La Reforma Electoral en México: ¿Democratización o Concentración de Poder? 

Parte 1

LOS PROS

El Radar 

Por Jesús Aguilar

En el México de 2025, bajo el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, una nueva reforma electoral se perfila como el siguiente gran debate político. 

Anunciada como parte de una transformación profunda que pone “en el centro la democracia y el pueblo”, esta iniciativa busca modificar el sistema de partidos y elecciones, incluyendo la eliminación de diputados y senadores plurinominales, la reducción del financiamiento público a los partidos y la posible elección popular de consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE). 

Aunque se presenta como un esfuerzo por reducir costos y eliminar privilegios, genera preocupaciones sobre su impacto en la pluralidad democrática. En esta columna, exploraremos sus pros y contras de manera sencilla, pero con profundidad, analizando los principales riesgos y las posiciones encontradas, basándonos en voces expertas y análisis recientes. 

Los Pros: Una Visión de Eficiencia y Representación Popular 

Desde la perspectiva del gobierno, la reforma representa un avance hacia una democracia más austera y directa. Uno de los argumentos clave es la reducción de costos electorales, que actualmente hacen de México uno de los países con procesos electorales más caros del mundo. 

Al eliminar a los legisladores plurinominales —esos escaños asignados por listas partidistas en proporción a los votos—, se busca acabar con lo que se describe como un “reparto gangsteril” de curules, donde las dirigencias partidistas premian lealtades internas en lugar de representar verdaderamente a minorías o ideas diversas.

Aunque en mi opinión es un gran pro, también es cierto que muchos de los mejores y más talentosos políticos con empaque y condiciones parlamentarias no necesariamente son los más populares en las urnas.

Sin embargo esto podría traducirse en un ahorro significativo para el erario público, liberando recursos para prioridades sociales como pensiones o salud. 

Otro beneficio es la promoción de una representación más ética: la prohibición del nepotismo que es un tema de supremo interés para la Presidenta Sheinbaum y la no reelección en ciertos cargos evitarían que las familias o clanes políticos perpetúen su poder, fomentando una renovación genuina.

Además, al rebajar el financiamiento a partidos, se argumenta que se obliga a estos a depender más de la militancia y menos del dinero público, lo que podría hacerlos más accountable ante los votantes. En palabras simples, es como limpiar una casa desordenada: se quitan los excesos para que funcione mejor. Sheinbaum ha prometido foros abiertos y consultas, lo que podría enriquecer el debate y llevar a ajustes, como ya ocurrió en reformas previas donde intervino para moderar propuestas controvertidas.

En profundidad, esta reforma se alinea con la agenda de la “Cuarta Transformación”, heredada de Andrés Manuel López Obrador, que ve en las instituciones actuales un legado “neoliberal” cargado de privilegios. Si se implementa bien, podría modernizar elementos como el voto electrónico o la devolución de atribuciones a órganos electorales locales, evitando la centralización excesiva del INE y haciendo el sistema más eficiente.

Mañana hablaremos de los Contras…

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