LA MIRADA DE CLAUDIA

DESTACADOS, OPINIÓN, RADAR

EL RADAR
Por Jesús Aguilar.

El discurso de la Presidenta Claudia Sheinbaum ha mostrado un giro radical en los últimos días, abandonando el tono conciliador que manejó durante su campaña presidencial.
Su enfoque ahora se asemeja mucho al estilo de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, con un tono más agresivo y provocador. Aunque durante la transición había dado a entender que su gobierno podría distanciarse de ciertas formas del obradorismo, hoy su discurso sugiere lo contrario.
Claudia renunció este pasado fin de semana a generar diálogo con los sectores críticos, desde las bancadas de oposición, partidos políticos contrarios y sectores abiertamente resueltos a ponderar contrapuntos como sucede con el empresariado, incluso dejó claro que Ken Salazar el Embajador Estadounidense tendrá trato con el canciller Juan Ramón de la Fuente.
Este cambio tiene mucho que ver con las circunstancias actuales. Durante la campaña, Sheinbaum necesitaba proyectar confianza y moderación, especialmente hacia los sectores productivos y los actores políticos. Pero la realidad del país posobradorista pronto le exigió adoptar una postura más contundente. Un claro ejemplo es la negociación con Rogelio Ramírez de la O, su secretario de Hacienda, quien condicionó su permanencia a un ajuste fiscal severo. Esto implicará un recorte presupuestal significativo el próximo año, con un déficit del 3%, equivalente a un billón de pesos.
Ya instalada en Palacio Nacional, Sheinbaum ha tenido que enfrentar varios retos simultáneos, incluyendo el conflicto con el Poder Judicial y la violencia vinculada a grupos criminales. Al mismo tiempo, el estilo más abierto y comunicativo que prometió al inicio de su gobierno ha ido desmoronándose, volviendo a una narrativa más confrontativa y autoritaria, muy similar a la de López Obrador.
En sus actos si se ha diferenciado notablemente con AMLO en atender directamente a damnificados, en este caso a la gente de Acapulco, aún cuando sucedía en medio de la crisis por la muerte y decapitación del ex alcalde Arcos de Chilpancingo.
Sin embargo, Sheinbaum enfrenta un reto importante: no cuenta con el carisma ni la habilidad discursiva de López Obrador. Su origen en la izquierda más dogmática parece limitar su capacidad para manejarse con la misma flexibilidad que su antecesor. Aún no ha completado las primeras semanas de su mandato y ya se enfrenta a un panorama complicado, lleno de crisis internas y externas. La radicalización de su discurso parece ser una respuesta inevitable a las presiones que enfrenta, tanto desde dentro de su propio movimiento como desde el contexto económico y político que heredó.
En menos de 15 días en el cargo Claudia ya cambió posturas, volvió a la carga (como una evidente cortina de humo) a exigir la disculpa de España y reeestableció una construcción ruda y rijosa con el bloque contrario, y no es que no tenga gracia, es que el país que le dejaron está en llamas y así ni media sonrisita fingida, y la que le quedó se la regaló a la instantánea oficial que sí quiso tener a diferencia de su padre político y antecesor.

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