El Radar
Por Jesús Aguilar
Ayer jueves 27 de noviembre de 2025, Gertz Manero presentó su renuncia como titular de la FGR —casi tres años antes de que concluyera su periodo. En su carta argumentó haber recibido una oferta de embajada, dejando la mesa puesta para que llegara como sucesora inmediata Ernestina Godoy Ramos, actual consejera jurídica del ejecutivo, lo que, de entrada, configura la transición como una jugada pactada y de poder
La renuncia fue aprobada en el Senado con 74 votos a favor vs. 22 en contra.
Así, la FGR pasa de manos de un fiscal que llegó bajo el mandato del expresidente Andrés Manuel López Obrador, a alguien mucho más cercana al círculo de Sheinbaum: Godoy.
Según el periodista Raymundo Riva Palacio, lo que precipita la salida no fue su edad ni salud, sino una guerra interna por el control de expedientes: filtraciones recientes —como las del caso Colosio y del dueño del certamen Miss Universo— reactivaron la decisión.
La salida de Gertz no es un simple recambio: representa un reordenamiento estratégico en el poder judicial-fiscal del país.
¿Quién ganó? ¿A quién beneficia esta jugada?
• Godoy + Omar García Harfuch: la dupla que suena fuerte como eje del nuevo bloque de seguridad/fiscalía. Hay consenso en varios análisis de que Godoy y Harfuch son vistos como “la fórmula ganadora” para consolidar el nuevo esquema de mando en materia de procuración de justicia.
• El proyecto de Sheinbaum: la remoción de Gertz —quien fue designado bajo AMLO— permite a la presidenta deshacerse de una figura que ya no encaja institucionalmente en su proyecto y colocar sus propias piezas. Con ello, se instala debajo del paraguas presidencial un aparato clave, con mayor cercanía política y control operativo sobre fiscales y carpetas de investigación.
• Grupos de poder desplazados: según el análisis crítico, quienes tenían blindaje o protección en ciertos “expedientes explosivos” podrían ver debilitada su red. Gertz, en su momento, acumuló denuncias de nepotismo, tráfico de influencias y fortuna opaca.
La maniobra, entonces, no parece ser un “ajuste técnico” sino una reestructuración deliberada: cambia el tablero de poder en la FGR, y con ello, el potencial control de casos sensibles.
¿Quién pierde? — Y qué tan profunda continúa la crisis en la impunidad
Gertz Manero deja atrás una historia plagada de acusaciones serias (desde nepotismo, enriquecimiento, hasta decisiones judiciales controvertidas) que muchos esperaban fueran depuradas, no blindadas.
Pero su salida no garantiza justicia ni transparencia. Cambiar la cabeza de la FGR no significa limpiar los expedientes, ni deslindar responsabilidades reales. Los expedientes de corrupción, vinculación criminal o posibles complicidades en redes siguen ahí —como minas enterradas, listas para detonar.
Si el relevo se usa para proteger pactos, omisiones o encubrimientos, la transición será cosmética, no transformadora. Y la impunidad —esa plaga histórica de nuestro sistema— podría simplemente cambiar de custodio.
¿El principio real del “gobierno” de Sheinbaum?
Este giro político-fiscal podría marcar el verdadero inicio del mandato de Sheinbaum —no como una continuación más del régimen anterior, sino como un poder autónomo con su propio aparato judicial, su propio estilo de control, y su propia narrativa de orden y seguridad.
Con Godoy al frente, acompañada de Harfuch, Sheinbaum instala su impronta: hay limpieza de nombres, sí, pero también hay nuevos pactos de poder y control. El mensaje es doble: demostración de autoridad, y redefinición de quién decide qué se investiga, qué se filtra, qué queda en oscuras carpetas.
Si el 2025 quedará en la historia como “el año del relevo”, 2026 podría consolidar la nueva Fiscalía, con cambios profundos —o con la repetición maquillada de viejos vicios.
Lo que sigue — Y lo que todos deberíamos vigilar
• Que la transición no sirva para enterrar expedientes sensibles o para otorgar “criterios de oportunidad” negociados.
• Que la designación final no se convierta en una imposición. Que el sucesor (o sucesora) responda ante la ley real, no solo ante el poder político.
• Que los casos de corrupción, violaciones graves o nexos criminales que quedaron pendientes con Gertz no se pierdan en la burocracia. Que se reabran o se investiguen con plena autonomía.
• Que la ciudadanía, los medios y la sociedad civil mantengamos vigilancia estricta —no aceptemos los viejos discursos de impunidad maquillada.