A veces hace falta más que saber mucho de música para elegir la banda sonora que hará de una secuencia algo mágico, perfecto. Aquí 10 ejemplos…
Desde siempre los campos del arte se han interrelacionado, su progreso a lo largo de la historia de la civilización ha seguido en marcadas épocas, caminos paralelos.
Para los que amamos la música, artes como la literatura, la pintura, la fotografía y el cine son campos, en medida de nuestros intereses y aficiones, conocidos e inclusive, igual de apasionantes.
Recientemente leí que parte del ritual que envuelve el desarrollo de las historias que Quentin Tarantino lleva a la pantalla, consiste en pasearse por la habitación donde atesora su colección musical y escoger, de acuerdo al estado de ánimo, música que a la par se convertirá en la banda sonora de sus filmes. El resultado, largometrajes sonorizados por una despampanante selección de canciones.
Dramas y comedias musicales hay infinidad, y a los directores clásicos con un tacto y oído exquisito para armonizar sonido y visión los conocemos de sobra, sin embargo, a veces hace falta más que saber mucho de música para elegir la banda sonora que hará de una secuencia algo mágico, perfecto.
Con este especial no pretendo entrar a un espacio del cual no me considero más que un mero espectador, simplemente pretendo recopilar situaciones y composiciones, que en mi opinión, no pueden existir las unas sin las otras. Al fin y al cabo, ese es el fin de la música de una cinta, convertirse en parte de la misma, jugar un rol y llegar con su breve participación a convertir una escena, en un momento clásico del cine.
Garden State, The Shins-“New slang”
La primera selección de escena-canción pertenece a la cinta del 2004 escrita, dirigida y estelarizada por Zach Braff; quién además de regalarnos una excelente historia, se luce con un soundtrack que va desde lo más indie hasta lo más clásico. Sí, gracias a ella yo también descubrí a Nick Drake.
Definitivamente, la escena en la que cual Natalie Portman le coloca los audífonos a Braff y le jura: “esta canción va a cambiar tu vida”, también cambió la carrera de The Shins.
Lost in Translation, The Jesus & Marie Chain-“Just Like Honey”
El elemento musical siempre ha jugado un rol fundamental en el trabajo de Sofía Coppola, quien para el cierre de su segundo aclamado filme, eligió un tema de los escoceses The Jesus & Marie Chain. “Just Like Honey” aparece en la escena final, en donde el entrañable personaje Bob Harris (Bill Murray) alcanza a Charlotte (Scarlett Johansson) para besarla, decirle algo inaudible para la audiencia y despedirse de ella. Un momento, electrizante al igual que el tema que suena de fondo.
Magnolia, Aimee Mann-“Wise Up”
Una vez más la música inspira la creación de una cinta. Después del éxito y el escandalo levantado por “Boogie Nights”, Paul Thomas Anderson, recibió, por parte de su casa productora, luz verde para hacer de su próxima producción lo que quisiera. Para inspirarse y dar vida a la historia y personajes retratados en Magnolia, el angelino recurrió a la música de Mann, quien le había facilitado algunas grabaciones y demos de canciones. Al final, fue tanta la afinidad de ambos, que la cantautora terminó por ceder y componer nuevo material para su película. “Wise Up” logra su momento clásico al ser coreada por los atormentados personajes que confirman el relato, quienes en diferentes lugares y situaciones siguen la pista al unísono.
American Beauty, The Who-“The Seeker”
“¿Recuerdas esos posters donde dicen: ‘hoy es el primer día del resto de tu vida’?, bueno, eso es cierto, excepto por un día… el día en que mueres”. Lester (Kevin Spacey), sufre la llamada crisis de los 40, se ha obsesionado con una chica más joven y siente la necesidad de rebelarse contra una sociedad materialista y superficial por la que se siente sometido. Bueno, pues qué manera de comenzar su radical transformación que escuchando “The Seeker”, testosterona pura.
The Departed, Roger Waters, Van Morrison y The Band-“Comfortably Numb”
Martin Scorsese es un coleccionista de canciones, incontables y gloriosas circunstancias sonorizadas por la melodía perfecta, sin duda la elección fue complicada, pero me quedo con “Comfortable Numb” y el encuentro que pone fin a la tensión sexual existente entre Billy Costigan (Leonardo Di Caprio) y la Dr. Madden (Vera Farmiga) desde el mismo momento en que se conocen. La vida de muchas vueltas y sin saberlo, Costigan está pegándole en donde más le duele a la rata infiltrada, el Sargento Colin Sullivan (Matt Damon).
Eternal Sunshines of the Spotless Mind, Beck-“Everybody´s Got To Learn Sometimes”
Después de reír, suspirar y sufrir durante el alucinado viaje por los recuerdos de Joel Barish (Jim Carrey), al final parece que tenemos un final feliz. No importa cuántas veces queramos borrar nuestro pasado, simplemente es algo que nos pertenece y a lo de que no podemos escapar. Una excelente trama coronada por una conmovedora escena. Cada lágrima derramada durante los últimos segundos del filme y los créditos finales corre y se seca al tiempo que “Everybody´s Got To Learn Sometimess” suena de fondo.
500 Days Of Summer, The Smiths-“There Is A Light That Never Goes Out”
Calificada como la película “hipster” por excelencia (envidiosos), esta cinta que puso a Zooey Deschanel en los cuernos de la luna y desde luego, en nuestros corazones se lució con una compilación de antología. Reunir y colocar acertadamente en un soundtrack nombres tan dispares como The Smiths, Black Lips, Doves, Regina Spektor, The Temper Trap, Wolfmother y hasta Simon & Garfunkel (los consentidos de las cintas indie) tiene su mérito, y para muestra el ya clásico encuentro de Tom con Summer en el elevador mientras la épica pieza de los de Manchester se cuela en nuestros oídos:
Summer: “Me encantan los Smiths”
Tom: “¿Perdón?”
Summer: “Dije que me encantan los Smithts. Tienes buen gusto musical” …y el buen Tom cayo redondito.
Fight Club, Pixies “Where Is My Mind”
Todo se derrumbó y a los Pixies les llegó por fin el reconocimiento que tanto se merecían. David Fincher lanzó en 1999 su criticada obra maestra, aquella que polarizo a la crítica y al público, que levantó polémica y que después de un tibio recibimiento en cinemas, se volvió un éxito de ventas en formato de video, volviéndolo ya un culto para todo aficionado al cine.
Una vez más la trama se centra en la vida de un hombre viviendo una severa crisis, la cual lo lleva a rebelarse, inventándose una segunda personalidad; una que tenga las agallas de hacer lo que él no puede, de incitar y sacar la furia que lleva por dentro. Las consecuencias de la extraña etapa que atraviesa la vida del narrador (Edward Norton) llegan al extremo mientras la pista número siete del disco considerado también de culto, “Surfer Rosa” (1988), da la pincelada final a la obra de arte.
Wayne´s World, Queen-“Bohemian Rhapsody”
El dúo más entrañable de la historia del cine, aquel con el que hasta la fecha cualquier melómano que tenga un mejor amigo con el cual compartir música y aventuras se identifica, nos regaló una secuencia para la posteridad.
Cada instante es un tesoro, cada elemento y gesto forma parte de la biblia del rockero. Camiseta negra, camisa de franela, batería imaginaria y head banging, todo ocasionado, no sólo por el clásico de Queen, el cual casi dos décadas después de su lanzamiento oficial llegó a la cima de los charts, sino también por la memorable aparición de la tristemente extinta cinta magnética grabable, mejor conocida como cassette. Lamentablemente, Freddie Mercury murió meses antes del estreno.
Almost Famous, Elton John-“Tiny Dancer”
Cameron Crowe, el rockero del cine, aquel que siendo un niño comenzará a trabajar de periodista musical, volviéndose cercano e incluso invitado a acompañar y documentar la vida de Led Zeppelin en plena gira, decidió contar parte de su historia en su cinta del 2000.
William Miller es un adolescente que aspira a ser cronista de rock; su aventura comienza cuando es enviado a cubrir un concierto de Black Sabath, y por azares del destino se involucra con la banda Stillwater. Mucha música, bellas fanáticas, lujos, peleas y excesos son parte de lo que vive William en su travesía.
Sin duda la secuencia musical memorable de la historia del séptimo arte es la del autobús de gira. Simplemente mágica la manera en que todo se va transformando a medida que el tema avanza. El piano comienza pausadamente, el volumen va subiendo, caras largas, nadie habla hasta que uno de los viajeros comienza a acompañar la lírica, en cuestión de segundos el ambiente se ha tornado festivo y para cuando llegamos al coro todos sonríen y lo entonan al unísono. “Estas en casa”, le dice Penny Lane (Kate Hudson).
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