LA CÁBALA POR ADRIANA OCHOA // EL “CHOLO STYLE”

Uncategorized

El “Chole Style”

Votosdelacapital ESTE VA EN LA CABALA

 

Algún día tenía que suceder.

Una administración tras otra, estatales y municipales, de azules y de rojos, haciendo que no veían dos ciudades de una desigualdad brutal en una sola, a veces hasta promoviendo que así fuera, contribuyeron por acción u omisión.

Un trienio tras otro se repetía el juego de la alineación de no más de diez familias poderosas y en función de acuerdos o desacuerdos en esas cumbres, uno veía fluir tendencias y se estaba o no en posibilidad de llegar a la alcaldía.

Y ya una vez en la administración de la capital del estado, el emocionado alcalde novel se enteraba que el puesto es oropelesco, de un empleado de mostrador en la primera línea de la demanda social, rechiflas frecuentes por las fallas en servicios, sin dinero suficiente y con un montón de agujeros en las finanzas. Se puede optar por desgastarse como galeote con las broncas, sin que las rechiflas cambien mucho de intensidad, o dedicarse a que las miserias mantengan una línea de flotación el trienio completo, o si es posible sólo hasta que se separe del cargo para buscar otro menos demandante.

El alcalde también se enteraba que son los más pobres quienes menos deben predial y que además las deudas del Interapas, por monto, las encabezan señores de fortuna y corporativos muy solventes que simplemente no pagan y allá a ver cómo se las arreglan.

Nuestros alcaldes siempre han estado pensando en el cargo como escalón para otro más adelante, para la gubernatura. En eso estriba que aún con las mejores intenciones, se conviertan en patos cojos apenas asumen: no se atreven a cobrarle predial a X o Y porque no se vayan a enojar; no se atreven a que los grandes morosos de Interapas paguen lo que cuesta el agua; fingen ceguera ante el crecimiento geométrico del ambulantaje; cultivan “regidores tapetito” porque no quieren roces en Cabildo y es menos lío maicear a incondicionales; permiten que “artistas” incomprendidos pintarrajeen donde se les pegue la gana y dañen propiedad ajena; incorporan a la nómina a cuanto recomendado o “compromiso” les cae y luego se lamentan como descosidos del peso imparable de sueldos y prestaciones.

La alcaldía capitalina es una pascua a algo mejor y no conviene malquistarse con nadie. Un alcalde tiene muchas facultades, pero no las usa para no incomodar. Vaya pavo.

De ribete, un gobernador ignorante que se entercó en no destinar recursos para la capital del estado porque según él eso es “ponerle flores a Carranza”. Un sexenio perdido en el que no se invirtió en infraestructura para la movilidad por el profundo desafecto de este señor a la ciudad donde vive. A los grandes proyectos de transporte no se les movió nada, entre la incompetencia y la falta de voluntad.

Toranzo no vio pobres en la capital. El señor del machacón discurso del “combate a la pobreza” no se dio cuenta nunca que hay dos San Luis con diferencias abismales en calidad de vida. Las mejores vialidades, los espacios de esparcimiento, los servicios, están en las zonas de sector residencial. El resto es una ciudad de invisibles, de gente que se las apaña como puede con su día a día en el transporte, los servicios, el abasto, la seguridad y el derecho al ocio. ¿Alguno de sus colaboradores de primera línea vive en el oriente? ¿O en las colonias del sur?

A los habitantes del sector residencial en el poniente les indignó que el candidato del PRD a la diputación por el distrito octavo local, Sergio Desfassiux Cabello, se montara una histrionada en un mitin prometiendo a sus prosélitos llevar el caño de aguas negras, a unos metros de donde se encontraba, “a esos desgraciados” de Las Lomas. Con un tono de incendio, el candidato arrancó aplausos y gritos de aprobación.

Desfassiux será diputado y quién sabe cómo hará para cumplir su promesa, pero donde el círculo rojo de la capital vio a un locuaz azuzador del rencor social, sus votantes vieron a un justiciero “del pueblo” y la puntada le acarreó reconocimiento en las urnas.

Cuando los priistas se empezaron a dar cuenta que la gallardía era un oleaje inadvertido, se metieron a los mítines del ex alcalde de Soledad y lo grabaron para los jerifaltes del tricolor. El audio que escucharon los dejó fríos.

El hombre empezaba el discurso con una sentida confesión de “hambre” por ver a su hijo, casi hasta el llanto. “Ustedes también tienen hambre”, les decía. Y en seguida les ofrecía ayudarles a combatir su hambre, y las carencias cotidianas, si lo ayudaban a él a ver a su hijo libre. Una máquina de generar voto emotivo.

Una estructura vertical, que no pierde el tiempo en consensos, hecha para conseguir triunfos, es el soporte. Las decisiones las toma el señor y no hay ni qué discutir. Si el PRI presume disciplina y capacidad de inclusión ante un PAN que se pierde en ajustes de cuentas y venganzas llevándose al partido entre las patas, en el gallardismo no cabe un vientecillo de disidencia.

Con una muy escasa participación, el gallardismo se llevó no sólo la alcaldía capitalina, sino que logró un corredor político estratégico con Soledad y Mexquitic, tres diputaciones locales de mayoría y dos federales, una de éstas probablemente para Candy su hija, inscrita como suplente de la diputada electa por el distrito II, Erika Briones..

En el Congreso, el PRI tendrá que negociar con él si quiere construir viabilidad. Tendrá dos de tres votos, los más importantes, así como el control del Interapas. Decidirá si da luz verde, mantiene en el limbo o combate las concesiones de agua.

El PAN perdió, pero también el PRI, con el que se supone hizo alianzas bajo la mesa. Acción Nacional se confió al desgaste y descontento con el gobierno torancista, pero no hizo nada más, no se dio cuenta que ya se le habían metido al terreno. La irrupción gallardista hiere de gravedad la expectativa de dos figuras de renuevo generacional que emergían en el partido, derrotadas las dos en las urnas: Xavier Azuara, el candidato a alcalde, y Rubén Guajardo, que perdió la diputación ante Xavier Nava.

Extraña cosa: el único panista que salvó los muebles del incendio amarillo en la capital fue el senador Octavio Pedroza, metido de cabeza sólo en ayudar a Ángeles Rodríguez a sacar un competido séptimo distrito, con la candidata perredista casi pisándole la sombra. Las dirigencias nacional y estatal del PAN dejan, tras esta elección, un penoso legado de cenizas.

La clase media alta y alta capitalina está de espanto. Operadores de Gallardo lo acercaron con varios empresarios antes de la elección, dialogó con ellos, pero aún así no lo vieron ganar, no lo creían, cometieron el error de minimizarlo como también lo hicieron el PRI y el PAN.

La alcaldía capitalina es una casa del jabonero, endeudada, deficiente y con enormes pasivos laborales y financieros. San Luis no es Soledad ni está para señoríos verticales, aunque el empresario avícola maneje con mucha destreza las debilidades de los demás.

La capital requiere infraestructura de movilidad y servicios que la haga competitiva; otro trienio perdido quizá lo sortee con propaganda, despensas y garrafones, pero eso no es dar soluciones de fondo a los problemas. El “Chole Style” clientelista es suficiente para ganar elecciones, pero no para sacar del atraso a una ciudad. Está el discurso del encono social, que ya le dio muchos puntos, pero exacerbarlo sin construir nada para resolver la desigualdad no va a llevar a San Luis a ninguna parte.

Mecánica, burda, populista, la fórmula Gallardo se tragó a los otrora “grandes partidos” que fueron incapaces de leer lo que ocurría bajo la piel de una ciudad abandonada en inversión pública, madre consentidora para unos cuantos y madrastra para la mayoría.

Y todavía se dio el señor Gallardo el lujo de expresar su molestia la noche de los comicios porque no le daban los 140 mil votos que se había propuesto como meta-piso, para superar la votación de Mario García hace tres años, pero la baja asistencia de ciudadanos a las urnas no dio para más.

Fuente:Pulso

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp