Las joyas de Palmira, el tesoro arquelógico amenazado por Estado Islámico en Siria

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Considerada como uno de los sitios arqueológicos más antiguos e importantes del mundo, Palmira está hoy en los ojos del mundo luego de caer en poder de Estado Islámico.

Se teme que esa organización adopte la misma actitud que en la ciudad de Nimrud, en Irak, a principios de este año, donde con tractores y mazos destruyó invaluables tesoros artísticos, construidos en el siglo XIII antes de Cristo, por considerarlos “falsos dioses”.

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Miles de habitantes han sido evacuados de Palmira luego de la llegada de los militantes de Estado Islámico, dándole un ambiente más desolado a las ruinas que desde el siglo I son testimonio del esplendor político y comercial que vivió esta ciudad del Medio Oriente.

Aquí te mostramos algunas de los principales monumentos que guarda esta mítica ciudad.

Palmira, también conocida como Tadmur en árabe, está situada a 215 kilómetros al noreste de Damasco, la capital de Siria.

Emergiendo del desierto y custodiada por un oasis, Palmira posee monumentales ruinas de lo que, según la Unesco, se considera uno de los más importantes centros culturales del mundo antiguo.

En el área donde se localizan las ruinas, que datan de los siglos I y II, cuando la región se encontraba bajo el dominio de los romanos, sobresale una larga calle demarcada por grandes columnas.

En el extremo sur de esta calle de 1,1 kilómetros de extensión se localiza el gran templo de Bel, considerado una de las edificaciones religiosas más importantes del siglo I, y única en su diseño.

Palmira se encuentra ubicada en una zona de importancia estratégica en la ruta hacia la capital del país, Damasco, y la ciudad de Deir al Zour. Cerca existen campos de extracción degas.

La zona arqueológica ha sufrido serios daños en el transcurso de la guerra civil que padece el país desde marzo de 2011.

“Palmira fue uno de los grandes logros del Medio Oriente, y fue muy distinta a cualquier otra ciudad del Imperio Romano”, dice el profesor Kevin Butcher, del Departamento de Historia Clásica y Antigua, en la Universidad de Warwick.

“Fue realmente única, desde el punto de vista cultural y artístico. En otras ciudades los terratenientes controlaban los asuntos públicos, mientras que en Palmira eran los comerciantes quienes dominaban la vida política, por lo que los habitantes de la ciudad se caracterizaban por proteger las caravanas de mercaderes que cruzaban el desierto”, comentó Butcher.

Como Venecia, la ciudad se constituyó en un centro comercial con una vasta red, con la diferencia que el desierto era el mar, y los barcos eran camellos”.

Fuente: El País

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