Un nuevo estudio de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos, sostuvo que el uso de plásticos para calentar comida en el microondas podrías estar relacionado con el desarrollo de la diabetes.
Investigaciones anteriores ya habían aportado indicios a las personas sobre los riesgos de usar plásticos dentro de este aparato. La razón es la liberación de toxinas al momento de recibir el calor que tienen estos recipientes, que pertenecen al compuesto orgánico “Bisfenol A”, presente en los plásticos.
De acuerdo con este nuevo trabajo, estas sustancias al ser ingeridas causan resistencia a la insulina y propician la presión alta, dos factores que están documentados por médicos por propiciar el desarrollo de diabetes.
La investigación liderada por Leonardo Transande, un profesor de medicina de la citada casa de estudios, examinó los componentes del plástico que se han usado en la última década y concluyó que “el calentamiento de estos recipientes realza la contaminación”.
“Examinamos los niveles de ftalato de diisononilo y diisodecilo [ambos componentes del plástico] en la orina de los niños y adolescentes que participaron en la Encuesta del Examen Nacional de Salud y Nutrición entre 2009 y 2012, para estimar si estos niveles estaban asociados con la resistencia a la presión sanguínea”, explicó Transande al portalMedical Research.
Estos componentes se liberan debido a la forma en que los microondas funcionan.
Los aparatos cuentan con un magnetrón, un cilindro a través del cual los electrones son afectados por campos magnéticos y eléctricos. En el proceso se emiten pequeñas ondas de radiación de aproximadamente 2450 megahertz, que crean fricción y por ende calor.
Pese a que Transande consideró que los niveles socioeconómicos y demográficos jugarían un rol significativo en el desarrollo de la diabetes, cree que este trabajo da evidencia suficiente para aseverar que estos químicos podrían ser “el tercer factor para la extensión de esta epidemia”, en declaraciones a la revista Sciences Times.
De acuerdo con el profesor, al calentar la comida sería mejor utilizar un recipiente de vidrio o cerámica y entre otras medidas, algunos recomendó evitar el contenido de botellas de plástico y lavar los tuppers en el lavaplatos, porque podrían tener fugas de estos componentes.
Este estudio fue hecho sobre otros previos que analizaron toxinas ambientales que podrían afectar el metabolismo.
En el 2014, una investigación apuntó que durante el embarazo los fetos expuestos a elevados niveles de estos químicos plásticos tienden a tener seis puntos menos de coeficiente intelectual que el promedio de niños. El trabajo de la Universidad de Columbia sería el primero en vincular la exposición al ftalato y las habilidades cognitivas.
Y más atrás, en 1989, el uso de microondas para calentar la leche de los bebés generó una polémica, cuando la Universidad de Minnesota publicó un trabajo sobre posibles cambios en la leche. Al parecer calentarla en el microondas redujo la cantidad de vitaminas de este líquido.
“El pasar por el microondas las fórmulas para bebés convirtió a determinados aminoácidos en sintéticos. Además, uno de los aminoácidos convertidos es conocido como una neurotoxina y una nefrotoxina [ambos nocivos, para el sistema nervioso y los riñones], respectivamente”, dijo la investigadora Lita Lee al medio estadounidense The Lancet, en aquel momento.
A pesar de este historial, vale decir que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su siglas en inglés) que regula las políticas de salud en Estados Unidos no ha hecho un pronunciamiento hasta el momento sobre los daños en humanos que pueden derivar del microondas, además de la advertencia que hizo en el 2010 sobre riesgos de esterilidad ante las ondas de este aparato.
Fuente: Sin Embargo.