El pasado 10 de agosto la feminista Ibtissam “Betty” Lachgar fue detenida en Casablanca por autoridades de Marruecos al ser denunciada de blasfemia por un hombre. El acto reprochado consistió en ponerse una camiseta donde dice “Alá es lesbiana”, compartir la fotografía en redes y manifestar que la religión musulmana es fascista y misógina.
Fue trasladada a una prisión de Rabat y se le negó la libertad provisional solicitada por su defensa aun habiéndose planteado al Tribunal que la salud de Lachgar está en riesgo por estar enferma de cáncer y requerir en el corto plazo de intervenciones quirúrgicas y tratamiento, como cabría en cualquier investigación de carácter penal con detenido cuando el delito no es grave ni se está ante alguien peligroso, poderoso o adinerado que pudiere sustraerse de la justicia o que signifique un riesgo para la seguridad de ese país, pensando aquí en integrantes del crimen organizado trasnacional, terroristas o violadores.
La realidad es que Betty Lachgar es una presa política de Marruecos, por ser mujer, por ser lesbiana, por ser feminista y atea.
Ser encerrada por quién eres y no por lo que haces, caracteriza la política criminal de los Estados totalitarios de los demócratas, porque el uso que se le da al poder punitivo para asegurarse la evitación de opiniones que estarían protegidas por la libertad de expresión es el filtro material entre lo que presume garantizar a su ciudadanía y lo que en realidad abusa de ella.
Desde el movimiento feminista varias organizaciones a nivel internacional hemos enviado cartas a las representaciones de relaciones exteriores en países como España, México, Colombia, Argentina o Chile para que se opongan a esta forma de control político contra la libertad de opinión de las mujeres y Lachgar sea puesta a salvo. El 27 de agosto se protestó también ante las oficinas de las Embajadas que tiene Marruecos en España, Francia, Bélgica, el Reino Unido y Canadá, además de otras acciones que se desarrollarán ante tribunales de justicia el próximo 3 de septiembre.
Es importante hacer notar una reacción en torno a esta lucha: hemos recibido respuestas de diversa índole y origen, arguyendo algo así como ¿quién le manda a Betty a ponerse una camiseta con senda frase en un país de mayoría musulmana? esto en añadidura al lavado de manos de organizaciones protectoras de estos temas, políticos y personajes que por un lado claman por la indiferencia de otros ante crisis como la de Palestina u otras personas encerradas por ser homosexuales o pertenecer a minorías, pero no aquí, no con Lachgar. ¿Por qué?
Vamos a ver que, estamos habituados a discutir de Política, la mundial y la de cualquier pueblo, dividiéndola: Una “grande” donde caben las discusiones importantes de las comunidades y la que aborda a las mujeres,considerada accesoria, aunque somos más de la mitad. Según el tipo de gobierno la nuestra puede estar domeñada como un adorno que se pone a disgusto o ser más o menos útil en tanto las mujeres pueden representarse a sí mismas, participar y hacerse oír.
En cualquier caso, el feminismo es capaz de analizar ambas, aquella política, más que “grande” masculinizaday la que construye y crea por y para las mujeres. Los varones sólo saben y les importa preservar la suya, por ello se tolera la esclavitud del sexo opuesto, el encierro, la explotación y cualquier forma de violencia, porque las condiciones de vida de esa mitad de la población que somos, son irrelevantes mientas la de los hombres siga y se puedan hacer negocios.
Precisamente, la posición que ocupan las mujeres dentro de los países donde habitan, los ámbitos donde pueden desarrollarse y los accesos que tienen al goce de sus derechos humanos sin discriminación sexual define además la altura política, también el grado de civilización de un lugar concreto.
En este caso convergen ambas situaciones, Marruecos se exhibe en calidad de un Estado simulador, porque ha firmado convenciones como la CEDAW con Naciones Unidas e instrumentos como el Acuerdo euromediterráneopor el que se crea una asociación entre las Comunidades Europeas y sus Estados con ese Reino, cuyo artículo 2establece el respeto de los principios democráticos y de los Derechos Humanos y las libertades políticas fundamentales tal como se indican en la Declaración Universal de 1948 como base mínima ética para el comercioe importación de productos agrícolas, pesca, carbón, acero y potencialmente en un futuro, en materia nuclear con Bélgica, Dinamarca, Alemania, Grecia, Francia, España, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Austria, Portugal, Finlandia, Suecia y Gran Bretaña a quienes les basta la firma pero no se interesan por demandar que cumpla su palabra.
Estos compromisos datan del año 2000 y la propia Constitución marroquí está desde 2011, siendo la norma penal el arma más violenta de cualquier Estado, debió ser lo primero en adecuarse al respeto de derechos fundamentales y no ser tolerado por décadas que persista en esta contradicción jurídica de tener vigentes delitos de raíz religiosa dirigidos a castigar a las mujeres como vía de control respecto de sus decisiones personales u opiniones y con la facilidad de que los hombres puedan acusarlas y hacer de ellas un ejemplo.
Ibtissam “Betty” Lachgar representa el 4% de marroquíes que no tienen religión y de acuerdo a “Le Monde” fundó en 2009 el Movimiento Alternativo para la Defensa de las Libertades Individuales desde el feminismo, laico y universal cuya labor en ese país consiste en causas como la despenalización del aborto o la exigencia a que el Estado respete la orientación sexual de las personas.
De tal modo es estulto y carente de lógica desde quien se define como conocedor de derechos humanos, argüir que estos sólo pueden abanderarse cuando las condiciones sociales, políticas o jurídicas así lo permiten, probablemente desaprendieron lo que la defensa significa si no les reditúa… y que vergüenza.
Ibtissam es, todo lo que sus causas representan y lo que defiende es existir, ser ciudadana de pleno derecho de un Estado inclusive si ese es Marruecos.

Claudia Espinosa Almaguer