+ Crisis, matanzas, corrupción, saqueos…
+ ¡Si no es ahora, cuándo!
Por los saqueos sexenales.
Por las matanzas de 1968 y 1971.
Por las crisis económicas que empobrecieron al país.
Por la brutalidad de Díaz Ordaz.
Por la locura de Echeverría.
Por la frivolidad de López Portillo.
Por el fraude electoral (1988) de Miguel de la Madrid.
Por la crisis financiera y política de Salinas de Gortari.
Por el Fobaproa de Zedillo.
Por la corrupción de Peña Nieto.
Por los gobernadores pillos: Montiel, Javier y César Duarte, Borge, Moreira (hermanos), y muchos otros más.
Por los líderes sindicales multimillonarios al cobijo del PRI: el emblema: Romero Deschamps; Elba Esther Gordillo (apuntalada por el panismo, hay que decirlo); Víctor Flores y varios más.
Por los políticos que sexenio tras sexenio siguen viviendo de tres cosas: fuero, dinero público y abusos, como Gamboa Patrón, Camacho Quiroz, Lozano Alarcón (priista siempre de entraña y mañas), y quienes de trabajo honesto saben lo que el columnista de física cuántica.
Por los que allá vienen, heridos y renqueando, y querrán lamer heridas y recuperar el poder en el 2024: Videgaray, Nuño, Eruviel, Osorio Chong, que ahora esconden la mano que contribuyó a convertir a México en un ente aún más corrupto, pobre e inseguro durante este sexenio, y que se agazapan para que de momento nadie los voltee a ver.
Por todas estas razones, ha llegado la hora de matar al PRI.
¿O les parece poco lo que han hecho con nuestro país?
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Los priistas están heridos de muerte, sí, pero no muertos.
Los priistas están en terapia intensiva, sí, pero no desahuciados.
Los priistas están en la antesala del olvido, sí, pero no extinguidos.
El tsunami AMLO los devastó y los llevó a la ratonera de la historia, de donde jamás deberán salir:
Solamente tendrán alrededor de 40 diputados federales (tenían 204). Senadores: 14. Y aunque mantienen 12 gubernaturas, todos los Congresos estarán dominados por Morena. El Presidente priista saldrá con el menor respaldo ciudadano y aborrecido por las mayorías. En la CDMX ni siquiera pinta
¡Si no es ahora, cuándo!
El PRI ya ha caducado en la historia de México. Su presencia ya no se justifica. Su personal e impune estilo de gobernar – corrompiendo, arrebatando, abusando, enriqueciendo, violando la ley-, ya es anacrónico para los tiempos que se requieren. Su sitio está en la memoria, no en el futuro. Ya dio. Ya fue.
Vamos: ni siquiera podemos hablar de un contrapeso necesario y sano para la democracia mexicana: cuando el PRI fue oposición con Fox y Calderón, bloqueó las reformas necesarias, congeló iniciativas benéficas para el país, rechazó diálogos plurales. Siempre ha visto por su beneficio personal y tesorería partidista. Primero ellos, su casta y sus aliados. Los demás, que se jodan.
¿A qué democracia le hace falta una fuerza política así: impune, interesada, convenenciera, abusiva? A ninguna. En cualquier parte del mundo.
¡Si no es ahora, cuándo!
¿Cómo aniquilar al PRI?
Cortándole los circuitos que le han permitido su sobrevivencia: los financieros. Un PRI sin dinero es un PRI inofensivo. Investigando y castigando a sus pilares: Romero Deschamps, Gamboa Patrón, entre otros. Neutralizando a los magistrados de la SCJN que sirven solamente a intereses políticos y no a causas ciudadanas, como Eduardo Medina-Mora. Nulificando a quienes han formado prácticamente una bancada priista en el TEPJF. Sometiendo a los consejeros electorales del INE que intentarán dar oxígeno emergente al dinosaurio. Cerrándoles la llave del dinero a los gobernadores y destinando los recursos realmente a escuelas, universidades, hospitales, desarrollo social, subsidios justificados, deportivos, becas, etc., y no que se utilicen para que la rapiña femenina viaje con familia y amigos en el avión presidencial o viva en Londres con el dinero de los más necesitados.
Y políticamente, la consecuencia natural sería un PRI fragmentado, balcanizado. Con relativo poder en algunos territorios, pero sin mayor peso político en las decisiones claves. A los ciudadanos les tocaría recetarle el veneno del uno de julio: votar en su contra.
Por ahí podríamos empezar.
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El PRI sufrió una fuerte derrota en el año 2000, sí, pero no tan catastrófica para ellos – en posiciones políticas – como la que se les propinó, a golpe de votos, el uno de julio pasado. Fox no quiso aniquilarlos. Calderón no pudo. Se reinventaron, y llevaron a Peña Nieto a Los Pinos, en un retroceso brutal para la democracia mexicana.
Ojalá que no se cometa, ahora con López Obrador en Los Pinos, el mismo error histórico: dejar al PRI moviendo la patita y dejar que se recupere. Esperemos que AMLO obedezca el llamado de las urnas: ya no queremos más PRI, porque ese es, en el fondo, el mandato popular: necesitamos nuevas formas de gobierno, no más priato.
El PRI está jalando bocanadas de aire. Se retuerce. Hay que bloquearle ese aire.
¡Si no es ahora, cuándo!
Por Martín Moreno