Entre las condiciones que pidió la exprimera dama, Angélica Rivera Hurtado, “La Gaviota”, para firmar el divorcio con el expresidente, Enrique Peña Nieto, se encuentra la entrega de 35 automóviles de último modelo para ella y toda su familia, y que en los próximos 12 años ella y sus familiares puedan desplazarse en aviones privados para evitar ser objeto de ataques, burlas o comentarios.
La información trascendió en la columna Serpientes y Escaleras, de Salvador García Soto, quien apuntó en “Notas indiscretas” que aunque los papeles de la separación estaban listos desde antes del 1 de diciembre, fecha en que terminó el sexenio de Peña Nieto, por alguna razón el entonces mandatario postergó la decisión de firmarlos, y fue hasta ahora que lo exhibieron las revistas del corazón paseando con su nueva novia en Madrid, que por presión de la señora Rivera se ve obligado a concretar el trámite.
Según García Soto, el problema es que, lo que en principio era un acuerdo tranquilo y pacífico de las dos partes, se convirtió en una serie de exigencias, condiciones y reclamos por parte de “La Gaviota”, que según cercanos se sintió molesta y ofendida cuando Peña violó sus acuerdos y se dejó ver en público con su pareja nueva.
En el mismo espacio de El Universal, se comenta que a la boda del hijo del abogado Juan Collado el sábado pasado en Acapulco, asistieron Peña Nieto y su nueva novia, la modelo Tania Ruiz, en lo que fue su “presentación en sociedad”.
“Uno de los asistentes que convivió con la pareja narra que “se les vio muy enamorados y contentos bailando todo el tiempo” y dice que, “a diferencia de la señora (Angélica) Rivera que casi no hablaba en las fiestas ni saludaba a muchas personas, Tania anduvo muy sociable, presentándose, saludando a todo mundo y tomándose fotos con quien “se lo pedía”.
Al día siguiente de la boda, hubo una “bohemiada” en la casa del padre del novio —donde por cierto se hospedó el expresidente con su nueva pareja— y que ahí otra vez agarraron la fiesta y a Peña se le veía de lo más contento cantando, entre sones, boleros y hasta bailando aquel merengue de “Y que no me digan en la esquina, el venao, el venao” ¿A quién se lo dedicaría el ex? Dados girando. Escalera doble y semana perfecta, remató el columnista.