MALDITA HERENCIA

AUTONOMUS ALUMNI, OPINIÓN

Por Luis Lauro Ramos Rodríguez
@lauroramosr

Uno de los términos insignia de este gobierno, utilizado para señalar y responsabilizar a otras personas de cualquier problema surgido y que podría ponerlos en aprietos, es el de “herencia maldita”.

En el ocaso de la primera mitad de su gobierno, quizás sería momento para que el gobernador Ricardo Gallardo comenzara a reflexionar sobre las acciones que, durante su mandato, en un futuro podrían incluirse dentro del mismo término que él ha promovido.

El saldo del gobierno actual ha sido, nada más y nada menos, que el de un sólido populismo: obras faraónicas, desplantes a sus colaboradores, un despilfarro sin precedentes de dinero público que, aunque electoralmente muy rentable, su efectividad a largo plazo podría ser muy cuestionable.

Gallardo argumenta que este gobierno ha invertido recursos principalmente en el área de la salud, sector que, según él, ha sido prioritario. No obstante, justo en el marco de su tercer informe de gobierno, la calidad de este sector está en crisis, y la indignación del gremio respecto al gobierno actual va en aumento. Recientemente, los trabajadores del Hospital Central se quejaron férreamente de que esta administración no ha facilitado el acceso a los insumos necesarios para brindar la atención médica prometida. Esto ocurre precisamente en los mismos tiempos en los que se nombra como titular de la Secretaría de Salud a una licenciada en mercadotecnia, lo que despierta la insatisfacción del gremio y obliga al ejecutivo a dividir en dos la dirección del área.

Otra arista que pesará en lo que Gallardo herede será la lastimada relación con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, institución a la que intentó volver un agente de golpeteo político y de la que buscó aprovecharse en tiempos de campaña. La administración estatal es responsable de un adeudo de cerca de 160 millones de pesos con la máxima casa de estudios. Cuando finalmente accedió a pagar, impuso sus condiciones para cumplir con esta obligación, diciendo que este dinero serviría para obras públicas necesarias para su infraestructura, como los ya anunciados estacionamiento y gimnasio para el campus Pedregal, obras que al día de hoy no han mostrado el más mínimo esfuerzo por comenzarse.

En cuanto a Cultura y Turismo, la situación no ha sido muy diferente. Estas dos carteras se han visto golpeadas por los recortes presupuestarios, y sus fondos se han desviado para la FENAPO. Cuando las cuentas no eran claras, la culpa recaía en el patronato. Además, se pelearon con instituciones tradicionales por no querer someter sus actividades a la voluntad oficialista. En el caso de Turismo, que también ha servido como origen de recursos para la feria, ha sido el “basurero” de funcionarios públicos. Sus titulares han pasado de ser una reina de belleza, a un arquitecto, a una de las diputadas peor evaluadas de la pasada legislatura.

Ya que hablamos de “chapulines”, la histórica panista Sonia Mendoza será la nueva titular de la Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental, tema sobre el cual la también abogada sabe… nada.

Este gobierno puede presumir una sola cosa: obra pública. Puentes, carreteras, remodelaciones y hasta un nuevo centro de espectáculos están entre sus principales medallas, posibles gracias al gasto exagerado, creando la ilusión de que el despilfarro es sinónimo de buen gobierno, cuando en realidad los problemas cruciales del estado siguen intactos. Veremos qué “pollo” nos canta en estos próximos tres años.

Hasta el próximo lunes.

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