Como he estado escribiendo mucho últimamente, el pequeño secreto evidente de la crisis económica mundial es que la teoría económica clásica ha funcionado en realidad bastante bien.
Es verdad que pocos previeron la gravedad de la crisis de 2008, pero eso no fue un fallo grave de la teoría, sino un fallo de observación. En realidad entendíamos bastante bien los pánicos bancarios, pero no nos dimos cuenta de que los bancos tradicionales representaban una parte mucho más pequeña del sistema que antes, ni de que los bancos en la sombra no regulados y no avalados se habían vuelto tan importantes. Una vez que se cayó en la cuenta, como ha documentado el economista Gary Gorton, la teoría clásica de los pánicos bancarios explicó perfectamente la historia.
Y puede que las consecuencias de la crisis –los tipos de interés persistentemente bajos a pesar de los déficits elevados, la impotencia de la política monetaria y las enormes repercusiones negativas de la austeridad fiscal– no hayan sido las que la mayoría de los economistas o de los organismos gubernamentales vaticinaron, pero es lo que deberían haber vaticinado. Como señalo a menudo, la Macroeconomía Básica ha funcionado bastante bien.
El caso es que no se han necesitado en absoluto nuevas teorías radicales ya que las herramientas económicas de las que ya disponíamos proporcionaron mucha orientación.
Pero, en tal caso, ¿por qué nos está yendo tan mal? Y quiero decir realmente mal. En Europa, la recuperación es ahora inferior a lo que lo era en el mismo punto durante la Gran Depresión. Observen el gráfico sobre la producción industrial europea de la Liga de Naciones que empieza en 1929, y el de Eurostat que empieza en 2007.
La respuesta inmediata es la mala política, y, sobre todo, la austeridad fiscal frente al desempleo masivo, que es exactamente lo que nos dice que no deberíamos estar haciendo todo lo que sabemos de macroeconomía.Algunas de estas decisiones reflejaban los problemas de la unión monetaria en Europa, pero ha habido mucha austeridad, incluso en los países del núcleo europeo.
Y detrás de todo esto estaba el absoluto empecinamiento de las autoridades en rechazar todo lo que habíamos aprendido sobre política macroeconómica durante las depresiones y guiarse en cambio por sus prejuicios.
Naturalmente, encontraron a economistas prominentes –como Alberto Alesina, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff– que les dijeron lo que querían oír. Pero había muchos economistas prominentes que advertían desesperadamente de que estaban equivocados; fueron los responsables políticos y la Gente Muy Seria en general los que decidieron quiénes eran serios y a quiénes merecía la pena escuchar, dando lugar a errores que ahora parecen hasta cómicos. Pero no es una broma; es una historia terrible de locura y desastre.
http://blogs.elpais.com/paul-krugman/2013/05/ignorar-la-teoria-basica-causa-desastres.html