Liderazgo en la Gestión del Territorio: ¿Por qué los Arquitectos Colegiados somos clave para un futuro próspero en San Luis Potosí?

Arquitectos del Nuevo Milenio
Por Arq. Juan Gerardo Urbiola Barragán

Como arquitectos, nos encontramos en una profunda paradoja que define nuestra profesión en México. Por un lado, nos hemos formado con la convicción de que somos un motor fundamental para el desarrollo sostenible y la mejora de la calidad de vida en nuestras comunidades. Sin embargo, por el otro, sentimos una frustración palpable al notar que la sociedad y, de manera crucial, los entes de gobierno no han logrado revalorar nuestra contribución real. Esta falta de reconocimiento nos ha relegado a un papel meramente técnico, cuando nuestra visión estratégica es indispensable para enfrentar los grandes retos del presente. Es hora de que se nos revalore como lo que somos: agentes de cambio, estrategas del espacio y educadores de la conciencia cívica.

Esta paradoja se agrava por una brecha interna que debemos reconocer: la que existe entre las distintas generaciones de arquitectos. Por un lado, está la “vieja escuela”, profesionales cuya experiencia se basa en un profundo conocimiento de los materiales, la lógica constructiva y el arte de diseñar forjado a través de años de trabajo manual y de campo. Su valor radica en la sensibilidad espacial y en la capacidad de resolver problemas con ingenio y sabiduría acumulada. Por otro lado, emerge la nueva generación, maestros en el uso de la tecnología, el modelado paramétrico, el BIM (Building Information Modeling) y los renders fotorrealistas. Su valor reside en la eficiencia, la visualización digital y la capacidad de integrar sistemas complejos de manera innovadora.

Esta brecha, sin embargo, a menudo crea un conflicto. Los arquitectos con más experiencia pueden sentir que la tecnología demerita el verdadero conocimiento del diseño, reduciendo el arte a un simple “clic”. A su vez, los jóvenes pueden percibir a los veteranos como obsoletos o lentos. Este desencuentro es peligroso, porque en lugar de complementarnos, genera una fractura que debilita al gremio. En un momento en que es vital que el arquitecto sea revalorado por lo que realmente sabe hacer, esta brecha puede confundir a la sociedad, que en ocasiones tiende a apreciar más el producto visual de la tecnología que el verdadero proceso creativo y el conocimiento profundo que hay detrás del diseño.

A pesar de esta brecha, nuestra voz colectiva es indispensable, especialmente en la toma de decisiones. En nuestros municipios, a menudo vemos un crecimiento desordenado, a la proliferación de fraccionamientos que carecen de servicios básicos y a la construcción de obras que no cumplen con los estándares de calidad. Esto es una realidad que se vive en los 59 municipios del estado de San Luis Potosí, y en cada una de sus cuatro regiones, con desafíos únicos y complejos.

Desde el árido Altiplano, donde los arquitectos deben enfrentar el reto de la gestión hídrica y la preservación del patrimonio minero, hasta la Huasteca Potosina, donde la planificación debe balancear el auge del turismo con la protección de la biodiversidad y el respeto a las comunidades. En la Zona Media, el reto es lograr que el desarrollo agrícola y turístico coexista en armonía con la conservación de recursos naturales vitales, mientras que, en la Zona Centro, el crecimiento de la capital y sus municipios conurbados requiere una visión que logre ordenar la expansión industrial sin sacrificar la calidad de vida de sus habitantes.

En este panorama, la revaloración del arquitecto se vuelve imperativa. La participación activa de los gremios y cuerpos colegiados, como los Colegios de Arquitectos y los Directores Responsables de Obra (DRO), es la garantía de que toda obra, desde una pequeña vivienda hasta un gran desarrollo, cumpla con las normativas de construcción, seguridad y planeación. Es vital que los ayuntamientos de todo el estado formalicen una colaboración constante con estos cuerpos colegiados. Las autoridades municipales y estatales deben revalorar a los DRO y a los arquitectos colegiados no solo como validadores de proyectos, sino como aliados estratégicos en la elaboración de planes de desarrollo urbano, reglamentos de construcción y en la evaluación de proyectos de infraestructura.

En conclusión, el futuro de nuestro estado depende de que todos los entes involucrados —el gobierno, las instituciones educativas, los gremios profesionales, la iniciativa privada y la sociedad civil— revaloren el papel del arquitecto. La brecha generacional es un desafío, pero también una oportunidad para la profesión misma. La experiencia de los arquitectos de la “vieja escuela” debe fusionarse con las herramientas de la nueva generación para crear una sinergia poderosa. La colaboración entre las instituciones educativas, los ayuntamientos y los gremios profesionales es el puente que puede unir la teoría con la práctica. Nuestro propósito no es solo participar, sino sumar y multiplicar en beneficio de los pueblos y ciudades, enfrentando los retos actuales con la visión de oportunidades para todos. Solo así, cada municipio, en sus cuatro regiones, crecerá de manera sostenible, respetando su historia, su geografía y, sobre todo, mejorando la calidad de vida de sus habitantes. La revaloración del arquitecto es el camino para construir un San Luis Potosí más ordenado, justo y próspero para las generaciones futuras.

SEMBLANZA PROFESIONAL

Soy Juan Gerardo Urbiola Barragán, Arquitecto y Maestro en Administración con más de 24 años de trayectoria en el diseño y la construcción. Mi experiencia se ha forjado en la creación de proyectos ejecutivos y la edificación de espacios para vivienda, servicios y comercio, abarcando la ejecución integral de obra.

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