La tensión en Oriente Próximo alcanzó un nuevo punto crítico este jueves, luego de que Irán lanzara una serie de proyectiles que impactaron directamente en el hospital Soroka, en la ciudad israelí de Beersheba, y en zonas de Tel Aviv, Holon y Ramat Gan, dejando más de 60 heridos.
Desde el lugar del ataque, el ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, lanzó una dura declaración contra el líder supremo iraní, Alí Jameneí, a quien calificó como “el Hitler moderno” y afirmó que “no debería seguir existiendo”.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, también reaccionó con contundencia:
“Los tiranos de Teherán pagarán un alto precio”, sentenció.
La ofensiva iraní, considerada una de las más agresivas hasta el momento, fue interpretada como una respuesta directa a los bombardeos israelíes de días anteriores. En represalia, Israel confirmó que ha atacado infraestructura nuclear iraní. Según su ejército, los blancos fueron un reactor “inactivo” en Arak y una planta clave en el desarrollo nuclear ubicada en Natanz.
Este intercambio de ataques incrementa peligrosamente las tensiones en la región, mientras la comunidad internacional observa con preocupación una posible escalada bélica a gran escala.