LA HERENCIA MALDITA EMPRESARIAL

DESTACADOS, RADAR

El Radar.

El editorial de Antena San Luis.

Más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos

Eva Perón

En uno de los principales actos de congruencia política y personal en sus casi 2 años de gobierno, Ricardo Gallardo ayer dio un tremendo mandarriazo a los empresarios que  buscan a como dé lugar cambiar el status de la Sierra de San Miguelito: “Están todavía tratando de meter amparos los desarrolladores, los constructores, los que tienen esa parte comprada, los ejidatarios, y se rehúsan a respetar el Área Natural Protegida, pero es un decreto presidencial”

Alguien engañó descaradamente al grupo de desarrolladores que integran la caricatura de Club Bildeberg del Valle del Tangamanga creando la “des-ilusión” de que podrían pasar por arriba de un decreto presidencial, y ayer Gallardo les dio esta dosis triple de “ubicatex”, seguramente ya hay agudos ataques de gastritis y hasta potenciales infartos entre los que han creído sentirse los dueños del destino y la tierra del Potosí.

Prácticamente todos los funcionarios estatales, incluyendo los títeres del Congreso estatal, alcaldes afines o reconvertidos, han usado por consigna la hoy trivializada pero apabullante etiqueta de “herencia maldita” para hablar de todo lo que sucedió antes del “reverdecimiento” de San Luis Potosí, en alusión directa siempre a los últimos cinco gobiernos estatales, Carreras, Toranzo, Marcelo, Silva Nieto y Sánchez Unzueta. La horda de tradicionales “aplaudidores” se han sumado de manera constante a la implacable intención de hacer sentir un “legado negro y cochambroso”. Permea porque es real y se siente en todas partes.

El propósito ha sido claro desde la mente de sus creadores y articuladores, construir un discurso que exima de responsabilidades al actual gobierno sobre “lo malo” y  en descargo “apuntarle todo lo bueno”, (al puro estilo decadente de AMLO), aunque como ya hemos mencionado en este espacio con anterioridad, ni todo lo malo se esfumará por decreto (y hoy no hay ningún responsable de esa tragedia tras la rejas, por más cajas de huevo registradas o no hayan “confiscado”); pero en el ámbito de los verdaderos intereses económicos que han influido sí o sí en la consumación de los proyectos políticos anteriores, han estado otra retahila de bribones impunes, los empresarios que no pagan impuestos, ni cuotas oficiales, que se “sordean” por el uso de infraestructura municipal (Aguas del Poniente), que se escudan en medios de comunicación para simular apertura y pretender blindarse ante obligaciones, normatividades o ahora hasta decretos presidenciales.

A este grupo de delincuentes de cuello blanco, que extorsionan, presionan, buscan “estrategas jurídicos” que inventen cómo pasar sobre la ley para empatar sus ambiciones con sus altas “igualas”, hay que compartirles el podrido rótulo que a los políticos con quienes se aliaron, a quienes financiaron y quienes tienen absoluta responsabilidad sobre el triste estado que tiene nuestra realidad tienen. Ellos son la “herencia maldita empresarial” y engrosan un Consejo lleno de avaricia e hipocresía, de abusos sistemáticos y conveniencias criminales.

¿El grupo de élite y prosapia tiene en la órden del día de su infame Consejo recordar que financiaron y alentaron al candidato que perdió la gubernatura ante Gallardo?

¿Porqué tendríamos que seguir fomentando que se mantena el estatus de una oligarquía dañina y voraz?

¿Cuánto falta para que se comiencen a “matar” entre ellos (los tenedores de la herencia maldita empresarial) al descubrir que algunos de sus capitanes los han llevado a un callejón sin salida con inversiones multimillonarias que no son viables, se mantienen en la ilegalidad y convocan a un estallido social inminente?

¿Cómo le harán para “cobrarse” mutuamente su ingenuidad recargada de soberbia?

Las arengas políticas, y con mayor énfasis con efecto electoral, deben circunscribirse a las normas y pautas de una producción ideológica. Siempre se proyectan como una contestación absoluta y congruente a las necesidades y demandas sociales de quienes consideran sus multitudinarios receptores.

Refutaciones intestinas y cualquier signo de inseguridad se eliminan con tal de ganar adeptos, convencidos de que acertaron en cuanto se produce la alternativa narrativa ofertada.

Si a eso sumamos el detonante polémico de “ritual condenatorio consuetudinario” el efecto es brutal.

La “herencia maldita empresarial” está ahí, y aunque el “mandamás” estatal se reuna con ellos de vez en cuando en su insípida pasarela de sometimiento, su recordatorio del “no pasarán” crea una esperanza real de que las cosas si están en camino de un cambio.

Inclusive la postura del enemigo íntimo del Gobernador, el alcalde Galindo, se enfila a un mismo derrotero, cancelar la posibilidad de renovar la concesión de Aguas del Poniente, es tomar distancia de los que han hecho del abuso una infame tradición.

RECADERO

*La “confusión” que integra en el potencial “ayuntamiento 59”, Villa de Pozos, los territorios de Santa Rita y El Jaralito que son de La Pila ya cayó en un ida y vuelta ridículo de hambronería político-electoral, se hacen bolas, suben y bajan el presupuesto para el plebiscito, y para variar avientan la “pelota caliente” al ayuntamiento Galindista. Los articuladores de esta idea quedan al descubierto por sus infames incapacidades. Las firmas de los Pileños en este tema, parecen votos “de muertos” en la peor época de los otros regímenes.

*Lo de la “bomba” de Pensiones tiene un “tic-tac” cada vez peor, y en este caso la narrativa de la “herencia maldita” no discurre por un camino de saliva, es dinamita en proceso de estallar para la Secretaría de Finanzas, urge una solución profunda y el cambio de cabeza del area, no ha sido una solución, sino un agravante, alguien de confianza y con tamaños en la estructura real del gobierno Gallardista tiene que apuntalar un golpe de mesa que de certidumbre y una salida viable al tremebundo problema.

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