Gálika
Debemos estar consientes de que nuestra generación presenciará por primera vez un fenómeno extraordinario: La llegada de México a las ligas mayores. No me refiero a ganar el mundial de futbol ni a participar en el G7 sino al papel económico creciente en importancia que nuestro país juega en el planeta. A pesar del fortalecimiento de los carteles del narcotráfico y la violencia y mala fama internacional que estos generan, en estos últimos años México ha escalado sin darnos cuenta complejos escalones financieros que lo colocan en una posición privilegiada.
Somos por ejemplo los mayores exportadores de televisiones de pantalla plana, BlackBerrys (aún se venden, aunque no lo crea), refrigeradores y estamos escalando puestos en la industria automotriz (8vo lugar en el mundo) y aeroespacial (4.3 billones de dólares en 2011). De acuerdo a “The Economist” para 2018 Estados Unidos importará más de México que de cualquier otro país, incluso China. El PIB Mexicano silenciosamente superó al de Corea del Sur, su más cercano competidor colocándose en el lugar 14 del mundo y hoy en día por primera vez exportamos diariamente más de 1 billón de dólares. Se dice sencillo, sin embargo esto significa que nuestro país exporta más que todo el resto de América Latina junta. Aunque el petróleo representa una importante entrada para nuestro país ya es el comercio nuestra entrada número uno. México se perfila para ser un gigante económico que crece más y más, amenazando con modificar las siglas de las futuras potencias mundiales (en 2050) de BRIC (Brasil, Rusia, India y China) a BRICM.
La gran pregunta: ¿Por qué no se ve esto reflejado en los bolsillos de los mexicanos?. Esto tiene varias respuestas. Para empezar, el dinero si se ve, pero no en los bolsillos de aquellos que deciden trabajar para alguien más sino en los de aquellos que deciden crear empleos y arriesgar su capital. Esos 1.16 trillones de dólares anuales llegan a los bolsillos de los empresarios, no de los trabajadores. Y bajan en cascada a bolsillos de más empresarios, nunca de empleados. El gran filtro que debe pasarse para recibir un trozo de este gran pastel de crecimiento se llama “emprendedurismo”. Podemos tomar una de dos opciones: Gastar energía y tinta en quejarnos: “Deberían repartir mejor la riqueza” o “Se deberían tener mejores políticas”, lo cual es totalmente cierto y válido ya que nadie ha regulado de manera adecuada las relaciones laborales, creando una gran desigualdad entre los que producen los bienes y servicios (empleados) y los que poseen las relaciones y canales comerciales (dueños).
Tenemos según Forbes a 11 personas billonarias que ganan más que 52 millones de ciudadanos viviendo en pobreza extrema. La desigualdad de México es la segunda más alta de los países integrantes de la OCDE arrojando una diferencia promedio de 27 veces entre el 10% de los hogares más ricos y el 10% de los hogares más pobres. Nuestros gobiernos, generalmente coludidos en estos negocios no se preocupan por repartir mejor la riqueza debido a que esto iría también contra sus propios beneficios.
La segunda solución es crear más emprendedores. De esta manera se coloca a más personas en la primera fila de desarrollo y la riqueza se reparte de mejor manera al existir más competencia y libre mercado. Los monopolios seguirán existiendo, sin embargo gracias al internet y a la democratización de la información cada vez les costará más trabajo a empresas monopólicas conservar hegemonías.
Para ser emprendedor no hay ningún tipo de represión. Las principales barreras están solamente en la cabeza de cada quien. Basta con decidirlo. Renunciar a trabajar para alguien más, comenzar a ejecutar proyectos propios, confiar en sus ideas y dejar atrás los pretextos. Es mucho más fácil quejarse y echarle la culpa al gobierno y a los monopolios que decidir participar activamente de una economía en crecimiento, sin embargo la recompensa vale la pena.
Ricardo Herrera
Twitter: @galikacyc