Hay muchas razones por las que hoy día sufrimos de una falta de sueño: desde la hora temprana de ir a trabajar o al colegio, el consumo de cafeína o unos malos hábitos del sueño.
Pero, de todos ellos, según un trabajo que se publica en Nature, el peor, y a menudo el más desconocido, es la luz artificial. Con ella, asegura Charles Czeisler, del Brigham and Women’s Hospital, de Boston (EE.UU.), pocas personas usarían la cafeína para mantenerse despierto en la noche.
Czeisler advierte que la exposición a la luz artificial después de la puesta del sol es quizá el factor contribuyente más relevante al creciente problema de la falta de sueño de nuestra sociedad moderna. Y, advierte, en los niños puede confundirse con el trastorno de hiperactividad por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Cualquier persona que viva en una gran ciudad puede mirar a su alrededor cualquier noche y comprobar que, en realidad, casi nunca es de noche. A la luz del exterior se añade la presencia habitual de luces en nuestro domicilio, a la que ahora hemos añadido ordenadores, tabletas o teléfonos móviles con pantallas que emiten una frecuencia de luz que es extremadamente perjudicial para que nuestro organismo se prepare de forma natural para conciliar el sueño.
A finales de 2012 un estudio de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.) advertía que demasiada luz nocturna puede afectar nuestros ritmos, alterar nuestra capacidad de aprendizaje e incluso causar depresión. El informe aseguraba que la exposición crónica a la luz brillante, incluso aquella de nuestro propio salón o la que tiene por la noche un trabajador por turnos, aumenta los niveles de una hormona de estrés del organismo, lo que desencadena depresión y disminuye la función cognitiva.
Czeisler advierte que cada vez hay más personas con problemas de sueño. El hecho de sustituir las tradicionales bombillas incandescentes por energías más eficientes, como los LED -cada vez más empleados en televisores y pantallas de ordenador, tabletas y dispositivos de mano- conlleva un problema aparentemente ignorado. Según este experto, la exposición durante la noche a los LED es más perjudicial para los ritmos circadianos, la secreción de melatonina y, por ello, para el sueño que la iluminación incandescente. Por eso, considera una necesidad imperiosa investigar más a fondo sobre el impacto biológico de la luz artificial, y, tratar de avanzar en las tecnologías de luz para mitigar este problema.
Lo cierto es cada vez hay más información sobre los negativos efectos del sueño sobre nuestra salud. No dormir lo suficiente, afirma Elie Dolgin en Nature, altera la vía de señalización de la insulina en aquellas personas que apenas duermen cuatro horas cada noche. La misma cantidad de sueño también puede dañar el sistema inmunológico, presentar signos de enfermedad de la arteria coronaria y e inflamatorias, y la falta de sueño puede incluso hacer que las vacunas sean menos eficaces.
Además, las alteraciones del sueño puede ser un chivato de una enfermedad neurodegenerativa. Perder el sueño, tener problemas para dormir, podría, según un estudio publicado recientemente en JAMA Neurology, ser un paso previo antes de que aparezcan los síntomas de la enfermedad de Alzhéimer, como pérdida de memoria o problemas cognitivos. Podríamos estar, señalan Andrew B. y Gretchen P. Jones, de la Universidad de Washington (EE.UU.), ante un «marcador precoz» de la enfermedad de Alzhéimer.
http://noticiasmvs.com/#!/noticias/la-luz-nocturna-contribuye-con-los-trastornos-del-sueno-581.html