Integrantes del Sindicato Independiente de Trabajadores y Trabajadoras del Gobierno del Estado (SITTGE) iniciaron un plantón a las afueras de la Ciudad Judicial, esto por el presunto hostigamiento que ha recibido una agremiada del sindicato por parte de su jefe directo, el juez segundo de lo familiar, Jean Paul Almazán Cué, además precisaron que el propio magistrado presidente, Álvaro Eguía Romero, llevó a un notario público para intimidar a los manifestantes.
Expusieron, además, que el presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, Álvaro Eguía Romero, tiene conocimiento del comportamiento de Almazán Cué, quien, según dijeron, a lo largo de varios meses se ha encargado de hacerle “la vida imposible” a una trabajadora agremiada al SITTGE que no ha pedido más que se le respeten sus garantías individuales, y las principales autoridades responsables de impartir justicia en San Luis Potosí la han ignorado.
Indicaron que uno de los comportamientos más recurrentes que vulneran la estabilidad laboral es la indiferencia y el rechazo, la negativa a hablar, a respetar a la trabajadora; es por eso que el sindicato decidió plantarse a las afueras de la Ciudad Judicial para exigirle a los miembros del Consejo de la Judicatura que “se respeten a sí mismos y demuestren que pueden tratar bien a los servidores públicos”.
Se detalló también que el daño psicológico que ha sufrido la agremiada del SITTGE ha provocado estragos en su vida personal y laboral, sin embargo la afectada acude diariamente a sus funciones, y el juez se ha dedicado a mandarle un sin número de memorándums con “insistentes y absurdas indicaciones hacia su persona que bien pudieran solucionarse por medio del diálogo”; al hostigamiento se le ha unido la secretaria de acuerdos, Adriana Lemoine Landeros a quien también acusan de que le ha seguido el juego por parte del juez, con sus denostaciones y malos tratos.
Finalmente, los manifestantes exigieron que se respeten las garantías individuales de su compañera por parte de los que recurren a gestos de burocratismo, como las amenazas, la intimidación y hasta la indiferencia, con la clara finalidad de que la trabajadora abandone su puesto de trabajo.
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