Domingo, plaza principal de Chone, provincia ecuatoriana de Manabí. Una pareja compra un refresco para combatir el calor. De fondo se escuchan los cantos de la misa de nueve. En un segundo la mañana se rompe. La joven es secuestrada y dos bandas armadas se enfrentan. Hasta que alguien grita “corte”.
El director Fernando Cedeño se planta y haciendo honor al apodo que le ha puesto la prensa nacional, el “Quentin Tarantino choneño”, le dice al actor encargado del plagio que sea más agresivo con la protagonista: “Sientan que esta huevada es de verdad”.
La producción de cine independiente en Chone comenzó hace 18 años, cuando un grupo de amigos fanáticos de las motos y de las artes marciales decidió jugar a filmar películas con una pequeña cámara de video.
Desde entonces, en esta pequeña región de la costa de 126.491 habitantes se han filmado decenas de películas, entre ellas la que se cree es la más vendida de la historia de Ecuador, “Sicarios Malabitas”, con más de un millón de copias distribuidas a través de comercios y vendedores piratas.
Y vaya que la “huevada” fue de verdad desde un inicio. Como no había dinero para balas de salva y en Chone sobraban de las otras, las escenas de acción se filmaban con proyectiles verdaderos.
Aunque los vaciaron o los fabricaron con materiales caseros, algunos actores salieron con quemaduras en el pecho y la cara, como recuerda Darwin Zambrano, uno de los primeros en embarcarse en esta aventura.
La fama cuesta
A Nixon Chalacamá lo salvó un salto a destiempo para evitar que lo acribillaran durante una escena de riesgo. Si llega a saltar cuando tocaba lo cosen a perdigones.
En cierta manera, Nixon se lo buscó: él fue el primero al que se le ocurrió filmar estas películas artesanales, inspirado en aquellas cintas de Bruce Lee que miraba en la matiné de los domingos.
“Yo quería estar en la cartelera del cine de Chone y lo logré”, le dice a BBC Mundo Chalacamá, quien no duda en admitir que su primera película con Cedeño provocó mareos en los espectadores choneños debido a los movimientos bruscos de cámara.
La cinta fue exhibida en único cine de Chone, el Oriflama, que luego desapareció para renacer como tienda comercial. Pero esto no evitó que ambos directores continuaran filmando, aunque los métodos de financiamiento no fueran propios del séptimo arte.
“No había dinero, entonces yo les decía a los que querían actuar: ‘Aquí es fácil, si tú quieres estar diez minutos tú pagas 100 dólares, si quieres estar 20 pagas 200, si quieres estar hasta el final pagas 2.000 dólares'”, recuerda Nixon.
Y añade: “Un tipo que me dijo que me iba a pagar 100 me engañó. Comenzó la película y a los 10 minutos le dije que tenía que morir. Pero él me dijo que la próxima semana me pagaba los 100 y ahí moría. Y el zambo éste no murió en la película y no me pagó los 100 dólares. Al pana, en paz descanse, después lo mataron”.
Guerrilleros
En el año 2000 estos dos aficionados al cine tomaron caminos separados.
Nixon decidió explorar guiones más audaces. En una de sus películas incluso actuó el expresidente ecuatoriano, Lucio Gutiérrez, en el papel de otro expresidente ecuatoriano, el general Enrique Gallo.
Fernando, por su parte, decidió que el negocio tenía que volverse más profesional, así que empezó a tomar clases de teatro.
“Cuando ellos empezaron yo aún estaba en la universidad. Vi una de sus películas y fue un poco chocante. Me decía ‘cómo pudieron haber hecho este tipo de cosas, se jalaron el eje, pusieron mal la cámara’, pero hasta que me tocó vivirlo y ver cómo es el cine que le denominamos de guerrilla, entendí cómo se maneja esto”, recuerda Camilo Andrade, director de fotografía y postproducción de la última película made in Chone, “El Ángel de los Sicarios”
¿Y que es esto que Andrade llama cine “de guerrilla”?
“Mira, hagámonos la idea de que el cine profesional es el ejército de cualquier país. Nosotros somos los guerrilleros revolucionarios que estamos al margen de la ley. Somos la revolución”, responde Cedeño.
Mandato
Para el cineasta ecuatoriano Miguel Alvear, quien investigó la producción de películas independientes en su país, todo el cine que se hace en este país andino es de carácter artesanal y por eso no existen muchas diferencias.
“Pero hay una brecha cultural ineludible, esta brecha tiene como consecuencia que las películas de ciertos cineastas van a los festivales prestigiosos y las que hacen en Chone se venden por miles en los mercados piratas”.
Sin duda una de las claves de su éxito está en abordar historias inspiradas en hechos reales.
“En algún momento alguien dijo ‘en Chone el café se calienta a bala’, había mucho sicariato”
Fernando Cedeño
“Ha bajado la violencia en este pueblo, porque en algún momento alguien dijo ‘en Chone el café se calienta a bala’, había mucho sicariato”, dice Cedeño a BBC Mundo.
Pero a veces, lo más peligroso no es vivir sino actuar, como fue el caso de René Pilai, abogado de profesión y actor de alma, a quien una escena de persecución le costó muy caro cuando a uno de los vehículos le fallaron los frenos.
“Pasó y me fracturé la tibia, el peroné de la pierna derecha y los dedos del pie izquierdo. Estuve ocho meses postrado”, le comenta a BBC Mundo con una sonrisa.
Dani Bone Sánchez, director de vestuario, maquillaje y arte, creyó que era el fin: “Yo dije ‘esta huevada se terminó’, pero cuando ya estaba en el carro que lo iba a trasladar el abogado dijo ‘no paren esto, sigan’. Entonces hubo que decir ‘sigamos esta huevada porque es el mandato del señor que está herido'”.
Y el cine de Chone sigue ese mandato, para que se sienta -como diría Cedeño- que esta “huevada” es de verdad, como las balas que casi matan a Chalacamá, como el auto que casi termina con la vida de Pilai, como la vida misma en Chone… o casi.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/05/130507_cine_chone_ecuador_rg.shtml