La vida de Melanie Ramos terminó en uno de los baños de la secundaria Helen Bernstein de Los Ángeles, en California.
Allí la encontraron, tirada en el piso y sin conocimiento, hacia las 8:30 de la tarde del 13 de septiembre, un empleado de la escuela y el padrastro de una compañera.
Este último fue el que dio con la pista cuando halló a su hijastra en el parque contiguo con síntomas de sobredosis, pero aún capaz de hablar, y le balbuceó que había tomado ?lo que entonces creía era? el opioide Percocet (oxicodona) con su amiga.
A ella, más afortunada, le salvaron la vida en el hospital. A Melanie los paramédicos la declararon muerta en la escena.
Días después, la policía confirmaría que la pastilla que había consumido en realidad contenía fentanilo, otro opioide con efecto analgésico y anestésico que es 50 veces más fuerte que la heroína y 100 más que la morfina.
“Mi hija tuvo que perder la vida así, con 15 años, por sobredosis en la escuela”, le dice a su madre, Elena Pérez, a BBC Mundo.
“Murió sola, en un baño. Allí acabaron sus sueños, sus planes, y también terminó mi vida. Me ha dejado destrozada. No lo puedo superar”.
Aunque aún le quedan fuerzas para reclamar justicia, “para que ningún padre tenga que pasar por lo mismo”.
Y con ese objetivo acaba de demandar al Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD, por sus siglas en inglés), el organismo público que rige el centro al que asistía su hija y otras 1.300 escuelas del sur de California.
Horas de angustia
“Estos incompetentes ni siquiera tuvieron la bondad de buscarla cuando sabían que estaba ausente. Esta es una enorme negligencia“, dijo hace unos días su abogado Luis Carrillo al anunciar la acción legal ante los medios.
Se refirió así a que unas ocho horas antes de que la menor fuera hallada, la escuela avisó a su madre de que no había asistido a la clase de después de almuerzo.
Getty Images
“Me llamaron a eso de las 12:30 para decirme que no estaba, que el maestro la tenía como ausente. Pero yo les aseguré que sí, que había ido a la escuela por la mañana, y les pedí que por favor la buscaran”, dijo ante los micrófonos, con otra de sus hijas en brazos.
“Les tomó horas encontrar a mi sobrina”, siguió la tía de la fallecida, Gladys Manriques.
“¿Dónde estaba el personal? ¿Dónde (estaban) los maestros? ¿Dónde estaba la administración? Si no fuera por el otro padre, entonces mi sobrina no habría sido encontrada tal vez hasta el día siguiente”.
Era ya en realidad el día siguiente, en la madrugada, cuando la madre de la adolescente supo la fatídica noticia.
Después de pasar la tarde sin poder concentrarse en el trabajo y ver al llegar a casa que aún no había rastro de Melanie, denunció su desaparición llamando al 911.
“La policía llegó a la casa a las 2 AM a informarme de la muerte de mi hija”, recuerda esta mujer originaria del estado mexicano de Oaxaca.
Getty Images
Xochitl Quintero, tía y madrina de la fallecida, fue la encargada de darles la mala noticia a las dos hermanas de esta, Briana y Jazmine.
“Le tuve que decir (a una de ellas) que su hermana mayor no iba a volver. Tiene 7 años. ¿Cómo le dices a alguien de 7 años que su hermana no va a volver? La dejé llorando durante un largo rato”, le contó a la prensa durante la vigilia celebrada en la secundaria Helen Bernstein en septiembre.
En la demanda ?de daños y perjuicios por negligencia y muerte por negligencia? se argumenta que la escuela y el distrito no cumplieron con su labor de proteger a su alumna, y que la falta de supervisión condujo a un “retraso en la aplicación del tratamiento que pudo haber salvado su vida”.
También se asegura que el personal y los administradores de la escuela sabían que los baños del campus eran “un refugio seguro” en el que los estudiantes compraban, vendían y consumían sustancias ilegales. Y sobre esa base, se solicita un juicio con jurado.
Antes de la muerte de Ramos, el personal de la escuela tuvo que llamar a los servicios de emergencia seis veces por posibles sobredosis de drogas, dijo en la rueda de prensa Michael Carrillo, el otro abogado que representa a la familia de la víctima.
Y solo ese mes, en septiembre, hubo siete sobredosis en distintos campus del distrito escolar.
“Sabemos que tenemos una crisis urgente entre manos”, reconoció en rueda de prensa el superintendente del LAUSD, Alberto Carvalho, el 14 de septiembre.
Getty Images
Pero además “sabemos que las cosas no han cambiado porque solo un mes después otro adolescente tuvo una sobredosis en la escuela. ¿Dónde están los cambios?”, cuestionó el abogado Carrillo.
“El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles no comenta sobre litigios pendientes o en curso. Sin embargo, la seguridad y el bienestar de nuestros estudiantes y empleados sigue siendo nuestra máxima prioridad“, es la respuesta que recibió BBC Mundo cuando se puso en contacto con el organismo para conocer su versión y su reacción ante la demanda.
Crisis en aumento
El ente, el segundo más grande de Estados Unidos después del de la ciudad de Nueva York y con más de medio millón de alumnos a cargo, ha intentado combatir la crisis organizando webinars para padres y lanzando campañas de concienciación en las redes sociales.
También ha distribuido dos dosis por campus de naloxona, un antídoto contra las sobredosis que suele comercializarse como un espray nasal con el nombre de Narcan.
Y colabora con el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) para identificar las áreas de la ciudad en la que pueden tener lugar las transacciones de drogas.
En relación al caso de Melanie, a la semana de su fallecimiento el LAPD informó de la detención de un joven de 15 años, alumno de una academia que comparte campus con el Helen Bernstein, acusado de homicidio involuntario por supuestamente venderle la pastilla.
Lo arrestaron junto a otro chico de 16, por presuntamente vender el mismo narcótico en un parque contiguo.
“Pero estos jóvenes son simples peones que están siendo utilizados por las organizaciones de tráfico de drogas”, dijo el comisario del LAPD, Michel Moore, quien prometió trabajar para desmontarlas y atajar el aumento exponencial de las muertes por sobredosis de fentanilo.
Getty Images
Y es que es un problema que no deja de crecer.
Más de 100.000 personas mueren al año en EE.UU. por sobredosis, 80.000 de ellas por consumo de opioides, según los datos más recientes del Centro Nacional de Estadísticas de la Salud (NCHS, por sus siglas en inglés), una cifra que ha aumentado en un 850% en dos décadas.
Y el segmento de población entre el que más rápidamente está creciendo las muertes es el de los adolescentes.
Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el consumo de drogas entre adolescentes de 14 a 18 años se ha mantenido prácticamente estable en la última década.
Sin embargo, las muertes por sobredosis por fentanilo entre esa población han aumentado: se duplicaron, de 253 a 680 entre 2019 y 2020, de acuerdo a las estadísticas de los CDC. En 2021 se alcanzaron las 884.
“Somos de lejos el líder mundial de las muertes por sobredosis”, le dijo a la BBC Joseph Friedman, investigador especializado en el abuso de drogas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
“Y el consumo de drogas entre adolescentes se está volviendo no más común pero sí más peligroso”, concluyó.
El fentanilo fue la causa del 77,14% de los fallecimientos por drogas ocurridos el año pasado.
Getty Images
Usado con frecuencia para mezclar con otras drogas duras, el fentanilo se vende también en forma de pastillas, a veces con el aspecto de otros fármacos como Xanax, Ritalin, Adderall o el Percocet que creyeron haber comprado Melanie y su amiga, señalan los expertos.
Además, la Administración de Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés) ha advertido de la existencia en el mercado negro de píldoras “arcoíris” de fentanilo, “con aspecto de dulces”, destinadas a un consumidor joven.
Así como sus víctimas, las incautaciones de fentanilo se han multiplicado: en 2020 la División de Narcóticos y Pandillas del LAPD requisó 117.000 pastillas, 858.000 en 2021 y en lo que va de año ya lleva más de tres millones.
“Solo con verla era feliz”
El de Melanie es uno de los rostros de las estadísticas funestas de este año, algo en lo que su madre no puede dejar de pensar.
“Me duermo pensado en ella y me despierto pensando en ella. Me paso el día con ella en la cabeza, pensando qué estaría haciendo ahorita”, le dice a BBC Mundo.
“Y es que extraño en simple hecho de verla. Solo con verla era feliz. Esa era mi felicidad. Sus gestos, su sonrisa”.
Esa sonrisa que trajo de su último viaje a México, donde visitó a la familia.
A la vuelta de las vacaciones se incorporó a su nueva escuela, la secundaria Helen Bernstein.
“Tres semanas hizo allí”, subraya su madre. En aquel baño en la que la encontraron el 13 de septiembre se esfumaron sus risas, sus ganas de comerse el mundo, su sueño de viajar, de unirse al ejército.
Su madre se despidió de ella el día del funeral, un día sobre el que le cuesta especialmente hablar.
“Fue muy duro, fue el momento en el que se dio cuenta de que nunca más iba a poder ver a su hija”, le dice a BBC Mundo la madrina de Melanie, Xochitl Quintero, al ver la incapacidad de la entrevistada para responder.
“Fue muy duro”, consigue articular. “Pero decidí vestirla. La vestí, estuve con ella, platiqué con ella. Yo sé que me escucha”.
t13