LA CIUDAD SE ENCARECE: ¿QUIÉN SE QUEDA Y QUIÉN SE VA?

Letras Económicas, OPINION

Letras Económicas
Por José Claudio Ortiz

Hace unos días, las calles de la Ciudad de México fueron escenario de una protesta que, lejos de pasar desapercibida, se viralizó por sus imágenes: destrozos a negocios en zonas gentrificadas y reclamos contra la transformación de los barrios. Más allá de la violencia, que nunca debe ser el camino, el fondo del problema es profundo: ¿qué está pasando con nuestras ciudades?
La respuesta tiene nombre y apellido: gentrificación. Un proceso que, aunque suene sofisticado, se traduce en una realidad muy tangible para miles de personas: ya no pueden pagar la renta del lugar donde han vivido toda su vida.
¿Qué es la gentrificación?
En términos simples, la gentrificación ocurre cuando zonas urbanas tradicionalmente habitadas por personas de medianos ingresos se “revitalizan”. Llegan nuevos vecinos con mayor poder adquisitivo, se abren cafeterías modernas, boutiques, coworking, y los precios se disparan. El problema es que, en el camino, quienes vivían ahí terminan desplazados.
¿Por qué ocurre? ¿Y qué tiene que ver con la economía?
Mucho. La gentrificación no es solo un tema de estética urbana o de gustos personales; es, sobre todo, una dinámica económica.
1. Potencial inmobiliario: Las zonas bien ubicadas, cerca del transporte, con historia, con cierto encanto urbano, se vuelven atractivas para la inversión. Comprar barato y vender caro es el principio rector. Inversionistas remodelan propiedades, las rentas suben, y el valor del suelo también.
2. Turismo y trabajo remoto: En ciudades como la CDMX, la llegada masiva de turistas o de nómadas digitales que pagan en dólares (y ganan en dólares) ha acelerado la transformación. Lo que para ellos es “asequible”, para muchos habitantes locales es impagable.
3. Desarrollo económico desigual: Si bien la gentrificación puede traer empleos, nuevos servicios e ingresos fiscales para la ciudad, esos beneficios no siempre alcanzan a los desplazados. La desigualdad se ensancha y el tejido social se fractura.
¿Ganar o perder?… Depende de a quién le preguntes.
Ganadores: propietarios que ven subir el valor de su inmueble, desarrolladores inmobiliarios, marcas, gobiernos locales que recaudan más impuestos.
Perdedores: inquilinos de toda la vida, pequeños negocios tradicionales que no pueden competir, comunidades que pierden su identidad cultural.
Una panadería de barrio puede ser reemplazada por una cafetería de diseño. La tienda de abarrotes por un supermercado gourmet. Lo que era cotidiano y accesible, se vuelve aspiracional y excluyente.
¿Y qué pasó en la Ciudad de México?
En días recientes, una manifestación en la Ciudad de México reavivó el debate sobre la gentrificación. Aunque la protesta derivó en actos de vandalismo, lo que realmente atrajo la atención pública fue el trasfondo: el descontento ante los efectos del encarecimiento urbano en barrios como la Roma, la Condesa o el Centro Histórico.
Algunos sectores han cuestionado la autenticidad de la movilización, señalando una posible motivación política detrás de su organización. Sin embargo, más allá de quién la haya convocado, el malestar existe: muchas personas sienten que su ciudad se ha vuelto inaccesible. Y no es solo una cuestión de nostalgia; es economía pura: si tu salario no sube al ritmo de la renta, te vas.
No se trata de frenar el desarrollo, sino de buscar equilibrio.
Algunas ciudades han implementado políticas como:
• Vivienda asequible para evitar el desplazamiento.
• Impuestos o regulaciones a las rentas turísticas (como Airbnb).
• Apoyo a pequeños comercios tradicionales.
• Participación comunitaria en los proyectos de urbanización.
La gentrificación no tiene por qué ser sinónimo de expulsión. Con voluntad política y planificación urbana incluyente, es posible revitalizar sin desarraigar.
Una reflexión final
Las ciudades cambian, sí. Pero el desarrollo urbano no debe ser un privilegio de unos cuantos. Si queremos comunidades vivas, diversas y justas, necesitamos pensar la ciudad también desde quienes la habitan, no solo desde quienes la rentan o la compran. La gentrificación no es un problema de diseño: es un síntoma de las desigualdades económicas que se reproducen en el espacio urbano.
Como siempre, te deseo un excelente miércoles y te espero la próxima semana.
@jclaudioortiz

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