LETRAS ECONOMICAS
Por José Claudio Ortiz
Cuando pensamos en el desarrollo de un país, lo primero que se nos viene a la mente son números: el crecimiento económico, el Producto Interno Bruto (PIB), el gasto de gobierno, los montos de inversión o el nivel inflacionario. Sin embargo, estos datos no siempre nos cuentan toda la historia. Hay algo más allá de las cifras económicas que realmente importa: cómo vive la gente.
Para ello, el Índice de Progreso Social (IPS) nos ofrece una perspectiva mucho más cercana a lo que significa mejorar como sociedad. Mide aspectos como la salud, la educación y las oportunidades para la gente.
El pasado 25 de noviembre, se publicó la medición más reciente del IPS y nos da una noticia agridulce: México alcanzó su mejor puntaje histórico con 65.8 puntos de un total de 100posibles. Suena alentador, pero ¿qué significa realmente?
Este promedio esconde profundas desigualdades entre las distintas regiones del país. Mientras algunos estados destacan por su avance, otros siguen luchando por cubrir lo más básico.
El IPS se divide en tres dimensiones clave que permiten entender cómo estamos como sociedad:
Necesidades Humanas Básicas: Este apartado mide si las personas tienen acceso a alimentos, agua potable y vivienda digna. Sin estas condiciones, cualquier otro progreso es casi imposible.
Fundamentos del Bienestar: Aquí hablamos de la calidad de la educación básica, el acceso a servicios de salud y un medio ambiente saludable.
Oportunidades: Este punto toca algo más profundo: ¿las personas tienen la libertad de decidir sobre sus vidas? ¿Pueden acceder a oportunidades sin importar su género, origen o condición social?
Estos pilares están íntimamente ligados a la economía. En la teoría económica, el progreso se construye con recursos bien distribuidos y una fuerza laboral educada y saludable. Sin embargo, cuando no se invierte en estos aspectos, el crecimiento económico pierde impacto, y las desigualdades persisten.
El informe de este año destaca avances importantes en algunos estados. Por ejemplo, la Ciudad de México, Aguascalientes, Baja California Sur, Querétaro y Nuevo León lideran el progreso social. Estas entidades han logrado combinar su desarrollo económico con políticas públicas efectivas en salud, educación y equidad.
Pero no todo es motivo de celebración. Estados como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Tabasco ocupan los últimos lugares del índice, arrastrando rezagos históricos que afectan la vida diaria de millones de personas.
¿Por qué las diferencias? La respuesta está en cómo se distribuyen los recursos y en qué se prioriza. En los estados mejor posicionados, el desarrollo económico ha ido de la mano con un fortalecimiento de los servicios públicos. En contraste, los estados con menor progreso enfrentan: pobreza, falta de inversión y un acceso limitado a derechos básicos.
La salud es un tema alarmante. La calidad de los servicios sigue demeritándose. Y en la mayoría de las áreas rurales, las personas no tienen acceso a atención médica oportuna, lo que perpetúa ciclos de pobreza. Como lo señalaba Adam Smith, la salud es una de las bases para que las personas puedan ser productivas. Sin ella, las economías no prosperan.
En educación, la calidad sigue siendo un desafío enorme. Condiciones precarias: escuelas sin recursos, docentes mal capacitados y una brecha enorme en el acceso a la educación media y superior. Esto no solo afecta a los individuos, sino al potencial de crecimiento del país entero. En términos económicos, una fuerza laboral menos calificada limita la innovación y la competitividad.
Más preocupante aún es la falta de oportunidades e inclusión. En México, las mujeres, las comunidades indígenas y las personas con discapacidades enfrentan barreras que limitan su desarrollo. Esto no solo es injusto, sino que también tiene un costo económico altísimo. La teoría del capital humano nos dice que cuando no aprovechamos el potencial de todos, estamos dejando riqueza sobre la mesa.
La sostenibilidad ambiental sigue siendo una asignatura pendiente. Las actividades económicas que dependen de la explotación de recursos naturales no siempre consideran el impacto a largo plazo convirtiéndose en una bomba de tiempo para las generaciones futuras.
El IPS no solo nos señala las carencias; también nos da pistas sobre qué hacer. Algunas acciones clave podrían ser:
Educación básica y técnica: Mejorar la calidad y la infraestructura de las escuelas, sobre todo en zonas rurales, es fundamental.
Cobertura de salud: No basta con construir hospitales; también debemos garantizar que cuenten con personal capacitado y recursos suficientes.
Políticas de inclusión: Implementar estrategias que cierren las brechas de género, raza y condición social.
Medio ambiente: Instrumentar prácticas económicas sostenibles que equilibren desarrollo y conservación.
Conclusión
El IPS de este año nos deja claro que México tiene potencial, pero también grandes retos. La economía es solo una parte del rompecabezas; el verdadero progreso ocurre cuando la gente vive mejor. Esto es algo que nos decía John Stuart Mill hace casi 200 años… el propósito último de la economía debe ser el bienestar humano.
¿No consideras que ya es hora de que pasemos del discurso a la acción?
Detrás de las estadísticas que muestran un “progreso”, ¿realmente se están abordando los problemas sociales más importantes?, o los números oficiales son solo una fachada que no cuenta la historia de las desigualdades y los rezagos.
Que tengas un excelente día y te espero la próxima semana.
@jclaudioortiz