El incendio ocurrido este martes en un terreno abandonado despertó el temor entre los vecinos de la colonia San Francisco, quienes tuvieron que desalojar sus hogares en medio de la incertidumbre. Aunque el fuego fue controlado, el recuerdo de lo que alguna vez albergó ese predio sigue presente: Industrias Químicas Delgar S.A., una empresa que dejó su huella de contaminación y peligro en la zona.
Los habitantes de la colonia aún recuerdan el constante olor a químicos que salía de las alcantarillas y sanitarios, una situación que provocaba molestias respiratorias. Doña Martha y doña Jazmín de Jesús coinciden en que, durante las noches, despertaban con la garganta irritada por lo que respiraban mientras dormían. También recuerdan los estruendos que sacudían sus hogares y los hacían salir corriendo a la calle. Se decía que un trabajador falleció en una de esas explosiones, aunque nunca se confirmó.
El incendio de este martes trajo consigo momentos de pánico. Doña Jazmín, por ejemplo, fue despertada por los golpes en su puerta para alertarla del fuego. Apenas tuvo tiempo de agarrar sus llaves y su perrito antes de salir corriendo. Su hija estaba en la escuela, y tras recogerla, decidió resguardarse en casa de su hermana hasta que la situación estuviera bajo control.
Desde hace más de 30 años, el terreno quedó en el abandono, después de que los vecinos reunieran firmas para pedir la reubicación de la fábrica. En ese momento, la empresa ya enfrentaba problemas financieros y finalmente cerró. Durante años, se advirtió que el predio no podía utilizarse para construir nada nuevo, ya que los químicos en el suelo debían disiparse con el tiempo.
Pese a ello, con el paso de los años, el sitio fue usado para almacenar tarimas de madera. Incluso hubo rumores sobre la posible construcción de una tienda de autoservicio, lo cual nunca ocurrió. En su lugar, el predio se convirtió en un foco rojo donde se registraban asaltos e incluso una agresión sexual debido a la falta de alumbrado y seguridad.
Lizeth, otra vecina, recuerda que por mucho tiempo un hombre acompañado de varios perros se encargó de vigilar el terreno, evitando que jóvenes ingresaran a través de los agujeros en las paredes. Sin embargo, su presencia no evitó que el lugar se deteriorara con el paso de los años.
El nieto de doña Clemencia fue de los primeros en notar el humo esa mañana. Salió a jugar y, al ver la columna oscura, corrió a avisarle a su abuela. Al darse cuenta del peligro, ella rápidamente intentó evacuar a su esposo, quien usa muletas para caminar. “¡Salte que se está quemando allá atrás!”, le gritó.
La rápida acción de los vecinos ayudó a evitar una tragedia. Fueron ellos mismos quienes comenzaron a desalojar las casas y a buscar a los niños que estaban en la escuela cercana. Hubo momentos de angustia, pues algunos padres llegaron al plantel y no encontraron a sus hijos, aunque después se confirmó que los maestros los pusieron a salvo de inmediato.
Las secuelas del incendio aún son visibles. En los alrededores, el olor a humo persiste y los restos calcinados del lugar reflejan la magnitud del siniestro: maleza quemada, un poste de madera medio consumido, troncos ennegrecidos, cenizas y plásticos derretidos. “Fue una cosa horrible”, resumió doña Martha, quien vio el humo cuando salió a alimentar a sus cotorros.
A pesar del miedo que provocó el incendio, los habitantes de San Francisco saben que lo ocurrido este martes es solo un capítulo más en la historia de un predio marcado por la tragedia y el abandono.