy es un buen día para morir”, pensó en voz alta con la seguridad de un hombre que sabía demasiado y levantando poco a poco una de sus cejas, mientras escribía su última línea que quedaría perpetuada en el epitafio del jardín de las delicias.
Ochenta años le bastaron para preparar su propia historia sin sospecha, poco a poco se extinguía a cuenta gotas el vértigo con el mismo pensamiento recurrente de su propia psicosis.
“Solo soy un hombre agazapado en una esquina con mi cámara… observando”, Hitchcock exploraba diversos puntos de vista, fanático de la otra mirada al acecho, siempre expectante, rindiendo tributo al voyeurismo con ese placer morboso de observar detrás de la mirilla de una puerta, a través de una ventana, mirando sigilosamente lo que ocurre o está por ocurrir, adentrándose en lo prohibido y en el oscuro mundo de los secretos que nunca deberían develarse.
Sus personajes están cargados de un profundo dramatismo interno, presos por las culpas y reflejando conflictos psicológicos envueltos en un halo retorcido de misterio, nadie es totalmente víctima ni victimario, en medio de una clara recreación de la atmósfera del suspenso y del miedo, el mismo miedo que obsesionó a Hitchcock toda su vida, además de la constante connotación sexual, muerte, su aversión al género femenino y el complejo de Edipo, elementos reiterativos que acompañan su larga lista de películas.
Su capacidad de crear sin límites lo llevó a ser uno de los directores británicos más respetados y temidos por su método inagotable de experimentación con la cámara, sus movimientos y el incesante acoso a sus actrices, siempre gélidas musas rubias.
La cineasta Patricia Ortega nos dice: “En las películas de Hitchcock siempre los personajes descubren algo que no deben descubrir, a través de una puesta en escena fríamente calculada, simétrica con una composición compleja cuadro a cuadro bajo la estructura inamovible de un guión de hierro.”
El atrevido, ingenioso y sarcástico Hitchcock, influenciado por la escritura de Charles Dickens y Edgar Allan Poe; y los cineastas como Fritz Lang, Sergei Eisenstein y Murnau, se convirtió en un director de cine magistral, comenzando desde abajo en otros trabajos menores, desde una compañía telegráfica y luego incursionando en el diseño de títulos en el cine mudo.
Se casó con su asistente de dirección, Alma Reville, colaboradora y férrea crítica más cercana con quien tuvo una hija llamada Patricia, quien actualmente tiene 84 años, actriz y productora. Sin duda, su esposa fue su otra mitad intelectual y complemento, asidero y estabilidad en el hogar, disimulando de alguna manera sus maquiavélicas y compulsivas obsesiones por cada actriz que protagonizaba cualquiera de sus películas.
La relación de dominación e influencia de Alma y el manejo del miedo en sus discusiones se pueden ver en la más reciente película sobre la vida y obra de este cineasta; “Hitchcock” dirigida por Sacha Gervasi, basada en el libro Alfred Hitchcock and the making of Psycho, escrito por Stephen Rebello. y protagonizada por Anthony Hopkins (Hitchcock), Helen Mirren (Alma Reville) y Scarlett Johansson (Janet Leigh), donde el argumento se basa en el momento en el que Hitchcock filmaba “Psycho” (1960), su más famoso film.
El asesinato en la ducha del personaje de Janet Leigh es la escena fundamental de la versión original, así como una de las más conocidas en la historia del cine. La escena transcurre en 3 minutos e incluye 50 planos, se dice que se filmó desde unos 78 distintos ángulos de cámara.
Con mucha atención, cuidando cada detalle, Hitchcock es un director infinito que perdura en el tiempo, porque fue creador y pionero de efectos hechos en cámara y basados en movimientos y desplazamientos de la misma en cada plano planificado meticulosamente para filmarlo en estudio, logrando siempre a toda costa, lo que él quería.
Ese inescrupuloso Hitchcock quedaría descubierto ante los ojos del mundo en la película biográfica dirigida por Julian Jarrold y producida por las cadenas de televisión BBC y HBO, “The girl”, donde se muestra al cineasta como un hombre despiadado y sádico que aterrorizó a la actriz Tippi Hedren durante el rodaje de “Los Pájaros” (1963).
El telefilm protagonizado por Toby Jones (Hitchcock) y Sienna Miller (Tippi Hedren), nos muestra un crudo episodio de abuso cuando la actriz es atacada brutalmente por verdaderos cuervos para causar ese efecto real de pánico, desesperación y terror que se logra en la película original.
Hitchcock se obsesionó por Tippi Hedren, quien siempre rechazó los acercamientos e insinuaciones del director.
La actriz hastiada de su personalidad psicótica, finaliza la extraña y tóxica relación al filmar “Marnie” (1964).
Poniendo en duda la imagen del actor, en sus propias palabras él logra reivindicarse, “Hay algo más importante que la lógica: es la imaginación”, jugando con la mente y la emoción del espectador al público con cine de suspenso bien pensado, nada banal como el terror actual plagado de efectos por computadora, otorgándole un valor especial a la narración consiguiendo un cine de autor pero con auténticos elementos comerciales que lo hicieron un director exitoso tanto en cine como en televisión, hazaña pocas veces lograda por sus homólogos, aunque nunca consiguiera obtener el tan preciado Oscar como Mejor Director.
“Son famosos sus bocetos y dibujos de las escenas que imaginaba para luego plasmarlas al filmar. Su principal recurso era la narrativa audiovisual, sus películas llegan a comprenderse aún si se les ve en su idioma originalsin dominarlo, ya que las imágenes siempre hablan por si solas, y sobre todo los silencios tan habituales en sus películas, dialogando con el espectador para crear esa sensación de que algo va a suceder en cualquier momento”, así nos refiere José Luis Angarita, profesor de cine de la Universidad del Zulia.
El indiscutible aporte a los géneros del suspenso y thriller psicológico también fueron notables en la televisión donde logró tanto éxito como Walt Disney. Fue anfitrión y productor de la serie “Alfred Hitchcock presenta”, bajo un formato de historias de suspenso más cortas pero más comerciales, que lo convirtieron en una celebridad más allá de sus películas. Su contagioso humor negro combinado con la ironía y su graciosa gestualidad al presentar cada capítulo de la serie, alimentaron el ego y el mito del genio, “La televisión ha devuelto al crimen a su origen: el hogar”, reza una de sus frases.
Fue famoso también por sus cameos o apariciones cortas en sus películas, convirtiendo la travesura, en su sello personal, haciendo que sus fanáticos trataran de descifrar el momento en el cual iba a aparecer, se hizo tan habitual la práctica que comenzó también a planificar sus apariciones cuidadosamente para no distraer al espectador de la trama, produciéndose la mayoría de ellas, en la primera media hora de la película.
Con sus películas, Hitchcock aún permanece vigente, es una referencia obligada para los nuevos directores que manejan el género del suspenso, dejando un legado importante en la búsqueda de un cine moderno.
A pesar de sus fueros internos, su vida personal fue tan rígida y común como el impecable y elegante traje que siempre llevaba puesto, eso quizás le permitía ocultar su mente desbocada por los constantes pensamientos de violencia y de horror como el mismo Norman Bates. “Estoy seguro de que a cualquiera les gusta un buen crimen siempre que no sea la víctima”.
Con información de: http://www.panorama.com.ve/portal/app/push/noticia64279.php