El esplendoroso sur de México es una de las regiones más excéntricas de América Latina. Virgen terreno del futbol de primera división, Chiapas logró convertirse en sede de uno de los equipos de la máxima liga en el país. Sin embargo, hoy es de nuevo víctima de los empresarios que dominan el futbol mexicano.
Pronto la afición chiapaneca dejó de usar playeras de los cuatro grandes equipos del país. El color naranja predominó en las calles. Los Jaguares de Chiapas nacían de cesárea, tras un complicado diagrama lleno de transacciones que la liga mexicana suele hacer. Mientras la ética se pierde, el futbol sigue siendo un negocio redituable para algunos.
En junio de 2002, Jaguares debutó en primera división en la cancha del Estadio Azul al no tener adaptado a los estatutos de la federación mexicana el Victor Manuel Reyna, de Tuxtla Gutiérrez. Chiapas tuvo futbol de primera cuando Veracruz ascendió, pero su plaza estaba ocupada por Irapuato que había acordado cambiarse al puerto seis meses antes. Con Veracruz ocupando dos plazas, Grupo Pegaso trasladó una de ellas a suelo chiapaneco.
Dice el viejo refrán que todo lo que mal empieza mal acaba. A pesar de las adversidades de un comienzo, Chiapas logró mantener una estabilidad futbolística y económica en primera división. Siendo el equipo que trajo al futbolista Salvador Cabañas a México consiguió afianzarse como institución, al superar un descenso y de mostrar un estilo de juego sólido.
Grupo Salinas compró a los Jaguares ahondando la polémica de la multipropiedad (también dueños del Morelia). Con la transacción, el escudo del equipo se modernizó y llegaron refuerzos. El camino en el sur se veía prometedor. Con un porcentaje bueno, y sin problemas de descenso, Chiapas pronto empezó a ser un equipo rentable.
Sin embargo, en medio de la semana de finales, la más crucial del Clausura 2013, la junta de dueños –celebrada el lunes 20 de mayo– redibujó el mapa futbolístico de la primera división. Tras 11 años en primera, Jaguares desaparecía de Chiapas para mudarse a Querétaro, cuyo propietario, Amado Yáñez Osuna, los había adquirido.
Así, el empresario mexicano –de perfil bajo, pero polémico– se convirtió en el nuevo invitado al futbol nacional donde ya tienen sus inversiones los hombres y las empresas más poderosas de este país: Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego, FEMSA, Cemex, Grupo Modelo.
YÁÑEZ OSUNA, UN PERSONAJE POLÉMICO
El principal accionista y directivo de la empresa Oceanografía, especializada en la consolidación de servicios integrales para la industria petrolera, se introdujo al mundo de la ‘escasa’ transparencia del futbol mexicano. Yáñez Osuna es el empresario que más equipos tiene en el país, según publica La Ciudad Deportiva. El propietario de Querétaro, Neza FC, Delfines de Ciudad del Carmen y Pumas Morelos (sólo la plantilla de jugadores) invirtió más de 12 millones de dólares en franquicias devaluadas y de bajo costo por estar en divisiones menores.
Con la multipropiedad dominada por Televisa y TV Azteca, también Carlos Slim Helú entró al escenario del futbol al hacerse del Club León, participar activamente de Grupo Pachuca y al adquirir a los Estudiantes de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG). Habiendo perdido adeptos y dinero por la transmisión del León, y ante la seria “amenaza” que el Grupo Carso, propiedad del magnate mexicano, la Liga Mx ha puesto en la mesa este tema indecoroso.
Los directivos que manejan nuestro futbol, en voz del director del Ascenso Mx y Liga Mx, Decio de María, han empezado a pronunciar palabras como “ética”, “honorabilidad” y “limpieza” al referirse al deporte más popular del país. Amenazados, han decretado que ninguna persona puede ser dueña de dos o más equipos y han dado un lapso de cinco años para que los multidueños se deshagan de alguna institución, de no hacerlo, el descenso será el castigo.
La penalización ya no asusta a nadie en México. Ante tanto discurso, parece que el que tenga la cartera más gorda triunfará, sin importar que dejen huérfanos de pasión a tanta gente. Querétaro tendrá futbol de primera división luego de un falso montaje de tristeza provocada por perder la categoría. En medio de la final –que tanta ilusión ha generado al mundo futbolístico de nuestro país–, la resaca de la junta de dueños recuerda el retraso, la falta de ética y la lucha de poder que hay en el mundo del balompié mexicano. El “Juega limpio, siente tu liga” ha perdido adeptos.