Texto por Desiree Madrid
Información de Abelardo Medellín
Durante su visita a San Luis Potosí, Max Kaiser, especialista en temas de transparencia y combate a la corrupción, conversó con Astrolabio Diario Digital sobre las condiciones actuales del sistema político mexicano, los desafíos que enfrenta la ciudadanía frente al populismo y la importancia de construir un entorno democrático desde lo local.
Kaiser, quien se ha desempeñado como director de anticorrupción del Instituto Mexicano para la Competitividad y es coautor de la Ley 3 de 3 a nivel nacional, expresó su preocupación por el debilitamiento de las instituciones encargadas de garantizar la rendición de cuentas.
Sobre el fenómeno de la opacidad en la administración pública, particularmente en estados como San Luis Potosí, Kaiser explicó que se trata de una práctica que viene de décadas atrás:
“Hay que entender una cosa, durante varias décadas en el mundo los gobiernos estaban acostumbrados a ser cajas oscuras, cajas cerradas. Le decían a los ciudadanos: tú dame tu dinero en impuestos, yo hago lo que yo tenga que hacer y luego te voy a informar qué fue lo que hice”.
Señaló que esta dinámica comenzó a transformarse a finales del siglo XX, cuando las sociedades comenzaron a exigir mayor transparencia:
“El mundo fue evolucionando a los noventas y principios de este siglo, los ciudadanos empezaron a exigir a los gobiernos de todo el mundo: yo quiero una caja transparente, yo quiero ver hacia adentro, yo quiero ver qué pasa”.
No obstante, advirtió que en México la apuesta por la transparencia fue incompleta, ya que no se fortalecieron los mecanismos sancionatorios ni se consolidaron instituciones con capacidad de actuar ante la corrupción:
“El problema fue que cometimos, sobre todo en México y en varios lugares de América Latina, que creímos que la transparencia era suficiente. Apostamos a que ver hacia adentro del gobierno y ver los procesos y ver cuánto ganaban y ver a dónde viajaban y ver cómo tomaban decisiones era suficiente. Y lo que no hicimos fue cerrar la pinza, porque transparencia sin combate a la corrupción no sirve de nada”.
El especialista explicó que la expectativa era que los funcionarios se sintieran intimidados por la vigilancia ciudadana, pero al no existir consecuencias jurídicas ni administrativas, se generó un entorno de impunidad:
“Apostamos a principios de este siglo en la transición a la democracia que si los veíamos, si sabíamos qué hacían, con cuánto gastaban, cómo se movían, cómo tomaban decisiones, se iban a sentir intimidados por la ciudadanía que los veía e iban a corregir su forma de tomar decisiones. El problema es que si no cerramos la pinza con el tema de la responsabilidad jurídica, administrativa y penal, lo que sucedió fue que empezaron a hacer cosas, los empezamos a cachar, los empezamos a evidenciar, se hacían los escándalos pero luego no había una sanción, no había una investigación, no había una consecuencia, entonces se acostumbraron”.
Kaiser subrayó que el sistema no terminó de construirse, y que en lugar de tener una estructura democrática completa, se formó una cultura de simulación:
“No cerramos la pinza, no acabamos de construir el sistema que tienen las democracias desarrolladas, que es la transparencia junto con buenos organismos de auditoría e investigación que están revisando lo que sucede, buenos sistemas de captación de denuncias, seguros para los ciudadanos, que generan investigaciones concretas y que acaban en una sanción. Entonces sí, la transparencia sirve para inhibir conductas inadecuadas, corruptas, criminales, etcétera. Esa chamba es la que no hicimos en México, no la acabamos de hacer”.
Al hablar sobre el discurso anticorrupción del actual gobierno federal, Kaiser consideró que se trató de una estrategia que no se tradujo en acciones reales. Hizo un recuento del regreso del PRI en 2012 y el cambio político que representó la elección de 2018:
“Ya nos dimos cuenta que lo que querían era que no los dejaran fuera de la corrupción, o sea, querían combatir la corrupción en la que no les tocaba a ellos. A ver, fue dramático lo que pasó porque somos el único país del mundo que sacamos al partido que dominaba el sistema de partido hegemónico para luego regresarlo por la vía electoral en 2012. El PRI del 2012 llegó con un hambre desmedida, la corrupción se convirtió otra vez en un sistema”.
Señaló que el presidente Andrés Manuel López Obrador capitalizó el enojo ciudadano, pero que finalmente reprodujo las mismas prácticas del pasado:
“López Obrador captó esta indignación y convenció a la gente de que él iba a acabar con esa corrupción. Llega el 2018 y nos dimos cuenta, los que votaron por él se dieron cuenta con mucha tristeza, que en realidad lo único que quería era ser parte del sistema, capturar el sistema y convertir la corrupción en este mecanismo para captar a quien fuera. Lo podemos ver con todas las anexiones que hizo de políticos de todos los colores a su partido”.
En cuanto a los resultados del gobierno federal en la materia, el analista aseveró::
“La promesa era impunidad, es un pacto de impunidad y eso es muy fácil de ver. El captar a gobernadores de todos los estados de diferentes partidos, a legisladores de diferentes partidos, a presidentes municipales de diferentes partidos, convertirlos en parte de su misma alianza con la promesa de: si te sumas aquí, aquí no va a pasar nada. No es una opinión mía, el dato estadístico está ahí. En los seis y medio años que llevamos de gobiernos de Morena, por lo menos a nivel federal, el dato es cero, cero sentencias por corrupción, cero, cero, no hay ni una, ni una investigación de un tema importante, ni una sentencia completa, cero. Ese es el dato. Entonces el pacto de impunidad es el que jala la creación de alianzas con diferentes grupos políticos, en detrimento de todos los ciudadanos”.
El tema del populismo también fue abordado durante la conversación. Kaiser explicó que se trata de una estrategia que trasciende las fronteras mexicanas y que se caracteriza por destruir los mecanismos democráticos desde dentro:
“El populismo es un cáncer mundial de las democracias, no es una cosa mexicana ni es una cosa latinoamericana, es mundial. Y hay que entender los rasgos del populista porque es bien importante. Al populista le gusta llegar por la vía electoral porque la vía electoral da legitimidad democrática, te hace, te convierte en un representante de algún sector de la población”.
Afirmó que una vez en el poder, los populistas buscan dificultar el acceso a otros actores políticos:
“Entonces normalmente llegan por la vía electoral, pero cuando llegan por la vía electoral lo que les gusta es destruir la escalera por la que llegaron, hacer más difícil que otros lleguen. Eso es lo primero que hacen los populistas”.
Kaiser explicó que este modelo de gobierno se basa en la división social y en la confrontación permanente:
“Los populistas se llaman así porque gobiernan con base en los intereses que los pusieron ahí y tienen la necesidad por lo tanto de dividir a la población en polos muy fáciles de entender, conmigo o contra mí”.
Y agregó:
“Entonces si yo soy el representante del pueblo, llegué por la vía electoral, todo lo que se oponga a mí es antipueblo, antipobres, antipotosinos. Necesitan generar esta división permanente y entonces cuando un medio hace una crítica, en automático lo tachan de: es la oposición. Todo es la oposición, todo es el grupo de enfrente, el otro lugar”.
A lo largo de la entrevista, también se refirió al Poder Judicial y la intención del populismo de capturar o debilitar a las instituciones autónomas:
“El caso del Poder Judicial fue dramático, fue la destrucción del Poder Judicial autónomo para tratar de capturar lo que quede, para tener pocos contrapesos, para poder convertirlo en un arma en contra de los opositores, para poder generar la imagen de legalidad a través de los avales que van a otorgar los juzgadores del bienestar, no sólo a nivel federal, también en los estados”.
Y concluyó:
“Lo que perdimos los ciudadanos es la posibilidad de estar sometiendo a los gobiernos locales, no sólo a la rendición de cuentas, sino a limitarse a sus propias facultades”.
Finalmente, presentó los fundamentos de su libro Útil y Feliz un Nuevo Ciudadano Estoico, en el cual propone un modelo de ciudadanía activa y estoica que asuma la responsabilidad de transformar el entorno desde lo local:
“Somos 130 millones de personas. El aparato que le llamamos gobierno en los diferentes estados son alrededor de 5 mil personas… Y dejamos que esas 5 mil personas hicieran lo que quisieron. Entonces hay una parte de corresponsabilidad de la ciudadanía que permitió que esta transición a la democracia que logramos en el 2000, pues no perdurara, no cuajara, no se consolidara”.

Max Kaiser cerró su participación con una invitación a la acción ciudadana:
“No se trata de que cada potosino tenga que salvar a la democracia o a las instituciones. Cada potosino en su calle, en su área, puede convertirse en un ciudadano activo que hace que las cosas funcionen en ese espacio y va generando este músculo de activismo ciudadano que luego a lo mejor lo hace influir en el funcionamiento de la ciudad completa y luego a lo mejor genera una organización que atiende un tema que se vuelve un tema importante en el estado”.