La Abadía de Westminster, el templo anglicano donde fueron entronizados reyes y reinas desde 1066, fue escenario hoy del solemne acto con el que se celebró el sexagésimo aniversario de la coronación de Isabel II de Inglaterra.
Con menos boato que hace sesenta años, al servicio religioso de hoy asistieron la familia real británica en pleno y más de 2 mil invitados, y fue presidido por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el deán de la abadía, John Hall.
La reina, que llevaba un vestido blanco de la diseñadoraAngela Kelly y pamela a juego, fue la última en entrar al templo junto a su marido, el duque de Edimburgo, que el próximo lunes cumplirá 92 años y que anoche debió cancelar un compromiso por no encontrarse bien, según el Palacio de Buckingham.
La soberana, de 87 años, fue recibida por el deán del templo y el príncipe Carlos, heredero de la corona británica, quien ha aumentado sus compromisos oficiales como señal de que debe asumir cada vez más responsabilidades debido a la avanzada edad de su madre.
Justo antes de que entrara Isabel II lo hicieron el príncipe Carlos y la duquesa de Cornualles, recibidos por el deán de Westminster, y los duques de Cambridge, William y Catherine, quien dará a luz a mediados del próximo julio al bebé que será tercero en la línea de sucesión a la corona.
Catherine llevaba un vestido de encaje y, por encima, una chaqueta hasta la rodilla en color melocotón, de la diseñadora británica Jeremy Packham, que acompañó con un tocado del mismo tono.
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