Es probable que las personas acostumbradas a tener sexo con muñecas hayan perdido de viste dos detalles fundamentales en el acto carnal (sean con afecto o no): el consentimiento y un momento de preparación (el famoso “pre”).
Por ello queda abierta la posibilidad de que traten de copular con una persona de carne y hueso tal como lo harían con una muñeca sexual.
Para evitarles un mal rato y despertar concientización, el ingeniero Sergi Santos creó una muñeca sexual inteligente que con el poder del “no” obligará al usuario a tener buen trato con ella para que acceda a tener sexo. Su nombre es Samantha.
Santos la modeló bajo su propia concepción de la mujer perfecta (senos grandes, cintura diminuta, etc.) y la programó para que le guste ser tocada en los brazos, caderas, pecho y cara.
Pero tener sexo con ella no implica solo tocarla, pues Samantha también requiere de alimento y bebida, así como de atenciones como observar que no le duela la cabeza o que no esté cansada.
Los sensores de la muñeca también detectan cuando los tocamientos son agresivos o irrespetuosos, de manera que si se siente molestada, se apagará automáticamente.
Muchos ven en Samantha la muñeca sexual para la era del #MeToo, pero otros solo ven en ella una extensión de la pornografía.