El pasado miércoles 3 de abril, el Obispo de la Diócesis de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, junto con varios sacerdotes, fueron víctimas de un asalto mientras transitaban por la autopista Orizaba – Puebla, cerca de las Cumbres de Maltrata.
Durante el asalto, un grupo armado detuvo varios vehículos y obligó a los ocupantes a entregar sus pertenencias bajo amenaza de armas de fuego. Entre los objetos robados se encontraba el anillo episcopal del obispo.
A pesar de sentir impotencia ante la situación, el obispo entregó el anillo al delincuente, quien lo solicitó entre las pertenencias. Sin embargo, no dudó en pronunciar una maldición contra el ladrón por su acto de violencia.
El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Xalapa, José Rafael Palma Capetillo, reveló que el anillo episcopal fue recuperado y devuelto a su dueño debido al miedo del ladrón a las consecuencias de la maldición lanzada por el obispo.
El delincuente entregó la valiosa pieza de oro a un sacerdote en Puebla, quien posteriormente la remitió al obispo Eduardo Cervantes Merino en Orizaba.
Aunque se desconoce si se ha presentado una denuncia por el robo de dinero en efectivo y otros objetos de valor, el incidente destaca la peculiar historia del regreso del anillo episcopal, marcado por el temor a una supuesta maldición.
