Se trata de Gonzalo Fuentes, un paciente de 25 años que durante su vida siempre estuvo ligado a las campañas solidarias para ayudar a niños con cáncer. “Si pudiese retroceder el tiempo no lo haría, agradezco lo que me tocó vivir”, fueron sus últimas palabras.
Para aquellos que sufren enfermedades graves, y muchas de ellas terminales, significa una lucha constante día tras día que no solo los involucra a ellos como pacientes, sino que también a sus familiares y cercanos que deben estar con ellos dándole apoyo emocional.
Sin embargo, hay quienes a pesar de esas dificultades sacan a la luz su solidaridad con otras personas que están viviendo lo mismo que ellos.
Uno de esos casos es el de Gonzalo Fuentes, un joven de 25 años que sufría de leucemia linfoblástica y que tuvo como última voluntad regalar una campana de bronce al servicio de hematología de adultos del Hospital Regional de Concepción, en Chile.
Según información de Radio Bío Bío, este chico marcó en profundidad al equipo médico del hospital cuando estuvo internado durante sus últimos días de vida.
Gonzalo fue muy activo para organizar campañas para apoyar a niños con cáncer y también reclutó a decenas de donantes altruistas de sangre. Eso lo transformó en una figura inolvidable en el lugar.
“Si pudiese retroceder el tiempo no lo haría, agradezco lo que me tocó vivir, cada respiración es vida, me siento en paz y feliz, como ahora, escribiendo este relato, el que quizás será mi última huella“, escribió el joven antes de fallecer.
Justo después de que la leucemia se agravara y el joven no resistiera más, su madre, llamada Otilia, le entregó al hospital en representación de su hijo una campana para que los pacientes que superen el cáncer la toquen una vez dados de alta y así puedan celebrar.
En el lugar hay una placa que dice: “Si ganaste esta batalla, tócala fuerte para que se escuche hasta el cielo“.
Uno de los primeros pacientes en tocarla fue Luis Pradel Terán, quien salió de quimioterapia y fue dado de alta del hospital. De hecho, volvió a vestirse con ropa de calle y tras salir en silla de ruedas tomó el lazo de la campana y la golpeó, entre aplausos y vítores.
“Me siento muy bien, muy aliviado, muy satisfecho de haber pasado por acá, independiente del tema de la enfermedad satisfecho de haber conocido toda esta gente, tan linda“, cerró el paciente.
Upsocl