La Pila, ¿municipio 60 o ficha electoral?

El Radar

Por Jesús Aguilar

La idea volvió a la mesa con el mismo libreto que vimos en 2023-2024: “si la gente quiere, se hará”. Ahora el gobernador Ricardo Gallardo Cardona sugiere que la delegación de La Pila podría erigirse como el municipio número 60 de San Luis Potosí, incluso augurando que sería “el municipio con mayores ingresos” por su base recaudatoria en la zona industrial. La señal política es clara y llega en agosto de 2025, con la elección de 2027 asomándose.

El antecedente inmediato es Villa de Pozos. El Congreso convirtió a Pozos en municipio mediante el Decreto 1074 publicado el 22 de julio de 2024, y designó un Concejo Municipal que entró en funciones el 1 de octubre de ese mismo año. Aquello se presentó como un parteaguas para la “justicia territorial”. Un año después, el balance es menos épico: el propio Concejo ha reconocido rezagos severos en agua, basura y drenaje, además de descoordinación interna; la recolección de residuos, por ejemplo, no tenía ni mecanismo de arranque el primer día. Pozos nació sin pies y, hasta hoy, camina a tumbos sin una cabeza real, es un engendrito político fallido a todas luces.

Vale la pena preguntar: si el experimento más reciente aún no cuaja, ¿por qué acelerar otro? La Pila no es un cascarón; es un nodo colindante con la Zona Industrial, con historia y cargas urbanas complejas. Desmembrarla de la capital supone rearmar servicios, catastro, policía, tránsito, sistemas de agua y residuos… y, sobre todo, redibujar la hacienda municipal. Ese rediseño es costoso, conflictivo y de alto riesgo si se hace con prisa.

Mientras el gobernador asegura que “cualquier delegación puede volverse municipio” si tiene capacidad recaudatoria, la ley establece con claridad un requisito demográfico mínimo: 20 mil habitantes. La Pila, según el Censo 2020 del INEGI, tiene apenas 7 471. Para alcanzar el umbral tendría que haber crecido 167 % en cinco años, algo imposible en términos estadísticos. El planteamiento, entonces, se estrella contra la norma y evidencia improvisación.

Más grave aún es que Gallardo sugirió que parte de la Zona Industrial podría quedar en la capital y otra en La Pila, como si la reorganización territorial fuera un tablero de ajedrez fiscal. Se advierte que este discurso puede esconder un objetivo real: reubicar ingresos municipales bajo control político, debilitando de paso al Ayuntamiento capitalino. Dicho de otro modo: mover la caja más que mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos.

Desde la capital, el movimiento luce –otra vez– como un recorte calculado: quitarle base recaudatoria y masa poblacional al Ayuntamiento de San Luis Potosí para menguar su margen de acción y su imagen de gestión rumbo a 2027. La promesa de “autonomía” para La Pila suena atractiva, pero si la motivación es electoral, el resultado puede ser un municipio novel con servicios cojos y una capital debilitada: dos gobiernos cortos de brazos, largo el agravio ciudadano.

¿Alguien confiable ya fue a pregunarle a los poceños si realmente están más felices y satisfechos con su concejo municipal verdoso y sin certezas que perteneciendo a la capital?

El derecho permite crear y suprimir municipios; la Ley Orgánica fue actualizada en junio de 2025 para normar estos procesos. El deber, sin embargo, es demostrar que la ingeniería institucional está por encima de la coyuntura. ¿Dónde está el estudio costo-beneficio, el trazo de límites, la matriz de riesgos y el plan de continuidad de servicios? ¿Cuánto perdería la capital en predial e impuestos vinculados a la actividad industrial y cuánto costaría levantar, de cero, la administración pileña? Sin respuestas públicas, hablar de consulta en La Pila es poner la carreta delante de los bueyes.

A Gallardo le toca despejar la sospecha natural: que la municipalización se use como ariete contra la alcaldía capitalina y no como palanca de buen gobierno. Y a la sociedad –incluida la de La Pila– exigir metodología y garantías, no solo urnas y tambores. Pozos ya mostró que la fiesta inaugural no alcanza; un año después siguen pasando la charola para cubrir lo básico.

La Pila merece más que ser “la próxima nota de un desmembramiento orgánico político”,merece certezas. Y la capital, respeto a su integridad institucional. Cualquier otra ruta, en vísperas de 2027, huele mal, y lo decimos a tiempo, es un tremendo boomerang electoral. Al tiempo.

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