“Al principio, fue muy difícil: como no me presento con una bata, como soy una morra con su silla gamer, sus pelos de colores, y además no aparento la edad que tengo, debía explicar constantemente que sí estudié, que sí sé de lo que hablo”, refiere Jessica Lakshmi, joven divulgadora de ciencia.
En una tarde de febrero, la científica de 33 años llegó a Ciudad Universitaria (CU) de la UNAM para esta entrevista. Imposible no reconocerla por su cabello, lentes característicos y vestimenta con un color que parece ser de sus favoritos: morado.
“Lakishimishi”, como la conocen en redes sociales, relata que uno de los retos a los que se ha enfrentado es la credibilidad y la validación de su contenido: dependía de que los hombres salieran a decir que lo que ella expresaba era cierto.
“Fui formando mi comunidad y credibilidad. Ahora ya no me cuestionan en ese sentido; las personas no esperan a que vengan los pares hombres a decir que lo que estoy diciendo está bien”.
Mientras camina por la UNAM, indica que inició en redes sociales con el afán de compartir lo que sabe “por el privilegio de haber estudiado una carrera universitaria y un posgrado”. Cursó en la máxima casa de estudios la licenciatura de Química Farmacéutico Biológica, mientras que en el IPN hizo una maestría en Ciencias Químicobiológicas.
La fuerza de la ciencia
La joven relata que su trabajo como divulgadora en las redes empezó para contrarrestar las noticias falsas que se difundieron durante la pandemia por COVID-19. “Había mucha incertidumbre alrededor de lo que estaba sucediendo en ese momento”.
Recuerda el periodo de diciembre de 2020 a enero de 2021, cuando la ola fue muy grave: “Muchísima gente enfermó y comenzaron a surgir las nuevas variantes. Se saturaron los hospitales; las personas buscaban tanques de oxígeno y no había”.
Ante la carencia, hubo una solución descabellada: “Hacer tanques de oxígeno caseros con bombas para pecera. Conectaban la bomba, pasaban el aire por un vaso con agua, para que no saliera seco, y lo ponían directamente a las puntas nasales o a una mascarilla. Con eso veían a su familiar saturar, cuando en realidad debía estar en el hospital”.
Los videos que circulaban en redes, con la explicación de cómo hacer los “oxigenadores caseros”, la orillaron a crear su primer contenido como divulgadora científica. “Tú sabes cosas y podrías hacer videos y compartir tus conocimientos. Yo te ayudo”, le dijo su hermano en aquel momento.
Así que su primera publicación fue un clip en el que explicaba que estos artefactos tenían riesgos y, más que ayudar al paciente, únicamente retrasaba el tratamiento que necesitaba.
La joven especialista considera que es importante que exista una traducción que haga accesible la información que se produce desde la ciencia. Pero también tiene claro el límite de su papel.
“Soy Jessica Lakshmi, tengo estos conocimientos, y si los quieres escuchar, aquí están, pero no estoy dando clases, no soy profesora de nadie”, es su carta de presentación ante la sociedad digital.
Mientras cae el atardecer sobre CU, platica que dedicarse a un campo tan específico como la inmunología, a la investigación, “le ha permitido comprender las cosas que a la humanidad se le pidió entender de un día para otro”. Asimismo, es especialista en una técnica que se llama citometría (que está relacionada con las células).
Ayuda desde el conocimiento
“Creo que mi objetivo siempre ha sido ayudar a las personas y, obviamente, nunca me imaginé que lo iba a hacer mediante videos en TikTok. Las redes me dieron la oportunidad de poder compartir todas estas cosas, y el reto fue aprender a hacerlo bien porque, que sepas de ciencia, no quiere decir que sepas comunicarla”, asevera Lakshmi.
Ello implicó el reto de emplear otro lenguaje, “porque hay cosas que pueden ser muy naturales para ti y tienen todo el sentido del mundo, sin embargo, para otras personas no lo son. Y no está mal que la gente no lo entienda, ya que no cuenta con el mismo contexto que tú”.
Explica que su comunidad es de alrededor de 220 mil seguidores en los servicios digitales, en los que trata de no poner más odio.
“Cuando tienes una plataforma, debes ser cuidadoso, porque cuando le respondes a una persona, la misma comunidad va y le comenta cosas feas con el propósito de defenderte, y lo único que hacemos es un círculo de odio más grande”.
No niega que se ha enfrentado a comentarios incómodos, pero trata de no “engancharse”, porque para ella es importante mantener su salud mental. Sabe que, si no lo hace así, no podría seguir en las redes sociales.
Para ella, no hay mayor satisfacción que el agradecimiento de los usuarios por lo que han visto en sus videos.
Le gustaría estar involucrada en más proyectos no solo a nivel nacional, sino internacional. “Vamos poco a poco para poder generar comunidades más grandes, con el fin de ayudarnos entre todas, todos y todes”.
Con la misma capacidad
La joven, sin ningún tapujo, dice que la sociedad todavía no comprende que las mujeres deben tener las mismas oportunidades para desarrollarse.
Mientras gira la mirada hacia la Facultad de Química, donde estudió, recuerda que sus profesoras eran muy buenas y enseñaban excelente, “pero lo hacían desde una posición mucho más ruda, porque el papel de la mujer en la ciencia es difícil: tiene que demostrar que puede y que sabe más”.
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Expresa que ello se refleja cuando se analiza la historia y se nota el hueco de mujeres referentes en la ciencia, ya que sus historias no se contaban.
Respecto a su carrera, manifiesta que la mayoría de las personas que la estudian son mujeres, aunque los puestos más altos siguen siendo para los hombres. “No hay un escenario de paridad”.
Pese a los avances que se han tenido en los últimos años, la participación de ellas a nivel internacional en las ciencias sigue siendo reducida. La tasa mundial promedio de mujeres investigadoras era de solo 29.3% en 2019, de acuerdo con datos de la UNESCO.
La importancia de abrir la conversación
“Nos falta mucho camino por recorrer”, resume Lakshmi. Resalta la importancia de contar con fechas especiales como el Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, porque recuerda que la violencia y la desigualdad de género existen y se perpetúan desde comentarios que son aparentemente insignificantes.
Así, considera que todas las protestas son válidas, “siempre y cuando no se vayan al extremo de empezar a excluir a otras personas y de comenzar a tener discursos de odio (…) Tengo muy claro que jamás estaré de acuerdo con un discurso de odio hacia absolutamente nadie, y mucho menos si tiene que ver con su identidad”.
Enfatiza la relevancia de abrir la conversación, y más cuando se trata de mujeres.
Generación Universitaria