Los terremotos más DEVASTADORES que mataron a 2 millones de personas

“Sonó como el estrépito de un gran ejército. Por temor al poder del señor dios, toda la creación se estremeció y tembló como un mar agitado”, narró el cronista armenio Mateo de Edesa sobre un terremoto que impactó exactamente la zona de Turquía y Siria que acaba de ser sacudida por el látigo telúrico, solo que el relato de este historiador corresponde al año 1114.

“Todas las llanuras y las montañas sonaron como el golpe del bronce, sacudiéndose y moviéndose como los árboles en un huracán. Como una persona enferma por largo tiempo, toda la creación emitió gritos y gruñidos mientras, con enorme temor, estaba esperando su destrucción”, contó.

Según su recuento, la totalidad de los 40 mil habitantes de la ciudad de Marash pereció, sin sobreviviente alguno. En ese mismo lugar se asienta la actual Kahranmaras, epicentro del mayor de los dos terremotos del lunes, de magnitud 7.8.

Y aunque no es Turquía (ubicada en Europa Oriental y Asia Occidental) la región más mortífera, el relato del armenio sirve para entender los estragos de los sismos más devastadores de los últimos 123 años.

El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) reporta que los terremotos de mayor magnitud (los que liberan más energía) han ocurrido, desde 1900, en el llamado “cinturón de fuego del Pacífico”, que forman los países de Asia Oriental, Oceanía y la costa occidental de América que tocan las aguas de ese océano. México, Chile y California comparten esta región con China, Indonesia y Japón.

Pero otras zonas del planeta han tenido una fuerte cuota mortal, aunque sus temblores no hayan sido tan poderosos. De 2 millones de fatalidades provocadas por los 10 terremotos más destructivos de los últimos 123 años, la cuenca del Pacífico concentra 1 millón 510 mil víctimas, mientras que el restante medio millón se reparte entre Asia Central (190 mil), el Caribe (220 mil) y el Mediterráneo (100 mil).

De los 10 terremotos más mortíferos, cuatro ocurrieron en China: el de Tangshan (1976) dejó 655 mil fallecidos; Gansu (2010), 200 mil; Xining (1927), 200 mil; Sichuan (2008), 87 mil. En el top ten también están los sismos de Sumatra (que provocó el gran tsunami de 2004), con 225 mil muertos; Haití (2010), 222 mil; Japón (1923), 143 mil; Turkmenistán (1908), 110 mil; Italia (1908), 100 mil; Pakistán (2005), 80 mil.

A pesar del enorme nivel de devastación, los movimientos telúricos de Turquía (2023) y México (1985) están lejos del impacto fatal de los sismos antes referidos. El de hace unos días dejó más de 12 mil fallecidos, mientras que el latigazo más duro ocurrido en territorio mexicano se llevó unas 10 mil vidas.

Turquía: previsiones fatales

La violencia de los terremotos de la madrugada del 6 de febrero, al norte de la frontera entre Turquía y Siria, nos recordó trágicamente que esa zona es una de las de mayor sismicidad. Casi todo el primer país se encuentra asentado en un “pequeño” bloque tectónico, el de Anatolia, que se está moviendo de este a oeste como parte de la interacción de cuatro grandes placas tectónicas, las de Arabia, Eurasia, India, y África, que hacen de la región de Medio Oriente un estremecedor tablero sísmico.

En una serie de reportes publicados por el USGS, a raíz de los temblores del lunes, se indica que, a pesar de esta liberación de energía, se siguen acumulando la fricción y el estrés en la línea norte de las grandes fallas que circundan la porción asiática de Turquía –la península de Anatolia–.

Además, estudios del Centro Alemán de Investigación de las Geociencias (GFZ) indican que es muy alta la probabilidad de que un gran movimiento sísmico golpee en la ciudad más poblada del país, Estambul, en el futuro cercano.

​Lo ocurrido ahora puede ser tan solo un antecedente, magnificado por el hecho de que gran parte de las construcciones del sur de Turquía y del norte de Siria no fueron levantadas con técnicas modernas para limitar los daños de los sismos.

Desde 1900, Turquía ha sufrido 21 terremotos de magnitud 7 o mayor, incluidos el de Erzincan, de 7.8 grados y con saldo de más de 32 mil muertos, del 26 de diciembre de 1939 (el presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo que los golpes del lunes son los más graves desde entonces), y el de Izmit , de 7.6 y 17 mil fatalidades, del 17 de agosto de 1999.

Son solo los eventos más recientes de una larga crónica de fatalidades.

Otra de las ciudades afectadas días atrás es la histórica Antioquía (Antakya, en turco), que fue sede de un patriarcado cristiano de referencia en la antigüedad. En el año 114, el emperador romano Trajano, que se resguardaba ahí del invierno con su ejército, casi murió aplastado en un terremoto que se estima de magnitud 7.5

Ahí se encontraba el historiador latino Dion Casio, quien escribió que “primero hubo un bramido vociferante, seguido de un enorme estremecimiento. Toda la tierra fue arrollada y los edificios saltaron en el aire. Algunos fueron levantados sólo para colapsar y romperse en pedazos, y otros fueron arrojados de acá para allá como si los sacudiera el mar, y las ruinas quedaron esparcidas por una gran extensión del país”.

Cálculos de la época –no necesariamente confiables– estimaron unos 260 mil muertos, una cifra similar a la de otro terremoto que destruyó la misma ciudad en el año 526.

En comparación, el terremoto más mortal que se ha registrado es el de Shaanxi, en China, de 1556, con unas 830 mil fatalidades.

Aunque devastadores, los sismos registrados en México han tenido cuotas mortales de otra magnitud: 10 mil fallecidos en 1985 y casi 500 decesos en 2017.

Milenio

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