La ola de los “sicaritos”

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Las bajas penalidades que los sistemas judiciales de México y Estados Unidos les imponen a los menores de edad se han vuelto un aliciente para que los cárteles del narcotráfico los utilicen como matones. En Baja California ese tipo de reclutamiento ha repuntado en los últimos meses: En los centros de atención para adolescentes bajacalifornianos hay 69 presos por homicidio, según revela el semanario tijuanense Zeta en su edición 2042 (17 al 23 de mayo), mismo que comparte con Proceso las partes esenciales de ese trabajo.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- “…Para poder mantenerme me puse a trabajar como tirador de globos de cristal y esto lo hago desde que tenía como seis o siete años de edad”, declaró el 10 de marzo de 2013 El Morro, adolescente de 16 años detenido tras su participación en el asesinato del hijo del dueño del bar Ruta 6, ubicado en la calle Sexta de Tijuana.

En su versión ministerial detalló que entre los años 2004 y 2007: “… le trabajaba a un muchacho que le decían El Güero o El Díler, él está detenido en la penitenciaria por robo con violencia… por vender globos de cristal, chiva y mota me pagaba 10 pesos por cada globo de cristal que vendía en 50 pesos y de cada ‘seis veintes’ de mariguana que vendiera me quedaba con un 20”. Aseguró que en dos horas de “trabajo” podía reunir de mil a 2 mil pesos.

Ya en 2008 con apenas 11 o 12 años: “…comencé a comprar cristal por mi cuenta con mi propio dinero e inclusive cruzaba a Estados Unidos 1.6 gramos de cristal y llegué a cruzar hasta 7 gramos de cristal y de 4 a 7 onzas de mariguana, me los ocultaba en mi cuerpo… yo me ganaba como 600 dólares cada dos o tres días, que era el tiempo en que recolectaba el dinero”.

Como este mozalbete de nombre Antonio nació en San Diego, California, allá asistía a la escuela: “… esto lo hice como un año, pero dejé de hacerlo porque salí mal en la escuela Sweetwater (…) pues me querían matar porque no les estaba pagando piso; allá se mueven por barrios”.

En 2009 comenzó a vender drogas al menudeo. Con Julián, un amigo que vendía nieves y comida china, vendía cristal en la colonia Obrera Tercera Sección: “… vendía hasta 8 mil pesos y “a mí sólo me tocaban mil 300”, por eso cambió de patrón. Desde 2010, Rosendo Campos Zepeda El Chendo (capturado el 22 de diciembre de 2012) le entregaba paquetes, él hacia sus bolsitas de dosis y les ponía menos droga para ganar más.

En su confesión ministerial el joven criminal llamado Antonio explicó que había iniciado su carrera de asesino a los 15 años en una célula del Cártel de Sinaloa. Crudo el dato: Confesó que a partir de marzo de 2012 había participado en nueve homicidios en calidad de puntero.

Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1908 de la revista Proceso, ya en circulación.

 

http://www.proceso.com.mx/?p=343271

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