Arquitectos del Nuevo Milenio
Por Arq. Geraldina Cernuda Benavente
En el tema de la Movilidad en la ciudad, es necesario puntualizar que la movilidad urbana no se soluciona con afirmaciones generales ni con discursos de escritorio, sino con estudios técnicos precisos, diagnósticos reales y decisiones basadas en evidencia.
Particularmente, Avenida Carranza requiere mucho más que declaraciones: necesita metodología, análisis de campo y planeación con visión integral. Lo demás —por más bien intencionado que parezca— se queda en el terreno de las ocurrencias.
Responder con datos, no con discursos.
Hablar de movilidad urbana en abstracto es una cosa; entender el pulso real de Carranza es otra muy distinta.
No se puede repetir un listado de factores sin observar cómo esta vialidad se comporta día a día: la saturación no proviene de la “falta de cultura vial”, sino de una mala gestión del espacio y ausencia de planeación integral.
Las causas concretas están ahí:
Falta de control en estacionamiento y carga/descarga.
Geometrías reducidas que impiden maniobras seguras.
Cruces peatonales inseguros y mal señalizados.
Semáforos descoordinados y paradas de transporte sin bahía.
Sin medir, sin aforar y sin modelar, no se puede proponer.
No se puede quitar autos sin ofrecer opciones reales.
Reducir carriles o improvisar ciclovías sin un análisis técnico previo solo traslada el problema a calles vecinas y daña la economía local.
Antes de restringir el paso, se debe:
- Crear estacionamientos perimetrales con acceso peatonal seguro.
- Ordenar la carga y descarga con horarios inteligentes.
- Garantizar transporte público eficiente, con frecuencia y rutas funcionales.
Transporte público: ingeniería, no deseo
No basta decir “más transporte público”.
En una avenida estrecha como Carranza, los carriles exclusivos son inviables sin rediseño geométrico. Lo que sí puede hacerse es:
Reubicar y ordenar paradas de autobús con bahías adecuadas.
Otorgar prioridad semafórica al transporte colectivo.
Eliminar la competencia por pasaje que genera caos operativo.
La ciclovía: seguridad o simulación
La actual ciclovía sobre Carranza no cumple las condiciones mínimas de seguridad ni de visibilidad.
Presenta puertas de autos que abren directamente hacia el carril ciclista, cruces sin prioridad ni señalización adecuada y, además, un error grave en la orientación del sentido de los flujos.
Hoy, los ciclistas circulan en el mismo sentido que los automovilistas, lo que provoca que, al dar vuelta, el conductor no alcance a visualizar al ciclista que se aproxima por el costado derecho.
Este ángulo muerto es el origen de múltiples atropellamientos recientes: ambos se mueven en la misma dirección y no se ven hasta que el impacto ocurre.
En corredores urbanos tan angostos, el sentido de la ciclovía debería permitir el contacto visual entre conductor y ciclista en los giros, de modo que ambos puedan anticipar el movimiento y evitar accidentes.
Eso es planeación con criterio técnico, no improvisación.
Una ciclovía correctamente diseñada requiere:
Protección física continua y buffer lateral de seguridad,
Intersecciones elevadas o prioridad ciclista visible,
Conexión con la red existente,
Mantenimiento constante,
Y niveles de iluminación fotométricamente controlados, que eviten el deslumbramiento y garanticen uniformidad visual para todos los usuarios.
Los reglamentos sin método son letra muerta
Actualizar leyes de movilidad suena bien, pero si no se respalda con instrumentos técnicos —como un Manual de Intersecciones Seguras, una Norma de Carga y Descarga o un Programa de Gestión de Estacionamiento— todo queda en buenas intenciones.
Los reglamentos se aplican con método, no con discursos.
Cómo se hace bien: con un Estudio de Impacto Vial serio
Antes de tomar cualquier decisión sobre Carranza, se necesita un Estudio de Movilidad Integral con:
- Aforos 24 horas de todos los modos de transporte.
- Encuestas originales- destino de usuario
- Inventarios de accesos, paradas y zonas de fricción
- Diagnóstico de seguridad vial y siniestralidad histórica.
- Modelación de escenarios y evaluación de costo-beneficio
- Análisis peatonal, ciclista y de accesibilidad universal
Solo con estos datos puede hablarse de una mejora real, sustentada en evidencias técnicas.
CONCLUSION
La planeación urbana no se hace con instituciones, si no con intuiciones, si no con conciencia.
El reto de Carranza no es ideológico, es técnico.
Y la verdadera modernización empieza cuando se escuchan los datos y se deja de improvisar.
No se trata de tener una ocurrencia.
Se trata de hacer mejora.


