Issa es una chica de 25 años que ha sabido combatir sus inseguridades para transformarse en una modelo que busca cambiar el estigma que tienen las mujeres de talla grande.
Un soleado sábado a medio día, una espectácular rubia acapara las miradas de los paseantes de la Colonia Juárez. De tez blanca, con una abundante melena, ojos azules, más de uno ochenta de estatura, y una voz sonora y alegre, resulta imposible que no llame la atención.
En la calle se escucha: “¿Quién es? ¿Será famosa? ¡Está guapa!, seguro es extranjera…” mientras voltean a ver en la espera de reconocer en su rostro a alguna celebridad, sin éxito.
Es Isabel Pérez, una defeña de 25 años que está decidida a cambiar el concepto que los mexicanos tienen de las modelos.
“Pensar que alguien puede ver mi foto y que diga ‘yo me identifico más con ella’ me encanta. No porque me considere una inspiración, sino porque sería increíble ser esa chava que pesa y mide lo mismo que la mayoría de las mujeres” dice Issa.
Todo empezó hace tres años cuando era recepcionista en un restaurante y una señora le ofreció una carrera en el mundo del modelaje.
“Creí que era una broma, yo talla 12, sí claro, iba a ser modelo. Le pregunté a la señora que me ofreció el trabajo que si estaba segura que quería a alguien como yo, y muy segura me dijo que sí”, comentó Issa.
Por consejo de su madre, Issa fue a la agencia, hizo una pequeña sesión fotográfica y al mes ya tenía trabajo como modelo. Sin embargo, éste fue todo menos glamuroso.
“Me hablaron para hacer un catálogo de ropa y fue horrible porque yo no sabía posar, no me sabía parar y aparte sudé toda la ropa. Fue la peor experiencia de mi vida”.
Esto no la detuvo. Aprendió a acomodar su cuerpo y comportarse frente a una cámara. Para transmitir la imagen de una chica fuerte y segura de sí misma, venció inseguridades, miedos y su inexperiencia.
“Siempre llegaba con ese miedo de que no me quedara la ropa, que además era ropa de señora sin forma y me daba pena decir que era modelo plus size, porque decir ese término es como hacer que mi peso se refleje otra vez en mi vida”.
Issa recuerda que incluso antes del modelaje se sentía insegura por ser muy alta y por su peso. Sentía que no encajaba en el promedio de la mujer mexicana. Ahora acepta su cuerpo y ve el modelaje de una forma distinta.
“Independientemente de mi peso, trato de darle un enfoque positivo y decir, ésta soy, éste es mi peso, es mi cuerpo, y en vez de odiarme y hacer dietas lo tomo más como así estoy, así me quiero, así me cuido y las decisiones que voy a tomar de ahora en adelante, van a ser por amor, no por encajar en un estereotipo falso.”
Un estándar de belleza sin sustento, efectivamente. En México, de acuerdo a la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, las mujeres mexicanas de entre 18 y 25 años, tienen una estatura promedio de 1.60 cm y pesan 63 kilos. Medidas que, traducidas a una talla comercial, serían lo equivalente a 8 o 12, la talla de Issa.
Ashley Graham, reconocida por modelar lencería; Candice Huffine, quien apareció en el calendario Pirelli, y Tess Holliday, la primera modelo talla 22 en firmar con una agencia de modelaje, están tratando de cambiar la idea que se tiene de las modelos y, sobre todo, el término “talla grande”, categoría en la que entran todas aquellas que están arriba de la talla 6.
Los anunciantes siguen optando por modelos que no reflejan la realidad mexicana. Issa asegura que ellas ganan hasta cuatro o cinco veces más que ella y ésta es la principal razón por la que muchas no se profesionalizan.
Issa tiene su objetivo muy claro, acabar con el estigma que el término “talla extra” tiene y que éste no sea motivo de definición de la belleza de una mujer.
Por eso, esta maestra de inglés de tiempo completo se transforma esporádicamente en la imagen de la mujer que quiere que el mundo sepa, que toda mujer es bella sin importar su tamaño.
Fuente: Milenio.