LA “DEMOCRACIA” DE MORENA

DESTACADOS, RADAR

EL RADAR

Por Jesús Aguilar

LA “DEMOCRACIA” DE MORENA

@jesusaguilarslp

Se llegó el momento y se generó finalmente la selección de candidatas y candidatos de MORENA y aliados que buscarán las gubernaturas en 8 estados y la jefatura de Gobierno de la CDMX. Las ganadoras (5) y ganadores (4) por el ajuste de términos de paridad en México estuvo basada en los resultados de las encuestas (que nadie conoce ni atina a revisar) pero que terminaron por ser dispuestos de forma impráctica por las normas electorales.

Profundicemos en el análisis de estos puntos:

En primer lugar, lo que salta inmediatamente es  que la selección de candidatos basada en encuestas no es verdaderamente democrática. En casos concretos de estados tan fuertes y poblados como Jalisco y Guanajuato en los que candidatos que ganaron las encuestas no fueron los mejores calificados, o en el caso paradigmático de la capital del país donde Clara Brugada, con casi 15 puntos menos que García Harfush es la abanderada-ungida por los duros de AMLO.

La crítica se extiende a la idea de que la democracia debe implicar que los ciudadanos elijan a los líderes mediante votaciones libres y justas, en lugar de que los líderes de los partidos impongan candidatos basándose únicamente en la popularidad. El énfasis en la toma de decisiones realistas por parte de los partidos, impulsada por la reducción de costos y la evasión de conflictos internos, plantea interrogantes sobre el equilibrio entre pragmatismo y principios democráticos en los procesos políticos.

Habrá que cuestionar también enérgicamente el concepto de cuotas de género, porque son intrínsecamente antidemocráticas y desfavorables para las mujeres. El argumento postula que estas cuotas sugieren que las mujeres son incapaces de obtener candidaturas por sus méritos y que socavan los principios de equidad e igualdad. La comparación con las actuales candidatas presidenciales, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, que alcanzaron sus puestos sin recurrir a las cuotas de género, sirve como prueba de que las mujeres pueden triunfar en política sin un trato especial.

Esta senda crítica se extiende a la aplicación de cuotas de género en un sentido numérico rígido, en el que los partidos se ven obligados a nominar una proporción específica de hombres y mujeres independientemente de su competitividad. Hoy sostenemos categóricamente que tales cuotas pueden dar lugar a que los cargos se entreguen a familiares femeninos de políticos masculinos, lo que suscita preocupación por el nepotismo y la corrupción. Es tan anti democrático que el poder se herede, o que se maneje en términos Foxistas, como un triste periplo redundante en una pareja-presidencial o gubernamental.

Hay que llamar la atención también sobre la incidencia de este momento en un contexto social más amplio, destacando que factores históricos, culturales y personales contribuyen a la infrarrepresentación de las mujeres en la política y el mercado laboral.

Haciendo un paralelismo con la vida del trabajo, debemos señalar porqué hay que estar contra la imposición de criterios de paridad de género en las empresas y subraya la importancia de prevenir la discriminación sin recurrir a las cuotas.

Hay consideraciones éticas que también son muy necesarias hoy, ya que sugerir que se pudiese denegar una candidatura en función del género es altamente cuestionable y antitético y evidentemente alejado de los principios democráticos. Y es todo lo contrario a un criterio machista o misógino, porque las cuotas insultan a las mujeres al presentarlas como incapaces de alcanzar puestos sin un trato especial, especialmente cuando dos mujeres se presentan actualmente a la presidencia por su perfil, historia y méritos.

Hoy tenemos que ir mucho más allá de la discusión superficial sobre los métodos de selección de candidatos y las cuotas de género, profundizando en los principios de la democracia, el pragmatismo y las consideraciones éticas que rodean estas cuestiones en el panorama político mexicano. En San Luis Potosí, los manoseos de espacios ocupados en dirigencias estatales del PAN y PRI son evidentes, mujeres escogidas y manejadas por hombres tampoco son un signo de paridad real. ¿O sí?

Compartir ésta nota:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp