Los policías.

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Estoy en un brete, hace apenas unos días me prometí escribir sobre la policía, me acerqué al ordenador y puse algunas letras, aunque ésta noche no consigo hilarlas con justicia. ¿Son palabras lejanas no? Al menos esa es la mirada que brindan las notas periodísticas, a finales del mes de Marzo por ejemplo, cuando la Comisión Estatal de Derechos Humanos dio a conocer que hay 300 quejas levantadas en contra de esas corporaciones de seguridad. Entre las causas descritas, seguro lo sabe: Detenciones arbitrarias, robo, acusaciones falsas, agresiones físicas, trato cruel, inhumano y degradante.

 

Es curioso, ¿cómo llegaron los representantes de la ley a esto? ¿Que son ahora? Entonces voy y busco la página de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, encuentro la misión y la visión, en la que le pido nos detengamos un poco: “Ser un sector que, apegado a los derechos humanos, garantice la integridad de los ciudadanos y su patrimonio; promueva la participación de la sociedad, la proximidad social policial y las acciones de prevención del delito para recuperar la confianza de los potosinos. Ser eficiente, eficaz y responsable, mediante la profesionalización de sus elementos, la actualización y homologación de sus métodos y sistemas de inteligencia policial.” Dos cosas: “Recuperar” nos remite a algo que se ha perdido, pues llevan razón. Y otra, ¿Por qué les llaman elementos?

 

Ser un elemento:

El DRAE otorga catorce usos distintos a la palabra, por lo que al imaginar que la SSPSLP no habla de aquellos que aprendimos de la tabla periódica, quedan dos: el componente de una agrupación humana y el individuo valorado positiva o negativamente para una acción conjunta. Si nos apegamos a la ultima los “elementos” de seguridad son sujetos de valor a través de lo que realizan en torno a algo, y ese algo son las decisiones de sus mandos. Pero hay más.

 

Los “elementos” de policía no tienen nombre, son fáciles de perder y de cambiar de bando, pueden ser sometidos a largas jornadas de trabajo, a sueldos raquíticos, a poca capacitación, se les puede exigir cuota o sobornar según sea el caso, constituyen el pretexto perfecto para justificar por ejemplo que en la Auditoría Financiera y de Cumplimiento de 2011 realizada por la Auditoría Superior de la Federación, San Luis Potosí a finales de ese año solo hubiera ejercido el 48.4 por ciento de los recursos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y del Distrito Federal, o sea 203,155.2 (miles de pesos), presentando un subejercicio del 51.6 por ciento.

http://www.asf.gob.mx/Trans/Informes/IR2011i/Grupos/Gasto_Federalizado/2011_0567_a.pdf  Si, seguro ese dinero sin emplear no era útil, acá no hay problemas de seguridad y además ¿Qué necesidad? de invertir en “cosas” con uniforme cuando ni en su casa los han de querer.

 

Buscamos que reconozcan los derechos humanos de las personas a las que sirven y a las que se deben, pero ellos y ellas no son vistos como agentes, no son personal de seguridad, no tienen una imagen cercana a la ciudadanía, son “elementos”, así salen en las noticias, así les dicen sus jefes, será porque al morir en servicio no se pierde tanto si les quitamos la humanidad, si les cosificamos como parte de una maquinaria corrompida y ¿por qué no? Desechable. Por ello no conviene invertir, en aquello que piden, en capacitación, en equipo, en material para realizar su trabajo, por eso conviene la enemistad y el desprecio que se les tiene, porque a bote pronto, es harto feo ser un elemento. ¿Y qué sigue?

 

Ser policía:

Ahora bien, el DRAE tiene cinco definiciones para éste término y dos de ellas, cambian la perspectiva, habla de alguien que se maneja con cortesía, buena crianza y urbanidad en el trato y costumbres, de cada uno de los miembros del cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público. Algo así como la persona que decide escoger como profesión y como vocación el servir a su sociedad, el prepararse para el servicio público, el que lleva de uniforme o franco, dentro de sí, los valores de legalidad, eficiencia, honradez, institucionalidad, compromiso y responsabilidad. Son los que le dan dignidad a lo que hacen, y si existen, aún a pesar del sistema que los ignora y del navegar contra corriente.

 

Ahora le toca a usted. ¿Quiere un elemento o un policía? En la medida de la reflexión que le propongo se encontrará la exigencia ciudadana hacía pedir cuentas sobre lo que no se ha hecho en materia de seguridad, incluido el nulo conocimiento que tienen los agentes en materia de derechos humanos, en el uso adecuado de la fuerza y demás conocimientos que tendrían que ser inherentes a su cargo. Al final el mensaje de gastar poco en ellos, en el tema en sí, también va para todos y todas: San Luis Potosí no lo vale.  ¿Está de acuerdo?

 

Yo tampoco.

 

Claudia Almaguer.
Twitter: @Almagzur

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