Los rostros de Zapata

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I. Dicen que la memoria es el espejo donde vemos a los ausentes. Y precisamente la fotógrafa Natalia Fregoso (Guadalajara, 1975) ayuda a la memoria al retratar a 13 hombres parecidos a Emiliano Zapata y así reinterpretar la imagen del mítico revolucionario mexicano en su serie “Zapata vive”, que obtuvo Mención Honorífica en la XV Bienal de Fotografía 2012.

El objetivo era buscar al Caudillo del Sur a través de los otros en un contexto actual y urbano. Movimientos sociales, plantones, marchas, mítines y demás protestas perderían significado, fuerza o credibilidad si no se escuchan por lo menos consignas como “Zapata vive, la lucha sigue” o “Si Zapata viviera, con nosotros estuviera”. Sin duda, el Atila del Sur es un ícono para los campesinos, estandarte de las mejores luchas sociales y figura oportuna para los gobernantes que en sus discursos prometen velar por los pobres.

Ya lo decía con exactitud Octavio Paz en El laberinto de la soledad que Zapata, junto con Morelos y Cuauhtémoc, es uno de nuestros héroes legendarios: “realismo y mito se alían en esta melancólica, ardiente y esperanzada figura, que murió como había vivido: abrazado a la tierra”.

Natalia escogió a Zapata porque considera que es uno de los personajes más queridos y emblemáticos; además de que formalmente el proyecto fotográfico se consolidó en 2010, justo en las celebraciones del centenario de la Revolución Mexicana. Era una oportunidad inmejorable para conocer qué significaba este héroe para la gente de a pie y si existía una reflexión profunda de lo que representa en la realidad nacional.

“Leí varias biografías y me llamaba la atención que cuando murió la gente no aceptaba que fuera él. Entre algunos se creía que el cuerpo no era el de Zapata y que seguía vivo. Por eso a veces también me gustaba imaginar que esta serie era una especie de búsqueda de ese Zapata perdido todavía por ahí”.
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“Zapata vive” nació en 2007 cuando Natalia anunció que solicitaba a hombres que tuvieran un parecido con el morelense en la sección aviso oportuno de un periódico local. El proyecto se detuvo un año por el nacimiento de su hijo y no había una claridad en el proceso de creación. El lunes era buen día para buscar a sus Zapatas en los periódicos más tradicionales y populares como El Informador o Metro. Le llamaron varios bigotudos y otros sólo para preguntar por curiosidad, ya que les llamaba la atención un mensaje tan singular. Si bien ya tenía algunos retratos, fue en 2010-2011 cuando despegó la serie fotográfica tras conocer a los hombres interesados en ser Zapata por un instante congelado.

Le parecía que estaba generando dos proyectos: las fotografías y la parte testimonial, que implicó la búsqueda de los personajes, conocerlos y entrevistarlos. Al final decidió delegar a la imagen todo el peso: fusionar tiempos y presencias distintas, crear una realidad fragmentada. Dejar de ser un hombre invisible en tan sólo un click.

Natalia es fotógrafa por la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, donde estudió también Letras Hispánicas. Su trabajo se ha publicado en periódicos como Mural, Milenio, El País, y revistas como Proceso, Expansión, Domingo de El Universal, Gente, entre otras. Ha expuesto en el marco del Festival Fotoseptiembre en tres ocasiones (2003, 2005, 2011) y fue seleccionada en la Sexta Bienal de Fotoperiodismo. Ha colaborado para las agencias Notimex, Imagenlatina y Cuartoscuro.
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-¿Cómo fue el proceso de selección? ¿Cuáles fueron los parámetros para que al final quedaran 13 Zapatas?

Al principio dejé a la mayoría para que ellos sintieran esa afinidad con Zapata que era un poco la intención del proyecto, pero después fui haciendo una selección para que quedaran los que más se parecían y resultaban más interesantes al proyecto. Su expresión también fue muy importante a la hora de la última ronda.

-¿Qué te decían en las entrevistas sobre Zapata y los políticos actuales?

En las entrevistas les hacía a todos las mismas preguntas: nombre, edad, lugar de nacimiento, ocupación, qué sabían de Emiliano Zapata, cuál consideraban que era su parecido, su afinidad con él y su ideal político. Algunos dijeron que se parecían sólo en el bigote o en lo moreno, otros que en el carácter, en los ojos tristes, el gusto por los caballos, otro más joven me dijo que físicamente podría ser su hijo rebelde. Otros decían que la afinidad con él era su energía, que es un personaje que los ha inspirado desde siempre. En cuanto a lo que saben de él, me contestaban que luchó por los campesinos y la clase trabajadora, que quitaba a los ricos para darles a los pobres, que era aficionado al coñac. Otro me dijo que todo por lo que luchó Zapata valió madre porque ahora todos venden sus tierras.

A la pregunta del ideal político me respondieron, entre otras cosas, que el ideal es que el pueblo esté informado y educado para exigir a sus gobernantes. También que su ideal era Lázaro Cárdenas y Felipe Calderón. Unos más me revelaron que no tenían ideales políticos o que no creían en nada ni en ningún político.
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-¿Qué historia te sorprendió que no se puede ver en una fotografía?

El proceso fue muy particular. Dudo un poco al pensar que ahora pudiera hacer un proyecto con esas características, ya que hacía las citas con gente totalmente desconocida e iba sola a los lugares en donde me citaba. Recuerdo un caso de un chavo que me citó en una colonia cerca del aeropuerto, llegué y no me abría nadie, solo veía una bolita de chavos reunidos en la tienda de la esquina que no me dejaban de mirar. Es una colonia algo peligrosa y la verdad me empecé a sentir incómoda y le marqué al chico. Cuando me abre está sin camisa y con el pantalón desabrochado, ni se parecía nada, es más ni bigote tenía. Ahora me da un poco de risa, pero en ese momento sí me saqué de onda y hasta miedo me dio.

Cuando conocí al Zapata arrendador de caballos -que es el que aparece en una foto precisamente con un caballo y vestido de charro- pasó por mí a un parque y el señor iba en short y camiseta sin mangas. Realmente estaba interesado en participar, pero pensaba “híjole este hombre como que ni al caso, no se parece nada”. Pero me atraía el hecho de que entrenara caballos y tuviera ese contexto más campesino como el mismo Zapata. Quedamos en una segunda cita para retratarlo -seguía teniendo mis dudas-, preparé todo y me dijo que si se podía poner su traje de charro. Le dije que sí y al momento de salir con el caballo, me encantó y lo encontré perfecto como uno de los personajes.
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-¿Qué significado tiene un personaje como Zapata en este país donde la mitad de la población está en condiciones de pobreza?

Zapata siempre ha estado asociado a las luchas campesinas, obreras, estudiantiles. Esa precisamente una de las razones de que fuera Zapata, que es un personaje histórico tan arraigado y querido más que ningún otro entre los mexicanos. Recuerdo que desde las primeras marchas a las que asistí en la prepa y universidad retumbaba la famosa consigna “Si Zapata viviera, con nosotros estuviera”. Esta serie también fue una especie “Si Zapata viviera”, ¿qué podría estar haciendo? Y por eso la idea de un Zapata contemporáneo, tal cual, sin caracterización y retratado en su contexto real.

II.

Para Natalia la fotografía es como un imán, atrae y atrapa; es una especie de enamoramiento. Mientras cursaba la preparatoria por las mañanas, aprovechaba las tardes para estudiar los contornos, los blancos, los grises, los negros y las sombras en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. Gracias a esa influencia visual de su hermana mayor que se dedicaba al cine y de un amigo que era diseñador comenzó a comprender a sus 16 años los secretos de la luz con su primera cámara, una Canon AE1.

Tiempo después ingresó a Letras Hispánicas más como lectora que como alguien que quisiera dedicarse a escribir libros, sabía que su lenguaje era el de las imágenes. En plena carrera universitaria laboraba en algunos medios periodísticos y así se ha mantenido a los largo de los años en foto editorial, reportajes, coberturas, talleres y cuidar momentos específicos que se traducen de manera alterna en proyectos más personales.

En tiempos en que todo mundo se siente fotógrafo, sólo algunos tienen la sensibilidad y el talento de ofrecer un punto de vista de la realidad. Natalia dice que el ojo del fotógrafo y la manera de abordar los temas es algo muy personal. Tomar una foto implica invención e imaginación, hay una intención por parte del autor que se reconoce a simple vista.
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Admira la obra de fotógrafos de la agencia Magnum como David Alan Harvey, Miguel Rio Branco, Josef Koudelka, Alex Webb, Chien Chi-Chang, Martin Parr, Gilles Peress. Una de sus fotógrafas favoritas es Rineke Dijkstra, le gustan las imágenes de Ellen Kooi y los fotógrafos japoneses como Sugimoto.

Lamentablemente no pudo ver a sus Zapatas en la exposición de la Bienal, pero le gustó mucho la serie “Los Carpoolers”, de Alejandro Cartagena, –la conoció por el catálogo- sobre las condiciones de trabajo de muchos mexicanos. Es inevitable que al observar la magnífica serie de Natalia salten varias preguntas como ¿dónde quedó Zapata? ¿Está en la memoria colectiva? ¿Sigue ahí o ya se fue?

*Último fin de semana de la XV Bienal de fotografía. Se expone en el Centro Nacional de las Artes. Dirección: Río Churubusco #79 esquina Calzada de Tlalpan.

http://www.animalpolitico.com/2013/04/los-rostros-de-zapata/#axzz2RlcMzcsJ

 

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