Por: Bruno Laine Sombrío
La reciente elección de Rodrigo Joaquín Lecourtois López, un experimentado jurista con un historial imbricado profundamente en las raíces del gallardismo, como auditor del actual Instituto de Fiscalización Superior del Estado (IFSE) de San Luis Potosí (SLP) –la nueva encarnación de la previamente conocida Auditoría Superior del Estado en San Luis Potosí (ASE)– presenta un interesante dilema en el horizonte político y social del estado. Con un pasado que lo vincula estrechamente a los ex alcaldes Ricardo Gallardo Juárez y Ricardo Gallardo Cardona, la designación de Lecourtois López plantea preguntas penetrantes sobre el futuro de la fiscalización y la autonomía de las instituciones en SLP.
Rodrigo Joaquín Lecourtois López, embuido en una travesía política de 13 años profundamente arraigada en el gallardismo de San Luis Potosí, ha tejido un recorrido por variados puestos que ahora lo sitúan como aspirante a auditor del Instituto de Fiscalización Superior del Estado (IFSE). Desde sus inicios como abogado en el Ayuntamiento de Soledad de Graciano Sánchez en 2010, hasta roles destacados en distintas administraciones tanto locales como estatales, incluyendo la contraloría en el Ayuntamiento de San Luis Potosí y cargos estratégicos en el Congreso del Estado y la Secretaría General de Gobierno, su trayectoria ha abarcado desde el asesoramiento legislativo hasta desempeñarse como director general jurídico y consejero jurídico de Gobierno del Estado., previo a su actual nominación, perfila una carrera política significativamente entrelazada con el grupo de poder de turno.
Un elemento crucial que clama por nuestra reflexión es la duración del mandato para el cual Lecourtois López ha sido designado: nueve años, un periodo que supera con amplitud el término de la administración estatal actual. Este extenso lapso fue legitimado por 25 votos a favor en el Poder Legislativo, una entidad que, a ojos de algunos, ha mostrado una docilidad que roza con la subordinación, concediéndole las riendas de una institución vital para la transparencia y rendición de cuentas en SLP por casi una década. ¿Acaso esta aprobación tan palpable refleja una genuina confianza en su liderazgo, o denota una figura legislativa que se ha doblegado, renunciando a la postura erguida que es imperativa para la salud democrática de la región?
Esta elección emerge en un escenario estatal donde los entresijos de la política y las gestiones administrativas han sido, en demasiadas ocasiones, entramados con matices de opacidad. En este territorio, donde la disidencia a veces parece ahogada por el aplauso contundente de la coalición dominante, surge una preocupación palpable. El regocijo del gobernador, José Ricardo Gallardo Cardona, ante este nombramiento, podría señalar implicancias que trascienden la mera complacencia política.
En un clima global donde la confianza en las instituciones públicas se tambalea, SLP no es inmune a esta crisis de fe institucional. La selección de un candidato con tan abiertas y profundas alianzas políticas para supervisar la fiscalización de los recursos del estado es algo que bien podría ser visto con escepticismo por el público, y con razón.
La labor de fiscalización, inherente a su esencia y propósito, requiere un grado ejemplar de imparcialidad e integridad. En un estado como San Luis Potosí, donde las sombras de opacidad han oscurecido en ocasiones la gestión pública, la responsabilidad de auditar con precisión y justicia las finanzas se convierte en una misión titánica y de extrema delicadeza
El enjambre político que envuelve la elección de Lecourtois López bien podría ser un acto meticulosamente orquestado por las astutas manos invisibles del poder, o, en contraparte, un esfuerzo auténtico de posicionar a un jurista de calibre en un rol que demanda un entendimiento penetrante de las finanzas y la legislación estatal. En cualquier caso, las ramificaciones de esta elección y el futuro actuar de Lecourtois López serán minuciosamente examinados por una ciudadanía que, a pesar de su paciencia, ha sido constante testigo de la intrincada trama de poder y política en el escenario de San Luis Potosí. ¿El acto final? Solo el tiempo lo dirá……..