Emmanuel Gallegos D.
Fotografía: Daniel Espinosa
Jorge Valdano es, sin duda, uno de los grandes analistas y pensadores del futbol actual. Con una narrativa cadenciosa y anécdotas que van de lo dramático a lo sublime, el campeón del mundo, exjugador del Real Madrid y ahora conferencista, llevó a la Facultad de Ciencias de la Comunicación su ponencia “Los 11 poderes del líder”, con motivo del cuadragésimo aniversario de esta institución.
En su charla, Valdano asumió el papel de director técnico, director deportivo y motivador, posicionando en el “campo” once virtudes, cualidades o requisitos para que una persona, una empresa o cualquier organización pueda alcanzar el éxito y, al final del torneo, levantar la tan ansiada copa… o, al menos, aprender de los errores, que son parte de la vida y dejan lecciones valiosas.
Credibilidad, esperanza, pasión, estilo, palabra, curiosidad, humildad, talento, vestuario, simplicidad y éxito conforman ese “once ideal” que, al igual que en el futbol, pueden llevar a empresarios, inversionistas y equipos de trabajo a lo más alto. Valdano, en forma de charla futbolística, presenta así una metáfora de un conjunto invencible donde estos valores permiten construir una verdadera fortaleza.
En las empresas, como en el deporte, las victorias y logros deben asumirse como triunfos colectivos. Si bien el talentoso, el “10”, marca el rumbo de las acciones, también es esencial reconocer al que hace el “trabajo sucio” —mantener todo en orden— o al que cierra el trato con un gol de volea. Solo así todos se sentirán parte fundamental de ese engranaje, de esos “galácticos” o de ese “dream team” que hace historia.
Para concluir, Valdano dejó tres elogios para aplicar en la vida cotidiana y profesional:
• El elogio al sueño: hacer algo por vocación y con enfoque firme para sobreponerse a cualquier obstáculo, como Cristiano Ronaldo a lo largo de su carrera.
• El elogio al error: fallar permite aprender y crecer; es difícil mejorar sin derrotas, como le ocurrió a Raúl en su debut ante el Zaragoza.
• El elogio al afecto: cultivarlo y nutrirlo con quienes nos rodean, ya sea de forma literal o como respeto genuino hacia los demás, como hizo Ancelotti en sus últimas temporadas con el Real Madrid.
Porque, al final, ya sea en una cancha o en una sala de juntas, el juego siempre se gana en equipo.