Maquina mata fascistas

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Ya en otras notas se habrán dado cuenta que me he querido ver exquisito -sin lograrlo claro- en el rollo ese de que si la musica es arte, que si la poesía, o que si mi abuelita. Les pido una disculpa, pues seguiré intentando, no me juzguen, todos tenemos un lado hipster o simple retraso mental.

Pero ahora hablare de guitarras. Y de musica hecha con guitarras como su voz principal. Tema inevitable, pues yo soy guitarrista. Lo puedo afirmar pues me gano la vida de eso. Maleta, tal vez, pero guitarrista a fin de cuentas.

El Blues, el Rock, el Flamenco, el Country y muchas músicas populares tienen instrumentalmente a la guitarra cono su voz principal. La guitarra es un instrumento portátil, barato y relativamente fácil de tocar. Así que a acompañado a revolucionarios, pordioseros, vagabundos, despistados y demás crepusculares diseminando sus canciones y reclamos por todos lados.
Sus orígenes me los ahorro, salvo el hecho de que la guitarra como la conocemos esta así y se afina de la forma en que se afina, desde el siglo XVIII. La guitarra pasó de los caminos polvientos y fogatas a las salas de concierto gracias a su evolución del laúd árabe en España. Y fueron los españoles los que se encargaron de darle grado de instrumento de concierto. El principal responsable fue Manuel Tárrega.

Conozco a varios músicos clásicos, varios de ellos son buenos amigos míos. Violinistas, chelistas y pianistas principalmente. Y todos concuerdan en dejar de lado el aspecto serio de la guitarra. Su argumento es sus limitaciones en volumen, su timbre característico no se mezcla adecuadamente con el,resto de los instrumentos, el hecho de que por su diseño no esta bien temperada (no se afina perfectamente pues) y que los guitarristas son muy insoportables. Palabra de ellos.
Concuerdo en todo, claro. Pero pienso que el valor real de una guitarra no esta en una sala de concierto, es mas, creo que ahí se siente incomoda. Y la obra mas importante de guitarra para orquesta -concierto de Aranjuez- finalmente viene de la tradición popular gitana.

La guitarra tiene un lado maléfico. Con el puro hecho de tener la capacidad de producir sonidos dulcísimos a sonidos infernales la llevan a ser algo equiparable a el canto de las sirenas. Destruye conciencias, matrimonios, idiotas y los mundos color de rosa. Es odiada subrepticiamente por los políticos, pues saben que si no sirve como arma ideológica, muchos y yo en lo personal, sacrificaría a mi favorita por romperle la cabeza a varios con la misma.

Estoy seguro que el instrumento que Dios toca pomposamente desde los cielos es un piano, ese instrumento perfecto. Mientras los ángeles, aduladores como pocos, lo escuchan y celebran en su gloria. Satán rasca una guitarra el infierno. Con sus acordes y ruidajos planea la destrucción del mundo. La cual parece que le esta saliendo de maravilla.

La guitarra se siente a sus anchas en las cantinas mexicanas, en las fogatas gitanas, en los vagones de carga en un tren de mano de un polizonte por ahí del sur gringo, en las calles de cualquier parte del mundo alimentando a quien la toca por las monedas que caen gracias al descastado que la aporrea. La guitarra se siente cómoda acompañando a ilusos que claman una revolución que no llegará. Se siente feliz gruñendo como un gato o aullando como un perro. Tiene empatía pura con el infeliz -o feliz- que la toca. No intimida, estará contenta si le sacas solo un par de acordes, o una cascada maléfica de notas. Sonara bien.

Ama su condición de ser un instrumento para vagos y su capacidad para otorgar a estos la santidad.

 

Fernando Charó.
Twitter: @fernandocharo

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